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HistoriaBiografía

Hinojosa, Pedro de (¿-1553).

Conquistador español nacido en fecha desconocida en Trujillo y muerto en 1553 en La Plata (Perú). Fue conquistador de Perú y capitán del rebelde Gonzalo Pizarro. Dirigió la flota que debía sumar Panamá al alzamiento, pero se pasó a los realistas. General luego de las tropas de Lagasca, luchó contra los pizarristas y obtuvo como recompensa la mina del Potosí. Corregidor y justicia mayor de La Plata, fue asesinado por los seguidores de Sebastián Castilla.

Posiblemente fue reclutado en su Trujillo natal para la conquista del Perú por Hernando Pizarro en 1534. Apenas recién llegado, en 1535, fue nombrado teniente de gobernador en Cuzco, bajo las órdenes directas de Hernando. Se distinguió en las acciones realizadas para reprimir el alzamiento indígena ocurrido ese mismo año. Al sobrevenir el alzamiento almagrista fue apresado en Cuzco, pero logró huir a Lima con Gonzalo Pizarro.

El gobernador Francisco Pizarro le recibió complacido, y figuró desde entonces a su lado, en las filas del ejército que trató de apoderarse de Cuzco. Estuvo también en la batalla de Salinas, donde portó el estandarte real (26 de abril de 1538). Tras el asesinato del marqués de la conquista y el levantamiento de Almagro el Mozo, Hinojosa se retiró a Chuquisaca, donde fue regidor. Salio de allí para Arequipa y Cuzco bajo las órdenes del gobernador de Charcas, Pedro Anzures, que levantó el pendón real.

Luchó contra los almagristas hasta la batalla de Chupas (16 de septiembre de 1542), en la que participó igualmente. Llegó luego el virrey Núñez Vela con sus Leyes Nuevas y se alzaron los encomenderos con Gonzalo Pizarro. Hinojosa militó incondicionalmente en el bando rebelde; fue capitán de su guardia personal y realizó algunas operaciones notables, como ir a Arequipa por hombres y armas y contener a Hernando Bachicao, a quien encontró en Tacunga y de quien consiguió que esperase la llegada de Gonzalo Pizarro antes de emprender nuevas acciones contra Núñez Vela.

Gonzalo Pizarro nombró a Hinojosa general de su escuadra, que estaba en la isla de Puná. Marchó a hacerse cargo de ella con sus capitanes Juan Alonso Palomino y Rodrigo de Carvajal, y con el teniente Juan de Mendoza. A esta fuerza se agregaron los capitanes Pablo de Meneses y Baltasar de Castilla. La flota rebelde bajo su mando llegó a sumar 22 naves, con las que debía controlar el Pacífico para los rebeldes. Hinojosa se dirigió a Buenaventura, donde supo que estaba cerca el hermano del virrey Núñez Vela (venía de Popayán), camino de España y llevando consigo a un hijo de Gonzalo Pizarro. El general ordenó al capitán Palomino que penetrase en el territorio con un numero apreciable de hombres y le capturase, cosa que se cumplió fielmente. Al llegar a Buenaventura el hijo del Rebelde recibió honores casi principescos.

Hinojosa puso entonces proas a Panamá, adonde llegó en octubre de 1545. Se le enfrentó el gobernador Pedro de Casaos con algunas tropas, bisoñas en su mayoría. Hinojosa desembarcó 200 hombres y se dirigió contra los defensores. Poco antes de iniciarse la batalla apareció una sorprendente procesión de curas y religiosos con cruces enlutadas, rezando y pidiendo paz entre los cristianos. Se suspendió la acción y se iniciaron unas conversaciones en las que se acordó nombrar unos negociadores (Baltasar de Castilla y Pedro de Cabrera) para que resolvieran el problema. Hinojosa hizo saber que Gonzalo Pizarro le había enviado para comprar algunas cosas, y no para guerrear, lo que resultó decisivo a los ojos de los vecinos de Panamá, que eran principalmente comerciantes y pacíficos. Se llegó a un tratado por el cual se aceptaba que Hinojosa y 50 de sus hombres entrasen en la ciudad, donde permanecerían 30 días, y que entretanto el resto de la armada fuera a atracar a la isla de las Perlas. El tratado fue firmado y hasta se dieron rehenes por ambas partes.

Durante las semanas posteriores muchos panameños se pasaron al bando rebelde, ya que deseaban ir al Perú, famoso por su riqueza. Transcurrido el plazo fijado, la flota entró en Panamá, donde los vecinos aceptaron fácilmente la presencia de los pizarristas. Se supo entonces que había llegado a Nicaragua Melchor Verdugo con un grupo de realistas procedentes de Trujillo. Hinojosa mandó en su persecución a Juan Alonso Palomino, que no pudo encontrar a sus enemigos. Verdugo había pasado a la costa atlántica y de allí a Nombre de Dios (1546), donde sorprendió los hombres de Hinojosa y se apoderó del puerto. Intentó luego ir contra Panamá, pero ante lo escaso de su fuerza decidió poner rumbo a Cartagena.

