A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
FilosofíaLiteraturaBiografía

Maquiavelo, Nicolás (1469-1527).

Político y escritor italiano, nacido el 3 de mayo de 1469 en San Casciano, Florencia, y muerto el 21 de junio de 1527 en la misma ciudad. La experiencia en la actividad política, así como las dotes de observador para conocer la psicología del político y los intereses que mueven a las masas, unido todo ello a su agudeza y brillante estilo, han hecho de Nicolás Maquiavelo, nombre castellanizado del italiano Niccoló Machiavelli, uno de los más conocidos, más leídos, aunque también más discutidos, escritores políticos.

Vida y obra

Nicolás Maquiavelo nació en un pequeño pueblo cerca de Florencia, San Casciano in Val di Pesa, en el seno de una familia venida a menos. Era hijo de Bernardo Machiavelli, un abogado de una antigua familia que fue anteriormente influyente en Florencia, y de Bartolomea di Stefano Nelli. Los dos progenitores provenían de familias cultas y en posesión de títulos nobiliarios pero con recursos escasos.

Entre 1494 y 1512 Nicolás Maquiavelo trabajó en una dependencia pública. Realizó viajes, enviado a varias cortes en Francia, Alemania y otras ciudades-estado italianas en misiones diplomáticas. Su ciudad, Florencia, era regida por Lorenzo de Médicis, llamado El Magnífico.

Después de recibir una completa formación humanística entró en 1498 al servicio de la república florentina como secretario de la cancillería. En 1512 fue encarcelado por un breve periodo en Florencia, y después fue exiliado y enviado a San Casciano. Tras la caída de la república, en 1512, aprovechó los años de retiro forzoso para escribir Il principe (El príncipe), -su obra más conocida- (1513), los Discorsi sopra la prima Decada di Tito Livio (Discursos sobre la primera década de Tito Livio, en 3 volúmenes) (1513-21), los diálogos Dell'arte della guerra (1521) e Istorie fiorentine (1521-25). Además fue autor de dos comedias Mandragora y Clizia, y de otros muchos escritos menores.

Su pensamiento político

El desarrollo de sus ideas coincide con una etapa en la historia en que las grandes ciudades de la época eran verdaderas fortalezas, polos de concentración del comercio y centros de instrucción cívica y militar. La Florencia que le tocó vivir estaba dividida por dos tipos de mentalidad, representadas por el austero sacerdote dominico Girolamo Savonarola por una parte y por Lorenzo, amante del arte, del esplendor y de algunos excesos. El poder de Savonarola sobre las fortunas florentinas era inmenso, y famosas eran las quemas de artículos suntuarios y libros, pero no parece haber sido tan importante para Maquiavelo, puesto que apenas lo menciona en El Príncipe, apareciendo como un malogrado profeta. Por otra parte, la excelencia y magnificencia del mandato de Lorenzo impresionó fuertemente a Maquiavelo, dedicando El Príncipe al nieto del mandatario.

Sirvió durante cuatro años en una oficina pública, trabajando de secretario, fue luego nombrado Canciller y Secretario de la Segunda Cancillería. Tuvo un rol importante en los asuntos de la república, como lo reflejan sus despachos y demás escritos, en los que empezaba a destacar por su estilo conciso y directo. Aún hoy se emplean frases plenamente vigentes de Maquiavelo, tales como "dividir para reinar". Ocupó posiciones prominentes a lo largo de su carrera, aunque aceptaba todos los trabajos a cambio de baja remuneración, y llegó a manifestar que no aspiraba a hacerse rico.

De una de sus primeras misiones para Caterina Sforza, hija del duque de Milán, extrajo la conclusión, que mantendría en el futuro, de que es mejor ganarse la confianza de la gente que confiar en la fuerza propia. El centro del pensamiento de Maquiavelo lo constituyó el problema político: cómo puede crearse un nuevo estado y cómo preservarlo. Para la instauración de un estado son importantes las capacidades de un individuo; para la conservación del mismo son importantes sobre todo las cualidades (virtù) del pueblo. Pero hay que tener presente que el concepto de virtud en Maquiavelo está muy lejos de significar algo parecido al homónimo cristiano. En él "virtud" conlleva el significado de los antiguos: capacidad y fuerza, la cual puede dar pie a comportamientos (justificados según él, tratándose de política) que serían probablemente reprobados por la ética cristiana. Para conseguir el éxito, asevera, aquél que quiera fundar un nuevo estado deberá emplear su fuerza y su astucia, sin dejarse entorpecer por escrúpulos morales, hasta el punto de llegar a emplear la crueldad y el engaño para sus propios fines en contra de quien se oponga a los mismos. Además, no duda en considerar que la religión misma puede ser manipulada, si es en favor de esos intereses, dado que la aprobación religiosa favorece el cumplimiento de los pactos y los compromisos que se han pactado en el interior de un pueblo, disminuyendo así la controversia y los litigios entre los sujetos.

"Fortuna" y "virtù" en los acontecimientos humanos

Toda esta concepción está fundamentada en un método que Maquiavelo expone con claridad: hay que buscar el realismo en la política, una "verdad efectiva" que se mantenga al margen de mitos y utopías que hermosean la realidad de una manera hipócrita, características de la filosofía y de la religión. La historia del hombre demuestra que es imposible extirpar el mal del corazón humano. Estas aseveraciones las describe con un estilo escueto, claro, sin ambivalencias, recordemos un ejemplo: "Si el partido principal, sea el pueblo, el ejército o la nobleza, que os parece más útil y más conveniente para la conservación de vuestra dignidad está corrompido, debéis seguirle el humor y disculparlo. En tal caso, la honradez y la virtud son perniciosas".

