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Havel, Vaclav (1936-2011)

Político y dramaturgo checo, nacido en Praga el 5 de octubre de 1936 y fallecido en Hradecek, al este de Bohemia, el 18 de diciembre de 2011. Célebre por su ideología conservadora y su rechazo visceral al marxismo -que le llevó a verse privado de libertad en varias ocasiones-, alcanzó la Presidencia de su nación tras la caída del Muro de Berlín y el desmantelamiento del bloque comunista en la Europa del Este. Muy conocido, asimismo, en su país y los foros literarios europeos por algunas de sus piezas teatrales, rigió los destinos de la República Checa desde el 29 de diciembre de 1989 hasta el 2 de febrero de 2003 (con un breve lapso de unos meses en 1992, cuando dimitió por su desacuerdo con la disgregación de Checoslovaquia en dos estados autónomos: la República Checa y la República Eslovaca).

Vida

Nacido en el seno de una familia acomodada que ocupaba un papel destacado en el panorama social y económico de Praga, recibió una buena formación primaria y secundaria, pero se le negó la posibilidad de cursar estudios superiores por proceder de la alta burguesía.
Las autoridades de la República Socialista de Checoslovaquia le destinaron a trabajar, durante cinco años, en un laboratorio químico, actividad que pudo compaginar con sus estudios preparatorios para ingresar en la Universidad. Finalmente, cuando el gobierno comunista ya había relajado algo el rigor exhibido durante los primeros compases de la República se le permitió matricularse en la Universidad Técnica de Praga, donde cursó estudios de Economía entre 1955 y 1957.

Por aquel tiempo, ya se había dado a conocer en los foros y cenáculos artísticos de Praga por sus poemas y artículos literarios, que poco a poco le hicieron olvidarse de la Economía para consagrarse de lleno a las Letras. Y así, en 1960, cumplidas ya sus rigurosas obligaciones militares, entró a trabajar como encargado de tramoya en el Teatro de la Balaustrada de Praga, donde enseguida dio muestras de poseer un talento especial para el Arte de Talía, que le permitió ascender velozmente al cargo de director adjunto.

Ya había, entretanto, empezado a escribir sus primeras piezas teatrales, enriquecidas por la teoría dramática que iba aprendiendo en la Academia de Artes Escénica de Praga, cuyas aulas frecuentaba en cuanto quedaba libre de sus obligaciones laborales. Estas obras le granjearon cierto prestigio literario que, a su vez, le franqueó las puertas de la redacción de la revista Tvárin, una de las publicaciones de Letras más difundidas en la Checoslovaquia de los años sesenta.

Ya convencido, por aquellas fechas, de su firme oposición ideológica al comunismo, el joven Václav Havel empezó a significarse por su talante conservador al ingresar en el Círculo de Escritores Independientes, una asociación de literatos que rivalizaba con la Unión de Escritores Checos, en la que se agrupaban los hombres de Letras afines a la línea gubernamental. Havel se convirtió muy pronto en el Presidente de los Independientes, así como en miembro activo del Comité Checo del PEN Club (organización internacional de autores comprometidos con la libertad de expresión).

En 1968, tras la invasión soviética que puso fin a las graves convulsiones sociales conocidas como la Primavera de Praga, Havel fue una de las primeras víctimas de la nueva línea dura puesta en práctica por las autoridades comunistas. Se consideró que sus ataques literarios -más burlescos y paródicos que subversivos- contra la burocracia, la jerarquía, la tecnocracia, la intelligentsia e, incluso, el lenguaje del régimen comunista habían contribuido al fomento de las revueltas populares, por lo que sus obras fueron prohibidas.

Conscientes de que su vida corría un serio peligro, sus allegados le rogaron que abandonase el país. Pero Havel optó por una solución menos drástica y, durante algunos años, se retiró discretamente al campo, en donde se dedicó a seguir escribiendo piezas teatrales y a procurarse su sustento trabajando en una fábrica de cerveza. Poco a poco, fue ganando confianza en su seguridad y empezó a convertir su refugio rural en un foro de activistas clandestinos contrarios al régimen comunista, en el que, entre otras acciones "subversivas", se escuchaban y comentaban los discos de las grandes estrellas del rock occidental, proscritos por las autoridades comunistas.

