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HistoriaPolíticaBiografía

Foix, Germana de. Reina de Aragón y Nápoles (1489-1536).

Germana de Foix.

Aristócrata franco-navarra, segunda esposa del rey Fernando el Católico. Fue reina de Aragón y Nápoles (1506-1516) y virreina de Valencia (1521-1538). Nació en Estampes (Francia), hacia 1488, y murió en Liria (Valencia), el 15 de octubre de 1536. Era hija de Juan de Foix, vizconde de Narbona, y de María de Orleans, hermana del rey de Francia Luis XII. Educada en la corte del Palacio Real parisino desde muy joven, a la muerte del vizconde Juan, tanto ella como su hermano, Gastón de Foix, pasaron a ser tutelados por el monarca galo, dado que la situación económica de los Foix, a la muerte de su padre, no era demasiado boyante. Su hermano Gastón, con el tiempo, se convertiría en uno de los aspirantes a la corona de Navarra, esgrimiendo unos derechos que había heredado de su progenitor; por el contrario, Úrsula Germana (tal era su nombre completo), pasó muy pronto a convertirse en una preciada alianza matrimonial, por lo que el desfile de pretendientes comenzó cuando la princesa narbonense apenas contaba con dieciocho años de edad.

La boda con el Rey Católico (1505-1506)

Después de varias embajadas y de sopesar diversas ofertas, los esfuerzos de Fernando el Católico dieron su fruto en 1505, cuando logró la palabra del consejo áulico francés para que Germana de Foix se convirtiera en su segunda esposa. Prácticamente todos los historiadores, siguiendo la pauta marcada por J. M. Doussinague, han visto en el segundo matrimonio del rey Fernando una sola razón: el interés político. En efecto, el monarca más poderoso de su tiempo pasaba por sus horas más tristes, acosado por los franceses en Nápoles y Sicilia, y viendo cómo su yerno, Felipe el Hermoso, nuevo rey de Castilla, le conminaba a regresar a Aragón y olvidarse de la confusa cláusula de regencia castellana dictada por Isabel en su testamento. De esta forma, en previsión de que, por vía hereditaria, Felipe el Hermoso intentase arrebatar a Aragón los estados italianos, Fernando el Católico se apresuró a firmar la concordia con Francia mediante el Tratado de Blois (12-X-1505), acuerdo rubricado con la promesa de boda.

Así pues, Germana llegó a Cataluña en abril de 1506; un mes más tarde, el 15 de marzo y en la villa de Dueñas, se celebraba el matrimonio entre ambos, con el fin político anteriormente mencionado. No obstante, también rondaba por la mente del rey Fernando otro objetivo, a mitad de camino entre la razón de Estado y la propia lógica humana: engendrar un hijo. Aunque resulte un poco cabalístico jugar a la historia no ocurrida, ni que decir tiene que un hijo nacido del nuevo matrimonio hubiese trastocado hondamente la Historia de España, pues, sin muchas dificultades, hubiera sido jurado inmediatamente como heredero de Aragón y, con más problemas, lo hubiese sido de Castilla, toda vez que el séquito borgoñón de Felipe el Hermoso comenzaba a levantar las suspicacias de la nobleza castellana. Por ello, una vez asegurado el dominio del Mediterráneo para la Corona de Aragón, Fernando el Católico se dedicó a buscar con el mismo ahínco un hijo de la reina Germana, a la que uno de los cronistas castellanos más destacados, Prudencio de Sandoval (Crónica de los Reyes Católicos, cap. XCV), describió de la siguiente manera:

"Era la reyna poco hermosa, algo coxa, amiga de mucho holgarse y andar en banquetes, huertas y jardines, y en fiestas. Introduxo esta señora en Castilla comidas soberbias, siendo los castellanos y aun sus reyes muy moderados en esto. Passábansele pocos días que no convidasse o fuesse convidada. La que más gastaba en fiestas y banquetes, con ella era más su amiga".

