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Ocio y entretenimientoBiografía

Villalta y Serrés, Nicanor (1897-1980).

Matador de toros español, nacido en Cretas (Teruel) el 20 de noviembre de 1897, y fallecido en Madrid el 6 de enero de 1980. Contaba sólo ocho años de edad cuando se trasladó, en compañía de su familia, a México, donde pronto dio muestras de poseer una acusada vocación taurina que, tras varios festejos de aprendizaje, le permitió estrenar su primer traje de luces en Querétaro (Veracruz) el día 22 de junio de 1918. Emprendió, a partir de entonces, una exitosa andadura novilleril que le trajo de nuevo a España en la campaña siguiente, para torear por vez primera en suelo hispano en la plaza de Zaragoza, en una función de novillos en la que también estaba anunciado el toreo bufo de "Charlot" y "Llapisera".

Las dificultades que se cruzan de contino en las carreras de los toreros modestos provocaron que su etapa novilleril se prolongara innecesariamente en la península Ibérica, donde no consiguió una oportunidad de torear ante la primera afición del mundo hasta el día 2 de abril de 1922, después de haber visto cómo se suspendían tres novilladas en las que estaba anunciado en Madrid. Pero pudo, por fin, presentarse ante el público capitalino en dicha fecha, ya a una edad ciertamente avanzada para un novillero (iba camino de cumplir, a la sazón, los veinticinco años de vida), y demostró buenas maneras ante un lote de Moreno Santamaría, alternando con "Facultades" y "Morenito de Zaragoza". Esta aplaudida actuación le valió su pronta repetición en los carteles de la Villa y Corte, donde, el día 2 de mayo, realizó una espléndida faena a un novillo de Tovar que fue galardonada con una oreja del cornúpeta. Lanzado a partir de este clamoroso triunfo en Madrid, volvió en tres ocasiones más al ruedo de la capital y empezó a prodigarse por otros redondeles taurinos de gran prestigio, como los de Barcelona, Bilbao, Córdoba, Logroño, Málaga y Zaragoza, y en todos ellos dejó bien acreditada su madurez para afrontar el paso más importante en la trayectoria profesional de cualquier aspirante a gran figura del Arte de Cúchares: la toma de alternativa.

Tuvo lugar este ingreso de Nicanor Villalta en la nómina de los matadores de toros el día 6 de agosto de 1922 en las arenas de San Sebastián, en el transcurso de una corrida de ocho toros en la que hizo las veces de padrino el gran espada mexicano Luis Freg Castro, quien cedió al toricantano la muleta y el acero con los que había de trastear y despenar a Capotero, un burel negro perteneciente a la vacada de Bueno. Oficiaron como testigos de dicha ceremonia los primos Marcial y Pablo Lalanda.

Antes de que concluyera dicha temporada de 1922 (concretamente, el día 21 de septiembre), Nicanor Villalta compareció de nuevo en el coliseo madrileño, esta vez dispuesto a confirmar la validez de ese título de doctor en Tauromaquia que había recibido en las arenas donostiarras. Fue su padrino de confirmación el afamado coletudo sestaotarra Diego Mazquiarán Torrontegui ("Fortuna"), quien, bajo la atenta mirada del maestro madrileño Emilio Méndez Sanz -que hacía las veces de testigo-, le facultó para dar lidia y muerte a estoque a un astado criado en las dehesas de Matías Sánchez.

La trayectoria profesional de Nicanor Villalta conoció las mieles del triunfo durante el segundo lustro de la década de los veinte, con éxitos tan ruidosos como los cosechados en Madrid los días 7 de mayo y 18 de junio de 1925, en los que cortó -respectivamente- una y dos orejas; o los logrados, en general, durante las campañas de 1927 y 1928, en las que ganó opinión de gran figura del toreo, a pesar de la escasa vistosidad estética de su quehacer delante de los toros (entorpecida, además, por el desgarbo que añadía a su persona su excesiva estatura). Era, sin embargo, poderoso y eficaz con la muleta (sobre todo, en el trasteo con la mano derecha), y hábil y certero con la espada hasta el extremo de convertirse en uno de los mejores estoqueadores de su tiempo.

El lustro siguiente contempló el declive de su toreo y su evidente pérdida de facultades físicas, por lo que el diestro aragonés decidió -con buen criterio- retirarse del ejercicio activo de la profesión al término de la temporada de 1935. Pero los desastres de la Guerra Civil, que provocaron la pérdida de su patrimonio, le obligaron a regresar a los ruedos en 1939, para protagonizar nuevas tardes de gloria a comienzos de la década siguiente (y, de forma muy señalada, durante la temporada de 1942, en la que fue aclamado en plazas tan importantes como las de Madrid, Sevilla, Barcelona y Valencia). Se retiró definitivamente del toreo a finales de la temporada de 1943, primero con su último triunfo en Madrid (el día 12 de octubre) y, por fin, con su abandono oficial el la plaza de toros de Zaragoza el día 17 de dicho mes, después de haber estoqueado reses de Sánchez Fabrés, acompañado en los carteles por Manuel Rodríguez Sánchez ("Manolete") y Emiliano de la Casa García ("Morenito de Talavera").

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.