Vencido por el tedio del ostracismo, en 1972 volvió a la palestra para subscribir una carta en la que varias personalidades checas demandaban la puesta en libertad de los presos políticos. Por aquel tiempo, ni el gobierno ni el Partido Comunista Checo le consideraban un peligroso opositor, ya que esta iniciativa suya no provocó ninguna acción de represalia, como tampoco fue castigado por la epístola personal que, en 1975, envió al nuevo presidente de la República de Checoslovaquia, Gustav Húsak (1913-1991), en la que protestaba por la falta de libertades.

Sin embargo, sí tuvo graves consecuencias para Václav Havel su responsabilidad directa en la redacción de la Carta 77, un escrito de protesta fechado el 1 de enero de 1977, y encabezado por pensador cristiano Jan Patocka, el político Jirí Hájek -antiguo ministro de Exteriores- y el propio dramaturgo de Praga. En este texto, que tuvo amplia repercusión internacional, numerosos intelectuales checos exigían al gobierno de su nación que, en cumplimiento del Acta de Helsinki (1975), dejase bien patente su respeto a los Derechos Humanos.

Alentados por el eco que, a pesar de la férrea censura del bloque comunista, había hallado su escrito en los medios Occidentales, Havel y otros muchos opositores fundaron el VONS (Comité de Defensa de los Perseguidos Injustamente). Ante esta ofensiva, el gobierno pro-soviético desató -ahora sí- una virulenta represión en la que el peor parado fue el filósofo Patocka, que perdió la vida en el curso de los terribles interrogatorios a los que le sometió la policía del régimen.

Havel corrió mejor suerte, aunque no se libró de una condena de arresto domiciliario y pérdida de todos sus derechos civiles (1978-1979). Pocos días después de haber cumplido este castigo, volvió a ser detenido y privado de libertad, aunque ahora fue recluido en un presidio donde hubo de permanecer hasta 1983. Durante ese duro período de su vida, escribió algunas de sus mejores obras y colaboró con su causa política, desde el secreto y el anonimato, con notas y artículos difundidos en publicaciones clandestinas.

Tras recobrar la libertad por motivos de salud, el escritor praguense se centró principalmente en sus actividades literarias, periodísticas y editoriales, en las que estaba ocupado a comienzos de 1989, cuando volvió a ser detenido por haber tomado parte activa en una manifestación de estudiantes. Pasó cuatro meses en un calabozo, del que salió tan abatido que, según sus propias confesiones, en el verano de 1989 estaba plenamente convencido de que el comunismo en el bloque del Este habría de ser eterno, a pesar de los atisbos de resquebrajamiento que se apreciaban ya en Hungría y Polonia.

Pero el 9 de noviembre de 1989, con la caída del Muro de Berlín, su vida experimentó un giro radical e inesperado. Antes de dos semanas, las manifestaciones multitudinarias que habían tenido lugar en Alemania Oriental se habían propagado, entre otros muchos lugares del Este de Europa, a la República Checa, donde inmediatamente surgió una plataforma de opositores al comunismo (OF, siglas de "Foro Cívico") en la que ocupaban un lugar preeminente los firmantes de la Carta 77 y los miembros del VONS, con el entusiasta dramaturgo a la cabeza.

El 20 de noviembre de 1989, Havel abandonó su casa rural, emplazada en el norte de Bohemia, y regresó a Praga, donde, a falta de partidos políticos legales que pudiesen canalizar la voluntad popular, capitaneó las negociaciones con el Primer Ministro Ladislav Adamec, destinadas a formar un gobierno de coalición con la menor presencia posible de miembros del Partido Comunista.

Al cabo de un mes (concretamente, el 29 de diciembre de aquel agitado año de 1989), Václav Havel se convirtió, de la noche a la mañana, en Presidente de la República (aunque, por el momento, de forma interina, pues aunque había sido elegido unánimemente por la nueva Asamblea Federal, aún faltaba el refrendo del pueblo a esta decisión de sus gobernantes). El 5 de julio de 1990 fue reelegido en una segunda votación de la Asamblea Federal, ahora ya compuesta por representantes del pueblo elegidos democráticamente el mes anterior. Havel -que, por aquel entonces, ya había recorrido, en calidad de presidente de la nueva democracia checa, las principales naciones de Occidente- se vio ahora forzado a mediar entre las diversas facciones surgidas entre quienes, de forma conjunta, habían combatido contra el régimen comunista.