Aunque persisten las dudas acerca de si el cronista, por respeto a la fallecida reina Isabel, exageró los defectos de Germana de Foix (de su belleza dan fe algunas embajadas francesas... pero también se puede sospechar de ellas, por motivos obvios), sí es importante destacar el carácter alegre, jovial y lúdico de la nueva reina de Aragón. De hecho, las crónicas de la época relatan cómo Antonio Agustín, vicecanciller del reino aragonés y padre del famoso humanista homónimo, fue mandado encerrar en la prisión de Simancas "por haber requerido de amores a la reina Germana." Aunque era ya un hombre veterano, el rey Fernando no toleró el más pequeño acercamiento lascivo a su esposa.

Desde el momento de su enlace con el Rey Católico, Germana fijó su residencia más estable en Valencia, primero en el palacete de la calle Caballeros, propiedad del conde de Oliva, Serafín de Centelles y Urrea, y más tarde en el Palacio Real; ambos lugares se convirtieron muy pronto en el escenario de las fiestas cortesanas más coloristas de la época, donde se daban cita poetas, músicos y nobles en plena efervescencia festiva.

Germana, reina de Aragón (1507-1516)

Al igual que había sucedido en época de la reina Isabel, Germana de Foix compartió labores de gobierno con su esposo, aunque el margen de maniobra dejado por el omnipresente Rey Católico era mínimo. Entre 1507 y 1516, Germana fue nombrada lugarteniente general del reino de Aragón, puesto de máxima importancia, sobre todo por las continuas ausencias de Fernando, ocupado en diferentes empresas italianas y norteafricanas. En 1510, los poderes fácticos del reino, obedeciendo la admonición del rey, concedieron a la reina la potestad para poder convocar Cortes generales en todo el territorio. Con todo, la función política de Germana de Foix como reina de Aragón, en calidad de lugarteniente, no ha merecido demasiado la atención de los historiadores, suponiendo que la sumisión de aquélla con respecto a Fernando sería total. El principal argumento para quienes defienden este papel de mera comparsa se basa en la cesión, por parte de Germana, de los derechos sobre Navarra a favor de Fernando el Católico, con lo que se puso fin a la problemática incorporación de este reino a la corona de Castilla. Germana de Foix, como hermana de Gastón, los había recibido al fallecer éste, acción validada por el monarca galo, que tampoco puso reparos a que su sobrina los cediese al monarca aragonés. No obstante, por la documentación existente en los registros de cancillería, el ascendente fernandino fue mucho menor de lo habitualmente considerado, y Germana, al menos en ciertos asuntos nobiliarios de Valencia y Aragón, ya mostró unas cualidades de gobierno que, poco más tarde, se harían notar plenamente con ocasión de las Germanías.

En espera de que sus años de reinado merezcan la atención de los investigadores, prácticamente el hito más importante relacionado con Germana de Foix es la intoxicación del rey Fernando, que ingirió un brebaje supuestamente vigorizante para, en consonancia con sus deseos de procrear, paliar la diferencia de edad existente entre ambos cónyuges. El resultado fue nefasto, ya que Fernando estuvo a punto de morir, y sus graves secuelas físicas no cesaron de acompañarle durante sus últimos años de vida. Logrado el objetivo de mantener a salvo las posesiones italianas, el ansiado heredero no llegó, y el frustrado intento virilizante llevó a la tumba al Rey Católico.

De reina a virreina (1517-1536)

Tras la muerte de Fernando el Católico (1516), no cabía, en principio, augurar un futuro despejado para la última reina de Aragón, sobre todo cuando el séquito flamenco del emperador Carlos copó todos los puestos de importancia en la política de ambos reinos. A pesar de ello, y dando muestras de su intuición política, la reina viuda muy pronto observó que únicamente estaría a salvo manteniendo la amistad y confianza de Carlos de Gante. Para ello, Germana efectuó varios movimientos, el primero de los cuales fue desaparecer de la vida pública y retirarse al monasterio de Guadalupe, desde donde comenzó a mover sus piezas con más comodidad. En primer lugar, renunció a cualquier derecho sobre Navarra, ya que los nobles franceses anhelaban aprovechar la coyuntura para volver a extender su influencia sobre el territorio norteño de la península. En segundo lugar, en 1517 cedió a Carlos I los dominios del sur de Francia que habían sido propiedad de su tío, el duque de Nemours, abortando nuevamente cualquier intento de sedición por parte de los privados borgoñones de Felipe el Hermoso, desplazados de su antigua posición preponderante en Castilla. Por último, y continuando con la política de cesiones, hizo beneficiario a Carlos I de todos los territorios y rentas en el sur de Italia que habían pertenecido a la Corona de Aragón. En lógica correspondencia, y en agradecimiento por el aldabonazo político prestado, Carlos I cedió a Germana de Foix las villas y rentas de Arévalo, Olmedo y Madrigal (con el consiguiente enfado de la nobleza castellana, al ser ciudades sentimentalmente unidas siempre a Isabel la Católica). Por si fuera poco, los lazos entre la reina viuda y el nuevo heredero se iban a estrechar todavía más.

