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HistoriaBiografía

Mendoza y Fonseca, Mencía de, Marquesa de Cenete y Duquesa de Calabria (1508-1554).

Aristócrata española nacida en Jadraque (Guadalajara) el 1 de diciembre de 1508 y muerta en Valencia el 4 de enero de 1554. Condesa del Cid, marquesa de Cenete y duquesa de Calabria, pertenecía a uno de las más ricos y refinados linajes de la nobleza castellana. Doña Mencía fue una de las mecenas culturales más importantes del siglo XVI hispano, contribuyendo decisivamente a la expansión del Humanismo y de las artes plásticas de moda en la Europa continental por su gran interés en todo tipo de asuntos culturales.

Mencía de Mendoza era bisnieta del marqués de Santillana, don Íñigo López de Mendoza (1398-1458), el famoso poeta castellano, y nieta del gran cardenal Pedro González de Mendoza, cuya condición eclesiástica no le impidió engendrar tres hijos, conocidos en la época con el apodo de los bellos pecados del Cardenal. Uno de ellos, Rodrigo Díaz de Vivar y de Mendoza, conde del Cid y marqués de Cenete, fue el progenitor de Mencía, habida en el segundo matrimonio del marqués con doña María de Fonseca, enlace llevado a cabo en los primeros años del siglo XVI en medio de una gran polémica.

Doña Mencía creció en Jadraque, aunque hacia 1515 comenzó a alternar las estancias en su villa natal con presencias continuadas en Áyora, donde su padre poseía también una villa señorial. Tras la muerte en la infancia de su hermano, Pedro González de Mendoza, la profesión de fe de su otra hermana, Catalina de Mendoza, marquesa viuda de Berlanga, doña Mencía se convirtió en la favorita del padre, por mostrar las mismas apetencias y aptitudes hacia el arte, la lectura y la escritura que eran preceptivas de la familia. La educación recibida por la dama en la próspera y fertil corte literaria que el marqués de Cenete disponía para sí fue acompañada de muchas hora de estudio de música, al cuidado de los maestros valencianos Miguel Ortiz y Miguel Celma. Además, también hay que destacar las horas pasadas por la dama en la rica biblioteca paterna, que constituía la herencia más apreciada de la familia, pues había pasado de generación en generación desde el marqués de Santillana al cardenal Mendoza. Todo este cúmulo de circunstancias hizo posible que Mencía de Mendoza se convirtiese en el paradigma de aristócrata bella y culta de los albores del Quinientos.

En 1523, cuando falleció su padre don Rodrigo, Mencía se convirtió en heredera de un extenso patrimonio territorial ligado a los títulos paternos, con posesiones en Castilla la Vieja, Castilla la Nueva y Valencia. En la ciudad del Turia permaneció doña Mencía hasta que el 11 de mayo de 1524 fue requerida en Burgos por el rey Carlos I, quien, en atención a los grandes servicios que su padre había realizado a la corona, principalmente en la represión de la revuelta de las Germanías de Valencia, colmó de honores a la dama y prometió casarla en un ventajoso matrimonio. El elegido para desposarse con doña Mencía fue Enrique de Nassau-Dillemburg, conde de Nassau, vizconde de Anvers y señor de Breda, chambelán de Carlos I y miembro de su consejo. La atractiva dama, de 17 años, tomaba por esposo a un hombre mucho mayor que ella; aunque no puede saberse a ciencia cierta cuál fue la opinión de doña Mencía, las negociaciones para la celebración del matrimonio se alargaron muchísimo, lo que podría ser indicativo de su poco convencimiento ante el mismo. Finalmente, pesó más la proverbial obediencia del linaje Mendoza a los deseos de los reyes y el enlace tuvo lugar en Burgos durante el mes de junio de 1524, entre fiestas, torneos y justas caballerescas en las que Carlos I fue participante activo y destacado.

