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LiteraturaBiografía

Palacio Valdés, Armando (1853-1938)

Novelista español nacido en Entralgo (Asturias) en 1853 y fallecido en Madrid el 29 de enero de 1938. Estudió Bachillerato en Oviedo donde intimó con Clarín, Tuero y Rubín con quienes, en 1870, partió hacia Madrid para estudiar Derecho. Llegó a ser director de La Revista Europea. Ingresó en la Real Academia Española en 1906.

Empezó a escribir en la década de los años 80, aunque, igual que le ocurriera a Emilia Pardo Bazán, intentó buscar nuevos caminos en el ámbito del realismo. Por ello, su obra carece de unidad. Publicó novelas naturalistas, realistas, psicológicas, dualistas, etc. Sin embargo, a lo largo de su extensa obra se va perfilando un mundo personal. Para Ferreras, Palacio Valdés es el primer novelista subjetivo de la Generación del 68, ya que se hace presente en la obra no a partir de una serie de juicios de valor, como en el caso de lo prerrealistas, sino que escoge su propia persona como materia novelable. El subjetivismo realista, o combinación entre ficción y autobiografía, se irá afirmando progresivamente hasta convertirse en el estilo propio del autor.

Armando Palacio Valdés.

En sus comienzos novelísticos, Palacio Valdés siguió los pasos de Pereda en lo que se refiere a las descripciones de paisajes y a la presencia de la naturaleza en su obra (en este caso localizada en Asturias), aunque lo superó en una mayor profundización en los análisis psicológicos. Los tres títulos más significativos de esta primera manera de escribir son El señorito Octavio (1881), Marta y María (1883) y José (1885).

Pronto comenzó el escritor su gran obra autobiográfica: Riverita (1886) y Maximina (1887), una sola acción en dos títulos. La primera refleja la vida del propio novelista en Madrid como estudiante, como ateneísta, como periodista, etc. Maximina cuenta también la historia del propio autor en lo que concierne a su matrimonio y a la muerte de su primera esposa. En ambas novelas aparece ya la intención de pintar personajes y ambientes, con una cierta despreocupación por la trama de la obra.

Las novelas que continúan la trayectoria de Palacio Valdés muestran al escritor como un humorista amable, con poca intención crítica, y muy leído y traducido en Inglaterra. Son El cuarto poder (1888), La hermana San Sulpicio (1889), Los majos de Cádiz (1896) y algunas obras más. Posteriormente se percibe la influencia del naturalismo. Escribe tres novelas en las que, alejándose del humorismo, pinta con negros colores algunas escenas de la alta sociedad: La espuma (1891) donde aparece esta clase social como escandalosa, La Fe (1892), centrada en el problema de la religión católica y El Maestrante (1893), en la que se narra un adulterio con trágico final. En 1909 intenta la novela idílica, al estilo de Pereda, con La aldea perdida, pero el idilio no acaba bien y parece una novela de tesis: la industrialización, en este caso la explotación del carbón, acaba por destruir el mundo ideal del autor. Está bien escrita, aunque presenta el defecto de ser excesivamente dualista: los campesinos son heroicos y generosos, mientras que los mineros son blasfemos y borrachos.

Con el tiempo se va afirmando la novela autobiográfica, o del realismo subjetivo: El origen del pensamiento (1893) es una obra autobiográfica sobre la vida estudiantil madrileña; Los papeles del doctor Angélico (1911) y La juventud del doctor Angélico (1918) son memorias más o menos soñadas de un doctor que representa al propio autor. Recrea un universo finamente observado, compuesto por tipos, escenas madrileñas, fondas estudiantiles, cafés, el Ateneo, los teatros, etc., todo ello en relación con la familia del general Reyes. Se completa la autobiografía con un tercer tomo titulado La hija de Natalia (1924). Pueden incluirse también en el realismo subjetivo dos títulos más, que no son exactamente novelas: La novela de un novelista (1921) y Testamento literario ( 1929).

Palacio Valdés, igual que otros narradores de su misma generación, publicó excelentes cuentos, algunos de los cuales agrupó en colecciones: Aguas fuertes (1884), Cuentos escogidos (1923), Tiempos felices (1933) y otros títulos.

En cuanto a su labor periodística, sus artículos se recogieron en tres volúmenes: Los oradores en el Ateneo; Los novelistas españoles, ambos de 1878; y Nuevo viaje al Parnaso, de 1879, recopilados posteriormente en el volumen Semblanzas literarias. En 1881, apareció La literatura de 1881, colección de artículos en colaboración con Clarín.

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