El primer encuentro entre Carlos y Germana de Foix se produjo en Valladolid, en la primavera de 1518, con ocasión de los festejos previos a la celebración de Cortes en la villa del Pisuerga. Germana estuvo acompañada por Alonso de Aragón, arzobispo de Zaragoza, hijo ilegítimo de Fernando el Católico y que tan excelentes servicios políticos había prestado a su padre, incluyendo la regencia de Aragón hasta la llegada del emperador. Es de suponer que la protección del arzobispo hacia Germana forzase al emperador a buscar una solución para ésta, solución nada fácil dadas las circunstancias pero que, de nuevo, tomaría el rumbo habitual de los matrimonios políticos, agravado por un acontecimiento poco conocido: la existencia de una hija nacida de la relación entre la reina viuda y el futuro Carlos V. Sabido es que el emperador Carlos tuvo varios hijos ilegítimos, pero no es tan conocido que precisamente uno de ellos hubiera sido engendrado en la segunda mujer de su abuelo. En efecto, del encuentro vallisoletano entre el emperador y la reina viuda nacería Isabel de Castilla; el propio Carlos V sucumbió ante los mismos encantos que habían sido, en última instancia, causantes indirectos de la muerte del Rey Católico. Por ello, además de cumplir la promesa dada a su abuelo y de la presión de su tío, el arzobispo cesaraugustano, la dotación de un puesto para quien habría de ser madre de una de sus hijas hizo posible que la solución no se demorase en demasía para Germana de Foix, aunque ello supusiera, de nuevo, como en 1505, ponerla en la órbita de los matrimonios por razones políticas.

En 1519, Germana de Foix casó en segundas nupcias con el marqués de Brandenburgo, hermano del elector del mismo territorio germánico, con lo que Carlos I, siempre con miras a su política imperial, se aseguró el voto de este principado, a pesar de que la boda no fuese bien recibida por el pueblo, que consideraba una traición que la viuda del Rey Católico volviese a contraer matrimonio. Para Germana, el enlace supuso la confirmación de su política de cesiones, amén de devolverla otra vez a la capital del Turia, como virreina y lugarteniente del reino de Valencia, mientras el marqués era, a su vez, nombrado Capitán General del reino. En esta ocasión, la virreina tuvo que lidiar con dos de los problemas más acuciantes del levante peninsular: la revuelta de las Germanías y la sublevación de los moriscos en diferentes lugares. Sólo durante el verano de 1524, en que Germana acudió a la corte del emperador Carlos, el marqués de Brandenburgo estuvo al frente de los problemas valencianos. La mano firme que organizó la represión de los agermanats rebeldes fue la de Germana de Foix, siempre con el asesoramiento de los ministros hispanos del emperador, especialmente el cardenal Tavera.

Véase Guerra de las Germanías.

Cuando ya parecía que el devenir de Germana se había estabilizado, un nuevo revés haría tambalear su posición: la muerte, el 5 de julio de 1525, del marqués de Brandenburgo. Otra vez viuda, su destino volvería a apuntar hacia un matrimonio de conveniencia bajo la advocación del emperador Carlos, a pesar de que, al menos legendariamente, el elegido fuera el "amor imposible" de la virreina: Fernando de Aragón, duque de Calabria, prisionero en Játiva por oscuras razones supuestamente derivadas de un intento de fuga cuando, en 1505, fue a Barcelona a recibir a Germana para el primer matrimonio de aquélla. La tercera y última boda de la virreina se celebró en Sevilla, el 13 de mayo de 1526, siendo sus padrinos el emperador Carlos y la emperatriz Isabel de Braganza, en justa reciprocidad, ya que Germana y el duque lo había sido de la boda imperial. Como "regalo de bodas", el emperador nombró a ambos virreyes de Valencia, ciudad en la que entraron el 28 de noviembre de 1526 para residir, definitivamente, en el Palacio Real. Aprovechando la buena coyuntura política y social, únicamente quebrantada por el endémico problema de la minoría morisca tras el perdón general a los agermanats (12-IX-1528), los diez últimos años de su vida se presentaron, para Germana de Foix, como una época dorada en la que disfrutar de sus aficiones lúdicas.