Pronto fue muy apreciado, tanto dentro de su país como en el exterior, por su afán de reintegrar a su nación en los viejos cauces de las democracias occidentales, garantizando en todo momento la convivencia pacífica entre los diversos bandos políticos. Durante estos primeros compases de su mandato, continuó recorriendo infatigablemente las principales capitales del mundo, firmando pactos y acuerdos que garantizaban el reconocimiento internacional del resto de las naciones democráticas a la nueva República Checa.

El broche de oro a su azarosa y dilatada trayectoria como activista anti-soviético tuvo lugar el 27 de febrero 1990, cuando, en igualdad de condiciones con su homólogo ruso Mijaíl Gorbachov (1931- ), firmó los acuerdos que garantizaban la retirada de las tropas soviéticas emplazadas en la República Checa desde el final de la II Guerra Mundial (1939-1945).

El escritor de Praga procuró mantenerse neutral entre los moderados y las más conservadores, mientras garantizaba la justa y pacífica disgregación de la antigua Checoslovaquia en dos nuevas naciones (la República Checa y la República Eslovaca), división con la que, en su fuero interno, no estaba conforme (si bien se plegaba a la voluntad popular). Así, el 17 de julio de 1992 presentó su dimisión como Presidente, alegando que la partición en dos del Estado checo -fundado como tal en 1918- debía corresponder, en última instancia, a la decisión tomada por todo el pueblo en un referéndum, y no a los acuerdos alcanzados entre los gobiernos autónomos de Chequia y Eslovaquia. Pero los gobernantes de Praga y Bratislava siguieron adelante con su plan separatista, lo que no impidió que el 1 de enero de 1993, cuando la República Checa adquirió oficialmente su nuevo status de nación soberana, Havel aceptara -casi puede decirse que por aclamación popular- convertirse en su primer Presidente, cargo en el que fue ratificado por el Parlamento el día 26 de enero de aquel mismo año.

Tras superar diferentes conflictos inherentes a la elevada responsabilidad de su cargo -como la grave crisis política y económica a la que tuvo que enfrentarse en 1997, a raíz de la implicación del Primer Ministro Václav Klaus (1941- ) en un escándalo de donaciones empresariales que salpicó a toda la coalición gubernamental-, el 20 de enero de 1998 Havel fue reelegido por el Parlamento para que cumpliera un nuevo y último mandato presidencial. El escritor praguense, ya consagrado como uno de los estadistas de mayor prestigio internacional, aceptó esta reelección e inauguró su segundo ejercicio de gobierno en febrero de aquel mismo año.

En general, su política se caracterizó casi siempre por la búsqueda de la ética, la consolidación de la democracia, la defensa de la igualdad y el intento de depurar las irregularidades que subsistían en una burocracia y un funcionariado acostumbrado durante mucho tiempo a críptica impunidad de los regímenes en los que no existe la oposición. Sin embargo, Havel también dejó algún borrón notorio en sus tres lustros al frente de la República Checa, como su falta de rigor en el control de actitudes racistas contra la etnia gitana (que dio origen a varias denuncias por parte de la Unión Europea).

En cualquier caso, sus posicionamientos en determinados conflictos internacionales cercanos a su ámbito geo-político, como la Guerra de Bosnia (1992-1995) o la crisis de Kosovo (1999), nunca fueron ambiguos. Václav Havel fue, en todo momento, un firme partidario de la intervención enérgica de las potencias occidentales, con la maquinaria militar de la OTAN a la cabeza (organización a la que se incorporó la República Checa en marzo de 1999, recién inaugurado el segundo mandato del político praguense).