En principio, Enrique de Nassau era conocido en la época como un enérgico soldado y valiente capitán de armas, lo que, unido a los múltiples conflictos en que Carlos I se vio envuelto, hizo posible que el marido de doña Mencía pasase la mayor parte de su tiempo en Flandes. Ello, a su vez, propició que la marquesa de Cenete pudiera continuar con su labor de mecenazgo cultural recientemente iniciado en Valencia, aunque esta vez se trasladó a Jadraque, donde se preocupó de reedificar la casa señorial de los Mendoza en la citada villa. Durante estos años, la marquesa interpuso un pleito en el Consejo Real contra los herederos de Alonso de Fonseca, por el patrimonio que debía de corresponderle a ella mediante herencia materna. La irregular boda de sus padres provocó que su abuelo, don Alonso, desheredase a la madre de doña Mencía, pero ésta luchó ante el árbitro del consejo, el comendador Hernando de Vega, para recuperar lo que consideraba que era suyo.

En 1530 la marquesa inició su primer viaje a Flandes, donde pasó una de las breves estancias con su marido el conde de Nassau, que entonces era general de los ejércitos del emperador Carlos V. En los dos años que doña Mencía permaneció en tierras centroeuropeas, su interés por el arte le hizo trabar amistad con algunos estudiantes españoles que se sentían atraídos por la corriente de pensamiento erasmista, triunfante en la época. A su regreso a Castilla, en 1532, su conocimiento de la polémica erasmista le puso en contacto con tal vez el más destacado intelectual de la época en el reino de Valencia, Juan Luis Vives, que gozó de la protección y amistad de la marquesa de Cenete desde ese momento. Después de una nueva estancia en Jadraque, doña Mencía de Mendoza regresó a Flandes en 1535 al lado de su marido el conde de Nassau. Establecida preferentemente en la ciudad de Breda, la marquesa contrató al pintor flamenco Bernard van Orley para que realizase diversos retratos de su familia, además de distinguirse en la compra de impresos en la librería que poseía en Amberes Gregorio Boncio, uno de los más importantes libreros flamencos de la época. Otros artista, como el pintor Johan Gossart, el platero Juan Guillis o el librero Johan Mey, también se beneficiaron del mecenazgo artístico de doña Mencía de Mendoza en su segunda estancia en Flandes. Algunos de ellos, como Johan Mey (establecido en Valencia) acabarían acompañando a la marquesa de Cenete a España, conformando lo que habitualmente se designa como una de las más importantes vías de penetración del arte flamenco del Renacimiento en España.

Y es que, en efecto, la marquesa de Cenete no tardó demasiado tiempo en regresar a Valencia, toda vez que su marido, Enrique de Nassau, falleció en Flandes el 13 de septiembre de 1538. En la ciudad del Turia se establecería definitivamente, toda vez que el emperador Carlos V, siempre atento al devenir de la dama, le procuró un nuevo y ventajoso casamiento. El elegido esta vez fue Fernando de Aragón, duque de Calabria, que había enviudado a su vez al morir su esposa Germana de Foix, quien fuera segunda esposa de Fernando el Católico. La boda celebrada en 1541 entre ambos ilustres viudos, sin duda alguna los más conspicuos representantes de la aristocracia asentada en el reino de Valencia, perpetuó el gusto de doña Mencía por la música, las artes y la literatura, toda vez que su nuevo marido también era afecto a todo tipo de mecenazgo artístico y cuya biblioteca era famosísima en la época. Con ocasión de la visita que el emperador Carlos realizó a la ciudad de Valencia en 1542, los duques de Calabria le honraron con unas fiestas extraordinarias, en las que pudo verse el excepcional criterio artístico de ambos cónyuges en la decoración y suntuosidad de que presidió el acontecimiento.

En otro orden de cosas, el momento de despegue del humanismo valenciano en el siglo XVI tiene en la labor de la marquesa de Cenete uno de sus puntos principales. De ello se beneficiaron artistas valencianos, como el platero Bernat Joan Cetina y el maestro arquitecto Joan Bolart. Además, doña Mencía mantuvo con dinero de su casa a diversos estudiantes valencianos que cursaban sus carreras en distintas universidades europeas. Fueron "becarios" de la marquesa eruditos como Francisco de Acebes (en París), Pedro de Huete (en Lovaina) o Francesc Escrivá (en Alcalá), hijo este último del Maestre Racional de Valencia, Joan Ram Escrivá, famoso poeta de la época. A pesar de la muerte de Juan Luis Vives en 1540, con quien tantas tertulias y lecturas había compartido la marquesa, la irradiación cultural de su entorno continuó siendo predominante, y todo ello a pesar del celo con que la Inquisición valenciana vigilaba sus movimientos, dado la persecución de las ideas erasmistas de Vives.