La corte literaria de Germana de Foix

Si ya en 1506 el cronista Sandoval advertía el gusto por las fiestas, el lujo y el ambiente cortesano de quien iba a convertirse en reina de Aragón, la unión con otro amante de la música y la literatura, como el duque de Calabria, produjo una revitalización de la cultura renacentista, visible sobremanera en la ciudad de Valencia. A la capilla musical del duque, con profusión de músicos y compositores de las más destacadas escuelas polifónicas de Europa, se unió toda una pléyade de poetas cortesanos, entre los que cabe destacar, especialmente, a Joan Ram Escrivá, Juan Fernández de Heredia, Luis de Milán (también destacado vihuelista) o Joan de Timoneda, además de algunos nobles también dedicados a menesteres líricos, como el conde de Oliva (a quien fue dirigido el Cancionero general de Hernando del Castillo), Francisco Fenollet o Luis Crespí de Valldaura. Como principal legado del ambiente cortesano auspiciado por Germana de Foix han quedado dos textos: el Coloquio de las damas de Valencia, obra de Juan Fernández de Heredia, y el Libro de motes de damas y caballeros, obra de Luis de Milán, insertos ambos totalmente en las fiestas lúdico-literarias del Palacio Real. Precisamente la esposa de Fernández de Heredia, Jerónima Beneito Carroz Pardo de la Casta, se convirtió en la principal dama de compañía de Germana, compartiendo confidencias y gustos.

Además de estas obras principales, cuyo contenido lírico y musical ha sido habitualmente inscrito en el Cancionero de Upssala, es bastante posible que gran parte de las composiciones de poetas valencianos recogidas en el Cancionero general (1511) también sean inscritas en la primera estancia de la reina de Aragón en territorio valenciano. Como colofón al anteriormente descrito carácter jocoso y alegre de Germana de Foix, valga esta poesía, obra de Fernández de Heredia (op. cit., p. xxi), en la que el aspecto lúdico de la fiesta invita a las interpretaciones pícaras y eróticas que hacían las delicias de los cortesanos de la época. El motivo de la poesía es que, ante la pregunta del poeta, doña Germana indica que el mal que le afecta es comezón. La pícara respuesta de éste es la siguiente:

Si el mal que su Alteza tiene
es como es de calor,
tome al Duque por doctor
que le ordene
que él mismo se desordene
para curalle mejor.
Comezón de tal manera,
yo digo, con mi simpleza,
que si estuviera
dentro el mal, como de fuera,
por más doliente tuviera
al Duque que a vuestra Alteza.

Bibliografía

  • DOUSSINAGUE, J.M. Fernando el Católico y Germana de Foix. Un matrimonio por razón de Estado. (Madrid, Espasa-Calpe: 1944).

  • FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M. Carlos V. Un hombre para Europa. (Madrid, Espasa-Calpe: 1999).

  • FERNÁNDEZ DE HEREDIA, J. Obras. (Ed. R. Ferreres, Madrid, Espasa-Calpe, col. Clásicos Castellanos, nº 139: 1955).

  • MATEU IVARS, J. Los virreyes de Valencia. Fuentes para su estudio. (Valencia: 1963).

  • MILÁN, LUIS DE Libro de motes de Damas y Caballeros en la Corte valenciana de la Reina Doña Germana. (Valencia: 1535; ed. facsímil Valencia, París-Valencia: 1982).

  • PINILLA, R. Valencia y doña Germana. (Valencia, Generalitat Valenciana, Serie Minor, nº 15: 1994).

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez