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HistoriaPolíticaBiografía

Pizarro, Hernando (1475-1578).

Militar español y conquistador de Perú, nacido en Trujillo (Extremadura) en 1475 y muerto en la misma ciudad en 1578.

Vida

Fue el único hijo legítimo, del coronel Gonzalo Pizarro (conocido como “el Romano” o “el Largo”) y de doña Isabel de Vargas. Luchó junto a su padre en Italia y estuvo también en el cerco de Logroño (Navarra), lo que le valió ser nombrado capitán de infantería del duque de Nájera en la guerra de Navarra. En 1529, siguió a su hermano Francisco cuando éste constituyó en Trujillo el grupo que llevaría a cabo la conquista, al cual se unieron un buen número de hidalgos de la región extremeña, dado el prestigio del militar.

Algunos lo tachan como cruel y soberbio, amparados en el hecho de haber sido él quien mandó decapitar al socio de su hermano en la conquista, don Diego de Almagro. De hecho, las discrepancias entre los dos socios de la conquista surgieron por el carácter altanero de Hernando, “inclinado antes a mandar que a obedecer” según dice Rómulo Cúneo Vidal, uno de los biógrafos de Francisco.

Tras pasar a Indias en 1530, dos años más tarde se apoderó de Cajamarca, donde se encontraba el inca Atahualpa , que a la sazón daba término a su lucha fratricida con Huáscar. Fue él quien llegó a los alrededores de la futura capital, Lima, al santuario de Pachacamac, donde presumía encontraría gran cantidad de oro. Allí tuvo lugar su famosa arremetida contra el ídolo de los indios, ante el estupor de los naturales. También quien capturó al capitán indio Calcuchima que se reorganizaba para atacar a los españoles, haciendo gala de notable valor. Fue sin duda uno de los militares más efectivos de la hueste conquistadora y también uno de los más cultos.

Se le encargó llevar de vuelta a España los tesoros y las noticias de la conquista, así como las demandas de los conquistadores, y en enero de 1534 fue recibido, algo que no ocurrió ni con Colón ni con Cortés. Pizarro entregó como quintos reales los tesoros y se ganó la confianza de las autoridades, consiguió recompensas inmensas y un gran poder, todo lo cual le permitió regresar a Perú con el título de marqués para su hermano, el hábito de Santiago para él y ciertas concesiones, de cuyas potencialidades la administración metropolitana no tenía noción, tales como la capacidad de conceder repartimientos de indios con jurisdicción plena, lo que abrió un camino en derecho para reclamar posteriormente los encomenderos cuando se pretendió limitar su poder.

Tras regresar a Perú, Hernando se reunió con su hermano Francisco en Lima. Fue entonces cuando se recibieron noticias alarmantes de Cuzco, de donde habían salido tanto Almagro a Chile como Pizarro a Lima. Hernando fue comisionado para ir a cuidar los recelos que despertaba Manco Inca. En 1535 estaba en Cuzco como gobernador, nombrado por su hermano Francisco, cuando las ciudades de Cuzco y Lima fueron cercadas por 200.000 indios. Los custodios españoles del Cuzco resistieron durante diez meses en una de las acciones bélicas más sorprendentes y llenas de misterio de toda la Conquista. Este fue el origen de la tradición que atribuyó al Apóstol Santiago la sobrenatural fuerza que protegió a los conquistadores.

Hernando Pizarro viajó a España a fines de 1539 para explicar como había sido el procedimiento contra Almagro y los requerimientos de los Pizarro y los conquistadores; permaneció prisionero hasta 1560 por las responsabilidades habidas en los conflictos que siguieron a la conquista. Durante su encierro en Medina del Campo, que no fue muy estricto, tuvo relaciones con doña Isabel Mercado, mujer noble del lugar, que murió siendo monja de Santa Clara en Trujillo en 1576. A pesar de haber tenido con ella dos hijos, un varón y una mujer, en 1522 se casó con su sobrina Francisca Pizarro, que tenía diecisiete años cuando el conquistador contaba más de cincuenta años de edad. Esta mujer era la única hija legitimada del marqués conquistador don Francisco Pizarro y heredó los bienes más importantes. Francisca, acompañada de su padrastro, Francisco de Ampuero, había llegado a España desde Perú por los problemas políticos que siguieron a las guerras civiles y el alzamiento de su tío Gonzalo, por orden del propio Rey. Con esa unión, Hernando se convirtió en el portador de una de las fortunas engendradas en la conquista. Su unión matrimonial tuvo, sin duda, la marca del interés pecuniario que siempre lo caracterizó pero, además, hay quien ha visto en ello su último esfuerzo por defender los fueros y derechos atacados y en posible quiebra de su familia, de la que él había sido eje por su posición. Hernando acumuló también la herencia de su hermano Juan y administró y protegió a sus otros sobrinos, hijos de Francisco. Tuvo de su sobrina Francisca tres hijos y una hija, que heredaron el marquesado de la Conquista.

La fortuna de Hernando, como la de sus hermanos, fue muy grande. Sus encomiendas y minas peruanas le hicieron enormemente rico; de hecho, sus minas de Porco eran las más fructíferas hasta que se descubrió Potosí y a ellas llevó el mayor contingente de esclavos negros que se importaron nunca a Perú en todos los tiempos. Era el mayor comerciante de productos europeos (que comenzó a traer en su propia nave desde su primer regreso a España con el tesoro inca) que vendía a los conquistadores e hispanoperuanos a través de sus mayordomos, toda una empresa. Se destacó como el primer gran negociante de hoja de coca, que sacaba de sus encomiendas de las yungas (valles bajos) de Cuzco y comercializaba en las minas. Llevó sus tesoros a España en su primer viaje, cuando aún no había terminado el reparto de Cajamarca, en el que junto con Francisco obtuvo los mayores beneficios. Nunca pudieron, aunque lo intentaron, privarle de esos bienes, antes al contrario, hizo una serie de hábiles gestiones por las que logró conservar su hacienda unida a la del marqués de la conquista, una fortuna que envidiaron enemigos y organizadores coloniales que se entronizaron una vez derrotados los encomenderos que comandó Gonzalo Pizarro, levantado contra el primer virrey Blasco Núñez Vela. Hernando logró reunificar y rescatar parte de las posesiones y derechos de la familia desde su matrimonio con Francisca y hasta que salió libre de las acusaciones que pesaban sobre él. No obstante, durante el gobierno peruano del virrey Toledo, en 1573, el patrimonio peruano de los Pizarro pasó a otras manos. Para entonces, se trataba de una parte mínima, ya que la más importante se había consolidado en España.

Autor

  • Luis Miguel Glave