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LiteraturaBiografía

Calderini, Domizio (1446-1478).

Humanista italiano nacido en Torri del Benaco (junto al lago de Garda) en 1446 y muerto en Roma en junio de 1478. Formado en Verona y Venecia, se instaló en Roma hacia los veinte años de edad. Allí se introdujo en el círculo cultural del cardenal Bessarion, de quien obtuvo protección y que le abrió las puertas a algunos puestos: Profesor de Retórica y Griego en el Estudio romano y Secretario Apostólico de Sixto IV (desde 1470 y 1471, respectivamente). Más tarde estuvo bajo la protección de otros dos cardenales: Pietro Riario (1472-1474) y Giuliano della Rovere (1474-1478). Escribió numerosos comentarios a escritores latinos, como Marcial, Juvenal, Suetonio, Cicerón, Ovidio, Propercio, Quintiliano y otros y, tardíamente, tradujo del griego a Pausanias y Ptolomeo. Buen filólogo, no fue sin embargo valorado por muchos otros humanistas posteriores, con algunos de los cuales polemizó agriamente estando en vida.

Era hijo de Antonio (notario de profesión) y de Margherita di Domenico Pase. Su verdadero nombre era Domenico, pero más tarde lo latinizó en Domitius, Domicius o Dominicus (a su vez italianizado en Domizio) según la costumbre humanista de la época; aplicó el mismo proceso a su apellido: Calderinus, Caldarinus, y Caldarinis. Fue enviado a estudiar a la vecina Verona, donde su padre poseía una casa; allí fue discípulo del humanista Antonio Brognanigo, que le enseñó las lenguas y los escritores clásicos; coincidió en Verona con Virgilio Zavarisio, Antonio Cavalcabovi, Giovanni Antonio Novelli y Antonio Panteo. Después marchó a Venecia, en busca del prestigioso Benedetto Brugnoli da Legnano, siendo alumno de su escuela al menos los dos años siguientes.

Más adelante, en fecha imprecisa (debía tener unos veinte años de edad), se trasladó a Roma, donde se interesó por el ambiente cultural que emanaba de la Academia Romana, reunida en torno al cardenal griego Juan Bessarion. Probablemente trabó relación con varios de sus miembros, y a través de ellos pudo haber desempeñado ya entonces algún cargo para el cardenal.

Así, tuvo acceso a la biblioteca de éste, que le proporcionó la posibilidad de perfeccionar el conocimiento de la lengua griega y de acceder a obras filosóficas y teológicas. Participó en este tiempo en la disputa filosófica sobre quién, Platón o Aristóteles, era superior, que se había intensificado con la publicación en 1469 de In calumnatiorem Platonis ("A los calumniadores de Platón") por parte de su protector. Atacado éste por el antiplatónico Giorgio Trapezunzio (o de Trebisonda), Calderini defendió a Bessarion en una extensa carta dirigida al obispo de Treviso, Francesco Barozzi (escrita hacia 1470), en la que criticaba, no sólo el pensamiento científico de Trapezunzio, sino también su persona (mordaz, casi partidario de los turcos).

Aunque otra defensa de Niccolò Perotti tuvo más circulación que la suya, el prestigio que de ella obtuvo le valió una cátedra en el Estudio, donde enseñó Retórica y Griego; a la docencia añadió el año siguiente (a la muerte del papa Paulo II, 1471) un puesto en la Secretaría Apostólica. También debió influir la protección del cardenal, del que ya era hombre de plena confianza, hasta el punto de que quienes deseaban obtener favores de Bessarion dirigían a él sus cartas de petición: así hizo el Campanio, un humanista que además era amigo de Calderini, que desde Alemania envió hasta ocho.

En abril de 1472, Calderini acompañó al cardenal Bessarion a Francia, enviado por el Papa Sixto IV como legado ad latere para lograr de Luis XI su participación en la lucha contra los turcos. Allí, según manifestaba en cartas dirigidas a sus amigos, conoció a Mario Filelfo, adquirió o copió numerosos libros de autores clásicos (Juvenal, Curio y otros), y escribió algunos poemas: uno de ellos para celebrar la construcción del nuevo palacio de Federico de Montefeltro, duque de Urbino, y otro dedicado a Claudia, joven francesa de la que se había enamorado. Finalizada la embajada, volvió a Italia en compañía de su protector, pero éste murió durante el camino de vuelta en Rávena, en noviembre de 1472; Calderini recibió en herencia suya una importante suma, 35 ducados.

Su nuevo protector, además del propio Papa, fue el también cardenal Pietro Riario, pariente de Sixto IV, que formó una importante corte de artistas en torno suyo. Para su alabanza escribió Calderini doce poesías latinas, no de mucha calidad, y epigramas mitológicos para ser representados en el banquete dado por Riario a Leonor de Aragón, esposa de Hércules de Este, duque de Ferrara y Módena (4 de junio de 1473).