Entretanto, había llegado a Nombre de Dios el Pedro de Lagasca, enviado por el Rey para pacificar el Perú. Fue recibido hostilmente, como nos lo explica el Inca Garcilaso: “todos le mostraron poco respeto y ningún amor, especialmente que muchos soldados se desvergonzaban a decir palabras feas y desacatadas, motejándole la pequeñez de su persona y la fealdad de su rostro”. Lagasca inició entonces su conocida labor de zapa y fue logrando que los rebeldes le aceptaran. Primero fue el capitán Hernán Mejía, que ofreció en secreto pasarse a su bando. Luego envió a Gonzalo Pizarro una carta imperial y otra suya, invitándole a aceptar la autoridad real. El rebelde respondió mandando a los embajadores Lorenzo de Aldana y Gómez de Solís (noviembre de 1546). Estos comisionados llegaron a Panamá y se unieron a Hinojosa, para cuatro días más tarde ir a entrevistarse con Lagasca, a quien ofrecieron su lealtad.

El pacificador Lagasca se presentó luego en Panamá, donde se dedicó a difundir la idea de que el Rey deseaba únicamente la paz y hacer justicia por las muertes de Francisco Pizarro y del virrey, motivo por el cual no enviaba tropas, sino sólo su modesta persona. Finalmente se entrevistó con Hinojosa, a quien persuadió de la necesidad de aceptar la autoridad real, ofreciéndole el nombramiento de capitán general de las fuerzas de mar y tierra del Perú, lo que convenció definitivamente a Hinojosa, que se pasó a sus filas. Entregó la flota rebelde y marchó al Perú capitaneando las tropas reales. Figuró en el encuentro de Sacsahuaman, en el que mandó la caballería a la izquierda de la infantería, junto con los capitanes Diego de Mora, Juan de Saavedra y Rodrigo de Salazar. Tras el ajusticiamiento de Gonzalo Pizarro, fue premiado por Lagasca con un repartimiento de indios en Charcas; precisamente el que había tenido Gonzalo Pizarro, que rentaba 100.000 pesos anuales. Le fue concedido además una mina de plata en la región de Potosí, que rentó pronto otro tanto.

No acabaron aquí los servicios de Hinojosa, pues prendió luego en Atacama a Pedro de Valdivia, por orden del mismo Lagasca, para que diera cuenta de algunas acusaciones que se le habían formulado antes de penetrar en Chile. El Pacificador regresó finalmente a España y dejó el gobierno de Perú a la Real Audiencia. Hinojosa se dedicó a sus negocios.

Hubo entonces rumores de que algunos descontentos estaban promoviendo otra revuelta acaudillados por Hinojosa, que este desmintió totalmente. La Audiencia tampoco lo creyó. Muy por el contrario, le nombró corregidor y justicia mayor de Charcas, donde estaba el núcleo de la supuesta rebelión. Hinojosa actuó con eficacia, pero criticó algunas actuaciones de la Audiencia, como imponer una cédula que suprimía el servicio personal indígena. Vino luego el anciano virrey Antonio de Mendoza a gobernar en Perú (1551). El Alto Perú o Charcas era entonces un hervidero de soldados sin oficio y de capitanes descontentos, venidos de otros lugares donde habían intentado promover motines. Entre ellos destacaban Sebastián Castilla, el capitán Martín de Robles, etc. Muchos de éstos rodearon a Hinojosa y le instigaron a acaudillarlos, a lo que se negó. Tampoco quiso escuchar a quienes le avisaron de que estaba amenazado de muerte (Polo de Ondegardo, entre ellos). Don Sebastián de Castilla, hijo del conde de la Gomera, preparó finalmente su asesinato, junto con Antonio Sepúlveda, Pedro Saucedo, Garci Tello de Vega, Gonzalo Mata, Diego Vergara, Álvaro Pérez Payán y Anselmo de Hervías. El 6 de marzo de 1553 asaltaron la casa de Hinojosa y le mataron. Garci Tello de la Vega le dio la primera estocada mortal con su espada y le remataron luego Antonio de Sepúlveda y Anselmo de Hervias. Castilla tomó el título de capitán general y justicia mayor y dirigió la rebelión. No tardaría mucho en ser asesinado por otro de sus compañeros, Vasco Godínez.

Bibliografía

  • FERNANDEZ, D. Historia del Perú. Madrid, Editorial Atlas, B.A.E., 1963

  • GUTIÉRREZ DE SANTA CLARA, P. Historia de las guerras civiles del Perú (1544-1548). Madrid, B.A.E., Atlas, 1963

  • INCA GARCILASO DE LA VEGA. Obras completas de... Madrid, Atlas, 1965, 4 vols.

MLS

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  • 0302 MLS