La muerte del duque de Calabria, en 1550, supuso un duro golpe para doña Mencía, que ya se encontraba afectada de diversas enfermedades, entre ellas una hiperobesidad que le causó la burla de sus contemporáneos por derivar en pérdida de cabello. Francesillo de Zúñiga, bufón de Carlos V y autor de la Crónica burlesca del Emperador, describía a la marquesa doña Mencía, incidiendo en su extrema obesidad con la pluma ácida que es habitual a lo largo de su Crónica:

Tuvo [i.e., el marqués de Cenete] una hija que sucedió en su casa, más redonda que Tierra Firme y más ancha que el canpo de Josafat.
(Crónica burlesca, ed. cit., p. 82).

La paradoja fue brutal para la marquesa, cuya belleza y sensibilidad artística durante los primeros años de su vida la habían hecho merecedora de los mejores matrimonios y de la mayor fama de mecenas. Por ello, los últimos años de su vida estuvieron presididos por la tristeza y por una mayor preocupación en la muerte, dedicando gran parte de su dinero en la confección de libros de horas, el género literario derivado del temor medieval y renacentista ante la muerte. Asimismo, doña Mencía se preocupó de que su patrimonio bibliográfico no sufriese ningún deterioro, disponiendo que su cuidada biblioteca, como ya lo hiciera la de su segundo marido el duque de Calabria, pasase a ser cuidada en el mismo monasterio de San Miguel de los Reyes (Valencia) que el duque había fundado. A pesar de sus dos matrimonios, doña Mencía falleció el 4 de enero de 1554 sin hijos, por lo que su heredera, vía Luis de Requesens, fue su hermana María, condesa de Saldaña. Haciendo uso de las disposiciones testamentarias, la marquesa fue enterrada en Santo Domingo de Valencia, junto a las lápidas de sus padres. Fernández de Oviedo, narrando el amor que profesó el duque de Calabria a su segunda esposa, nos ha legado un bello y merecido epitafio que sirve para poner fin a las líneas dedicadas a doña Mencía, cuya personalidad, gustos artísticos y literarios y labor de mecenazgo merecerían un estudio más pormenorizado que el hecho hasta ahora por la comunidad académica:

La verdad es que la exçelente señora duquesa, su muger, tenía rrazón este príncipe de amarla, porque era una de las valerosas señoras de nuestro tiempo e de grandes exçelençias doctada, e de grande honestidad e alto ingenio e muy hermosa [...] Yo creo que de señoras y no señoras que haze ventaja a todas las mugeres de España y de toda Europa en muchas graçias, porque ella es de tanta autoridad que entre las señoras paresçe señora e se aventaja. Es muy leýda y sabia e graçiosa, e grande traslado del Marqués su padre...
(Fernández de Oviedo, op. cit., pp. 140-141).

Bibliografía

  • FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G. Batallas y Quinquagenas. (Ed. J. B. de Avalle-Arce, Salamanca, Ediciones de la Diputación, 1989).

  • HIDALGO OGAYAR, J. "Doña Mencía de Mendoza, Marquesa del Zenete, Condesa de Nassau y Duquesa de Calabria, ejemplo de mujer culta en el siglo XVI". (En La Mujer en el Arte Español. Actas de las VIII Jornadas de Arte, Madrid, Alpuerto, 1997, pp. 93-102.)

  • NADER, H. Los Mendoza y el Renacimiento Español. (Guadalajara, Institución Marqués de Santillana, 1986).

  • SALTILLO, MARQUÉS DEL. Doña Mencía de Mendoza, marquesa del Cenete (1508-1554). (Madrid, Real Academia de la Historia, 1942).

  • SOLERVICENS BO, J. "La selecta biblioteca humanística de Mencía de Mendoza, marquesa de Cenete, duquesa de Calàbria i deixebla de Joan Lluís Vives". (En Actas del Congreso La Universitat de Valencia y el Humanismo: Stvdia Hvmanitatis y renovación cultural en Europa y el Nuevo Mundo, Valencia-Xàtiva, 3-8 de abril de 2000, [en prensa]).

  • ZÚÑIGA, F. DE. Crónica burlesca del Emperador Carlos V. (Ed. J. A. Sánchez Paso, Salamanca, Ediciones de la Universidad, 1989).

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez