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LiteraturaBiografía

Pérez Escrich, Enrique (1829-1897).

El dramaturgo y novelista por entregas Enrique Pérez Escrich nació en Valencia en 1829 y murió en Madrid en 1897. Sus aficiones literarias aparecieron en época temprana, mientras realizaba los estudios en su ciudad natal. Casó joven y, con diecinueve años, se trasladó a la capital del reino para seguir su carrera literaria, cosa que no le fue fácil al principio. Inició su andadura como escritor de dramas sentimentales y de zarzuelas, siguiendo los pasos del andaluz Luis Eguílaz. La actividad dramática le agradaba sobre manera y la siguió cultivando a lo largo de su vida. En l855 publicó su primera obra, la zarzuela Cuarzo, pirita y alcohol. Haciendo caso al consejo de sus editores, los hermanos Manini, comenzó a publicar novelas por entregas trasladando a este género sus propias obras de teatro. Así, su drama más famoso, escrito ya en Madrid, titulado El cura de aldea (l858), acabaría siendo en fechas posteriores una de sus más cotizadas novelas.

Alcanzó mucha fama, llegó a ser el novelista más leído de su generación, y ganó dinero en abundancia (entre 40.000-50.000 pesetas anuales en su época de esplendor), en especial con los folletones sentimentales, escritos siguiendo los modelos del maestro Manuel Fernández y González y de los autores franceses D'Alincourt, Ponson du Terrail.... Se le atribuye la autoría de unas cincuenta novelas. Sin embargo, su producción novelística ni es tan rica ni tan variada como la de otros narradores coetáneos. Tras más de veinte años en candelero, enfermo y arruinado, en 1897 acabó sus días en Madrid acogido en el Asilo de las Mercedes. Empleó en ocasiones el seudónimo de Carlos Peña-Rubia y Tello.

Como autor de teatro nos legó casi una treintena de obras dramáticas, según la relación incluida en el Catálogo de Tomás Rodríguez Sánchez. Poseía, pues, la misma facilidad creativa para el drama que para la novela, fórmulas literarias que cultivaba indistintamente, con gran aplauso del público. Sus piezas teatrales pertenecen a los géneros al uso en el teatro comercial de la época: drama sentimental, religioso e histórico (Jorge el artesano, 1854, en colaboración con A. Altadill; Sueños de amor y ambición, 1855; La corte del rey poeta, 1855; Juan el Tullido, 1856; La pasión y muerte de Jesús, 1856; La dicha en el bien ajeno, 1857; Herencia de lágrimas, 1857; El cura de aldea, 1858; El corazón en la mano, 1871; El maestro de hacer comedias, 1875), comedias o juguetes cómicos (Calamidades, 1855; Los extremos, 1855; Ver y no ver, 1855; El maestro de baile, 1856; El rey de bastos, 1859; Caricaturas, 1860; El tuyo mío, 1861; El músico de la murga, 1870; La mosquita muerta, 1870), zarzuelas (Gil Blas, 1860; El que siembra recoge, 1861; La guerra santa, 1879, en colaboración con Luis Mariano de Larra). Este teatro comercial no ha merecido la atención de los estudiosos, a pesar del éxito de público que alcanzó.

El narrador Pérez Escrich era especialista en novelas contemporáneas muy moralizadoras y sensibleras, marcando una línea que seguirían después San Martín, Rodríguez Solís, Castellanos y Velasco, Martínez Barrionuevo y de Val. Su mundo novelesco se presenta de una manera muy elemental y maniquea (dualismo moral), en el que luchan buenos y malos con el previsto triunfo final de la virtud. Según Ferreras: "Para Pérez Escrich el universo es solamente un tenue telón de fondo, sobre el que luchan demonios y ángeles; sus novelas están pobladas de huerfanitas virginales, modestas y honradas que acaban casándose muy bien; los traidores, bandidos, tutores, hombres adinerados que intentan desheredar a desamparados huérfanos, etc., acaban siempre por ser castigados por la Divina Providencia" (La novela popular, p. 198.). En esta misma línea de interpretación, el novelista coetáneo Palacio Valdés definía ya la personalidad del escritor valenciano con una frase lapidaria: "Las buhardillas de Pérez Escrich huelen tanto a virtud que tiran de espaldas". No encontramos en sus narraciones ni profundidad psicológica en los personajes, ni buen estilo, ni cuidado del lenguaje literario. Con la abundancia de sentimentalismo barato supo captarse la atención del público, en particular del femenino, que le seguía entrega a entrega y hasta casi colaboraba en su creación.

Entre sus novelas más recordadas podemos citar: El cura de aldea (1863), El mártir del Gólgota (1863-64), La caridad cristiana (1864), Las obras de misericordia (1864-65), La mujer adúltera (1866), El pan de los pobres (1868), El manuscrito de una madre (1872), El ángel de la guarda (1874), La perdición de la mujer (1881), La hermosura del alma (1883), La esposa mártir (1883), etc. Casi todas sus novelas pertenecen a este género sentimental y moralizador, si bien unas, las más, desarrollan la acción en el tiempo presente, e incluye pinturas de carácter costumbrista, y algunas pocas en un ámbito histórico pasado.

La novela más famosa fue El cura de aldea (1863), obra que consiguió innumerables reediciones. En el Prólogo que le precede se cura en salud sobre ciertas críticas de liberalismo que se le hicieron al drama del mismo título estrenado el 24 de diciembre de 1858, para declararse hombre religioso e independiente. Y añade: "El teatro y la novela son mis tribunas; consignar verdades, atacar el vicio, enaltecer la virtud y defender la moralidad ha sido siempre mi constante afán [...] Pero si las ideas de un autor se revelan por la esencia que se encierra en sus obras, léanse las mías, y se verá que, como escritor, he predicado las ideas de ese gran libro, el Evangelio; además, como hombre, he procurado, y esto lo saben cuantos me conocen, practicarlas en mi vida privada". De hecho esta obra sirvió de bandera de enganche para los conservadores que vieron en Pérez Escrich un antídoto seguro contra los novelistas populistas y socializantes. Predica cierta "moralidad de confesionario", según Rubén Benítez, que la relaciona con la novela sentimental-moral de la época fernandina.

El frac azul (Memorias de un hombre flaco), 1864, es una novela de carácter autobiográfico, pero con fines moralizadores: pretende sacar enseñanzas de los episodios de su propia vida para ejemplo de otros jóvenes. Declara en el Prólogo: "Lector amigo: El libro que tienes en las manos, tal vez no sea del todo inútil para los hijos de familia; para esos jóvenes de imaginación viva, de alma ardiente que, abandonando el hogar doméstico, corren empujados por sus ilusiones, por sus risueñas esperanzas, en busca de un nombre glorioso y de una fortuna, encontrando muchas veces crueles desengaños que acaban de poner la pistola del suicida en sus manos, dejando con su muerte un dolor eterno en el corazón de los padres". La novela ilumina algunos episodios de la biografía del autor a través del protagonista Elías, y se hacen descripciones curiosas del Madrid cultural y costumbrista de la época. A partir de la edición de 1875 acompaña a la novela un epílogo, "Retratos a la pluma", escrito en términos sumamente laudatorios por Julio Nombela: "Escrich es una prueba más de que el estilo es el hombre".

Bibliografía

  • AA. VV.: Historia de la Literatura Española. Siglo XIX (I), coord. G. Carnero, Madrid, Espasa Calpe, 1997, 8, 687-689.

  • FERRERAS, J. I.: La novela por entregas (1840-1900), Madrid, Taurus, 1972.

  • PALACIOS FERNÁNDEZ, Emilio: "La novela por entregas", en AA. VV., Historia de la Literatura española e hispanoamericana, coord. E. Palacios F., Madrid, Orgaz, 1980, V, pp. 85-119.

  • RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, Tomás: Catálogo de dramaturgos españoles del siglo XIX, Madrid, FUE, 1994, p. 456.

  • ROMERO TOBAR, Leonardo: La novela popular española del siglo XIX, Madrid, Ariel, 1976.

E. PALACIOS FERNÁNDEZ

Autor

  • MFE. E. PALACIOS FERNÁNDEZ