En agosto y septiembre de 1473 estuvo Calderini en Florencia, para dedicar a Lorenzo de Medicis su Comentario a Marcial. Esta obra fue atacada por Niccolò Perotti, que también llevaba un tiempo escribiendo sobre Marcial; Calderini reaccionó publicando en Roma y Venecia una Defensio ("Defensa"), amenzando con dar a conocer numerosos errores de su adversario en la traducción, no sólo de Marcial, sino también de Polibio. Finalmente renunció a ello, según declaraba en una nueva edición de la Defensio dedicada a Gian Francisco Gonzaga. En Florencia seguramente coincidió con su protector, que había sido nombrado arzobispo de la ciudad, y con Angelo Poliziano, que recurrió a Calderini para lograr favores del cardenal Riario. Hacia mediados de septiembre abandonó Florencia, pero mantuvo relaciones cercanas con los humanistas florentinos: con el propio Lorenzo de Medicis, con Niccolò Michelozzi, y otros.

El 5 de enero de 1474 murió el cardenal Pietro Riario, pero no por ello se distanció Calderini de la familia del Papa: en junio de ese año fue nombrado Secretario Apostólico Numerario, cargo que mantuvo hasta su muerte, y encontró el favor del cardenal Giuliano della Rovere (que sería Papa a principios del s. XVI, como Julio II).

Hacia septiembre de 1474 publicó su Comentario a Juvenal, que, dedicado a Giuliano de Medicis, posiblemente se lo presentó Calderini en persona, viajando de nuevo a Florencia. También este nuevo libro suyo fue criticado por Perotti, y por otro estudioso de Juvenal y colega en el Estudio de Roma, Angelo Sani Sabino. Calderini, a su vez, acusó a Sani de plagio, de haberse aprovechado de sus clases sobre Juvenal en el Estudio, y escribió Defensio adversus Brotheum contra Perotti. Por otra parte, poco después del Comentario a Juvenal, publicó en Roma un comentario sobre la obra de Ovidio, dedicado a Falcone Sinibladi, Tesorero Pontificio. En agosto de 1475 hizo lo propio con comentarios de Selve, de Stazio (dedicado a Agostino Maffei); comentarios de cartas de Ovidio y textos de Propercio (dedicados a Francisco de Aragón); Ex tertio libro Observationum, comentarios de algunos autores clásicos. También anunciaba la próxima publicación de comentarios, ya escritos, sobre Cicerón, Silio Itálico y Suetonio. En octubre editó unas Declamationes atribuidas a Quintiliano, que dedicó a Aniello Arcamone, embajador del rey de Nápoles ante el Papa.

En diciembre de 1475 escribió un panegírico en honor de Giovanni della Rovere, recién nombrado Prefecto de Roma, y que era hermano del cardenal Giuliano; precisamente con éste marchó a Francia en febrero de 1476. Della Rovere tenía la misión de calmar el revuelto ambiente de Aviñón y afrontar la amenaza de la convocatoria de un concilio en Lyon, de modo que permaneció varios meses fuera de Italia, donde no regresó hasta septiembre. Calderini aprovechó el viaje para escribir una descripción del viaje.

En 1477 disminuyó su ritmo de trabajo, abandonando por completo los comentarios a los clásicos, y centrándose en tres libros Observaciones, en los que aplicaba nuevas fórmulas filológicas, y en traducir a Pausanias y Ptolomeo del griego al latín. Lo que de este último escribió fue publicado por Arnold Buckinck en Roma, en octubre de 1478, cuando Calderini hacía algunos meses que había muerto por sorpresa. Muchos de sus amigos hicieron versos en su honor; Poliziano le compuso un epitafio, y cuando a principios de 1480 viajó a Verona y a Torri del Benaco, escribió otro que fue grabado en un cipo erigido por el padre de Calderini (que existe aún en la actualidad). Curiosamente, la estimación de Angelo Poliziano por Domizio Calderini disminuyó con el tiempo, hasta el punto de escribir sobre él críticas poco favorables que contribuyeron a la posterior consideración negativa de humanistas posteriores.

Casi toda su obra fue fruto de sus clases en la Escuela romana, y su elevado número correspondía al fuerte impulso que le permitía su juventud. Siendo la casi totalidad de ellos estudios sobre los principales escritores latinos, adquirió una amplia erudición sobre Mitología e Historia (también consultó a Apolodoro, Apolonio, Estrabón, Pausanias y otros). El método exegético que usó fue el combinatorio, que recurría al mayor número de testimonios sobre la misma cuestión. Dar a conocer textos clásicos depurados, y novedosas y acertadas aportaciones filológicas fueron lo más positivo de su obra, que tuvo gran difusión. Sin embargo, ésta, relativamente numerosa para los años que vivió, quedó rebajada por algunos defectos: centrado su trabajo en la comprensión del dato, no siempre de modo crítico a causa de la impaciencia, tampoco se preocupó por el estilo literario. En efecto, fueron frecuentes en él contradicciones, hipótesis llevadas hasta la fantasía, y condensación excesiva de información. Además, perjudicó a su buena consideración su afán por la polémica.

Bibliografía

  • Dizionario biografico degli italiani. Vol. 16. (Roma, Istituto della Enciclopedia Italiana: 1960-1998).

  • LEVI, G. Cenni intorno alla vita ed agli scritti di Domizio Calderini. (Padua: 1900).

  • WEISS, R. "In memoriam Domitii Calderini", en Italia medioevale e umanistica, III (1960) 309-321.

Autor

  • Bernardo Gómez Álvarez