Más problemáticas fueron sus relaciones con los diversos estados del Este surgidos tras el resquebrajamiento de la Unión Soviética, y, en particular, con la nueva Rusia de Gorbachov, Yeltsin (1931- ) y Putin (1952- ). Con todo, en sus conflictos políticos o diplomáticos con estas naciones siempre contó con el apoyo de las principales potencias Occidentales, que, gracias a la labor de Havel, volvieron a establecer con la nueva República Checa los firmes vínculos que habían mantenido con el antiguo estado Checo, anterior a la Checoslovaquia comunista. Por su parte, Václav Havel se aseguró de reafirmar estas buenas relaciones de su país con el resto de Occidente a la menor ocasión; y así, fue uno de los líderes mundiales que condenaron con mayor firmeza el atentado contra las Torres Gemelas (ocurrido en Nueva York el 11 de septiembre de 2001), y apoyó sin fisuras las acciones bélicas desatadas por el presidente norteamericano George W. Busch (1946- ) en Afganistán. También tuvo ocasión de respaldar la guerra declarada por los Estados Unidos de América a Irak, aunque solicitó al susodicho mandatario estadounidense -al ser recibido por él en la Casa Blanca el 189 de diciembre de 2002- que su país, antes de ejercer cualquier acción armada, recabase el apoyo de la ONU. En esta línea de trabajo, el 30 de enero de 2003, cuando su segundo mandato estaba a punto de expirar, fue uno de los pocos gobernantes europeos que firmaron el documento de apoyo a la política exterior de los Estados Unidos, redactado por el Presidente del Gobierno español, José María Aznar (1953- ), y a sus homónimos italiano y británico -respectivamente, Silvio Berlusconi (1939- ) y Tony Blair (1953- ).

Su última gran intervención en el ámbito de la alta política internacional había tenido lugar a finales de 2002, cuando reunió en Praga a los Jefes de Estado y de Gobierno del Consejo Atlántico, para que invitaran desde allí oficialmente a siete naciones del antiguo bloque comunista a subscribir el Tratado del Atlántico Norte (es decir, a incorporarse a la OTAN).

En su última etapa como gobernante, Václav Havel padeció graves problemas de salud, en parte derivados de su inveterada afición al consumo de bebidas alcohólicas y su insoslayable adicción al tabaco. Así, en 1996 se sometió a una delicada intervención quirúrgica en la que le extirparon un tumor canceroso del pulmón derecho, y al cabo de dos años hubo de ingresar en la Clínica Universitaria de Innsbruck (Austria), para reponerse de una perforación del intestino grueso. Por problemas respiratorios provocados por su condición de fumador, sufrió varias crisis cardio-pulmonares y hubo de practicársele cuatro traqueotomías. De su grave operación pulmonar le quedó como secuela una bronquitis crónica con la se complicaron, en muchas ocasiones, diversos cuadros de neumonía y de otras infecciones respiratorias, que le obligaron a pasar largas temporadas de hospitalización y reposo domiciliario; todo ello despertó muchos rumores acerca de su posible dimisión, pero Havel se mantuvo firme en su empeño de cumplir entero su segundo mandato, que concluyó finalmente el día 2 de febrero de 2003.

La misma enfermedad que estuvo a punto de acabar con su vida se cebó con su infortunada esposa, Olga Splichalova, a la que el cáncer consumió definitivamente el 27 de enero 1996. Havel, casado con ella desde 1964, le había dedicado una bellas páginas literarias, escritas durante uno de sus muchos períodos de privación de libertad. Casi por sorpresa, el político praguense contrajo nupcias por segunda vez en 1997, ahora con la actriz Dagmar Veskrnova, a la que superaba en casi veinte años de edad.

Entre los muchos honores y condecoraciones que jalonan su larga trayectoria política y literaria, cabe citar el premio "Obie" de teatro (Estados Unidos, 1968, 1970 y 1984); el premio Estatal de Literatura Europea (Austria, 1968); el "Plaisir" de teatro (Francia, 1981); el premio "Erasmus" (Países Bajos, 1986); el "Olof Palme" (Suecia, 1989); el "Karl Renner" (Austria, 1989); el "Simón Bolívar" (Venezuela, 1990); el premio "W. Averell Harriman de la Democracia" (Estados Unidos, 1991); el "Carlomagno" (Alemania, 1991); el "Onassis" (Grecia, 1993); el "Theodor Heuss" (Alemania, 1993); el "Indira Gandhi de la Paz, Desarme y Desarrollo" (India, 1994); el "Premio al Entendimiento Internacional", de la Fundación Fulbright (Estados Unidos, 1997); el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (España, 1997); el Premio al Estadista Europeo del Año (Estados Unidos, 1997); el premio "Open Society", de la Universidad Central Europea (Hungría, 1999); y el premio "Puerta Olímpica", del Comité Olímpico Internacional (2000).