Con respecto a los sucesos políticos, parece adoptar el esquema cíclico propuesto por Polibio, según el cual, la decadencia de un estado seguiría de manera irremisible a su esplendor. El pensamiento de Maquiavelo al respecto es pesimista, aunque sin caer en el nihilismo. Aporta una corrección importante a ese esquema: ese proceso no es inevitable, dado que puede hacérsele frente con la virtù del pueblo y de los magistrados, a través de un retorno a los principios que dieron fuerza al primitivo estado. En este punto entran dos fuerzas que mutuamente se entrelazan: la virtù y la fortuna ("suerte", "casualidad"). La "fortuna" denota las condiciones que no dependen de la voluntad ni de la libertad de los hombres, frente a las cuales, sin embargo, no debe uno refugiarse pasivamente en la esperanza, sino que se debe intervenir activamente para dominarlas. Maquiavelo adjudica a la virtù posibilidades mucho más trascendentes que a la "fortuna". Así, defiende que las posibilidades de éxito no pueden relegarse únicamente a la "fortuna", sino que dependerán también de la virtù de quien actúe. Comparó la consecución de la fortuna con las mujeres, y concluye que sólo el osado con su atrevimiento conquistará a ambas, nunca el cauto.

La vida de Maquiavelo estuvo influenciada por los acontecimientos políticos y sociales surgidos a consecuencia de la ambición del papa Alejandro VI y de su hijo, César Borgia, el duque Valentino; ambos ocupan varias páginas de El Príncipe. Maquiavelo describe las acciones del duque como modelo de patrones de conducta de la acción política, en cuanto a la toma del poder. Para algunos historiadores y críticos, el Príncipe está esculpido con el perfil de los Borgia. Aun con detalles y descripciones de tipo heroicas, el duque es descrito como el tipo de hombre que acrecienta su fortuna a costa de los otros, y por lo tanto, cae también de la misma manera, en su propia ley. A través de Borgia, Maquiavelo coincidió con Leonardo da Vinci, con quien al parecer mantuvo extensas conversaciones.

Cuando Alejandro VI muere en 1503, Maquiavelo fue el elegido para supervisar la elección del sucesor. Le tocó percibir entonces las maniobras de César Borgia tendientes a forzar la elección de Giuliano delle Rovere (futuro Papa Julio II). Maquiavelo, describiendo el proceso de esta elección, comentó luego, con gran acierto: "aquel que piense que los favores harán que los grandes personajes olviden ofensas pasadas, se engaña a sí mismo". La Historia se encargó de darle la razón, pues el papa Julio II no descansó hasta llevar a César Borgia a la completa ruina.

En 1507 viajó en una delicada misión diplomática, para parlamentar con los representantes del gobierno en Alemania, y pudo convencerles de que no invadieran Italia, tras lo cual opinó: "los alemanes son una grandísima fuerza militar, pero tienen y tendrán una política muy débil". Describió al emperador Maximiliano como un gobernante débil y lleno de defectos, principalmente en su carácter, carente de la persistencia y del ímpetu necesario para triunfar. Otros comentarios sobre políticos de la época incluye el efectuado sobre el rey Fernando El Católico, de quien, por el contrario, admiraba sus conquistas amparándose en la religión, pero que, dice, desconocía los principios de la piedad, la humanidad y la integridad; aunque mucho menos hubiese logrado si se hubiese dejado influir por dichos principios.

El resto del servicio público de Maquiavelo giraron en torno a los episodios que condicionaron la creación de la Liga de Cambrai, formada en 1508 con el propósito de destruir a la República Veneciana. A raíz de la batalla de Agnadello, en que las potencias del momento se enfrentaron a la poderosa Venecia, generando un conflicto entre el papa y Francia, se dejó a Florencia desprotegida, y a merced de los designios papales. Éste resolvió a favor del regreso de la familia Médicis al poder, que se materializó el 1 de septiembre de 1512. La caída de la república trajo el cese de Maquiavelo en la función pública, dando por terminados sus servicios en la esfera oficial. Al poco tiempo, fue encarcelado e incluso torturado, acusado de conspiración contra los Médici, pero fue liberado por intercesión del papa León X. Se retiró a su poblado natal de San Casciano, en que subsistió a duras penas con trabajos rudos en el campo. En su tiempo de descanso fue cuando descubrió su interés por la literatura, y, ataviado con sus vestimentas y uniformes del servicio civil, lee a los clásicos, especialmente a Dante, a Petrarca y a Ovidio. En ese período que abarcan unos 8 años, puede escribir 8 libros, precisamente en la época que él describió como más desdichada, fue cuando más desarrolló su talento como escritor.

En 1521 fue absuelto de los cargos contra él, pero no se reincorpora al servicio público. Fue defensor de unos representantes del gremio de la lana, por el cual recibió una sustanciosa remuneración. Trabajó en la academia de Bernardo Rucellai, y tradujo la obra del griego Polibio, de quien adopta muchas ideas sobre la forma de gobernar en una república. Escribe una Historia de Florencia a instancias del papa Clemente VII (Julio de Médici), por la cual recibe un pago, pero es acusado una vez más de conspirar contra los Médicis, por lo que fue denostado por la opinión popular.

Su obra ha trascendido el desgaste del tiempo, y las expresiones de "maquiavélico", o de "maquiavelismo" aluden a los principios recogidos en sus obras, principalmente en El Príncipe, verdadero tratado de costumbres y minuciosas observaciones, en las que pormenoriza los rasgos que los líderes exitosos deberán poseer para arribar y permanecer en el poder.

Murió en el poblado que le viera nacer, en soledad, en 1527.

Autor

  • CCG.