Doctor honoris causa por las universidades de Nueva York, Toronto, Técnica de Dresde, Río de Janeiro, Le Mirail de Toulouse, Lawrence de Wisconsin, Columbia, Hebrea de Jerusalén, Masaryk de Brno, Bayreuth, Libre de Bruselas, Wroclaw, Stanford, Harvard, Glasgow, Vilnius, Bucarest, Oxford, Pretoria, Manitoba y Riga, así como por el Trinity College de Dublín, ha recibido algunas condecoraciones de tanto prestigio internacional como la Orden de las Artes y las Letras (Francia, 1989); la Gran Cruz de la Legión de Honor (Francia, 1990); la Medalla "F. D. Roosevelt de las Cuatro Libertades" (Estados Unidos, 1990); la Medalla del Consejo de Europa (1990); la Orden del Águila Blanca (Polonia, 1993); la Medalla de la Libertad de Filadelfia (Estados Unidos, 1994); la Orden de Isabel la Católica (España, 1995); la Orden de Bath (Reino Unido, 1996); la Medalla "Memorial de Yitzhak Rabin" (Israel, 1996); la Gran Cruz del Mérito (Alemania, 2000), la Medalla de la Libertad (EE.UU., 2003). Fue, además, miembro del Directorio Internacional del Centro Shimon Peres por la Paz.

En 2008 se publicaron sus memorias en español, con el título Sea breve, por favor. Pensamientos y recuerdos.

A sus 75 años, Vaclav Havel falleció la madrugada del 18 de diciembre de 2011 en su casa de recreo de Hradecek, al este de Bohemia.

Obra

Con sus primeras piezas dramáticas, Václav Havel se dio a conocer como un autor que, en la mejor tradición satírica de su paisano Kafka (1883-1924), recurría al humor sarcástico y corrosivo, con elementos de delirio absurdo, para poner de relieve el sinsentido del mundo que rodea a unos seres humanos indefensos y desvalidos. En su caso, además, esta veta vitriólica le permite denunciar los excesos de las autoridades comunistas en cualquier parcela de vida humana, como queda patente en una de sus primeras obras, El partido del jardín, donde, por encima incluso de la trama y de las relaciones personales, triunfa la presentación burlesca del lenguaje de los burócratas.

A caballo entre los modelos de Kafka y Orwell (1903-1950), en esa línea de denuncia satírica que arremete principalmente contra los regímenes totalitarios, su burocracia y sus jerarquías, figuran otras piezas notables de Havel, como El memorándum (1965) o La creciente dificultad de concentración (1968). En ellas, el dramaturgo de Praga se burla con sarcasmo de los aspectos más grotescos de la tecnocracia comunista, como la extraña y rimbombante jerga de sus funcionarios o las ínfulas de rigor y severidad de que hacen gala los miembros de su Intelligentsia.

Otras obras teatrales suyas de gran éxito en todo el mundo son Los conspiradores (1971); La ópera del mendigo (1972); El descanso de la montaña (1974); Audiencia (1975); Protesta (1978); Largo desolato (1984); y La tentación (1985).

Prosista excepcional -como dejó bien plasmado en esas Cartas a Olga (1989) que, dirigidas a su primera esposa, escribió en prisión entre 1979 y 1982-, Havel cultivó también el ensayo, con títulos tan destacados como Protesta (1978); El poder de los sin poder (1978); Saldo ruinoso (1988); La responsabilidad como destino (1990); Meditaciones estivales (1992); Hacia una sociedad civil (1994); Discursos políticos (1994); Largo desolato y otras obras (1997); Cartas a Olga: consideraciones desde la prisión (1997); y Anticodi (2003). En todas estas obras, el político y escritor de Praga dejó testimonio de su pensamiento ético, su ideología política y, casi siempre, su rica experiencia biográfica.

Autor

  • José Ramón Fernández de Cano