A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
HistoriaPolíticaBiografía

Campoamor, Clara (1888-1972).

Política española, pionera de la militancia feminista, propulsora del derecho al sufragio femenino y defensora acérrima de la igualdad de derechos de la mujer, está considerada como una de las madres del movimiento feminista en España, nacida en Madrid el 12 de febrero de 1888 y muerta en Lausana (Suiza) en 1972.

En uno de sus libros más importantes, El voto femenino y yo, leemos la siguiente declaración: "En la defensa de la realización política de la mujer sustenté el criterio de ser su incorporación una de las primeras necesidades del Régimen, que si aspiraba a variar la faz de España no podría lograrlo sin destruir el divorcio ideológico que el desprecio del hombre hacia la mujer, en cuanto no fueran íntimos esparcimientos o necesidades caseras, imprimía a las relaciones de los sexos."

Ella se describía de la siguiente manera: "Yo no advine a la República ni el 14 ni el 16 de abril. Me he formado en el clima paterno, de un hombre que batalló en las épocas difíciles de Menéndez Pallarés, Castrovido y Pi y Arsuaga. Durante la Monarquía ni tuve contactos ni acepté mercedes. Cuando en 1927 la Academia de Jurisprudencia me brindó, como a don Enrique Moret, la Gran Cruz de Alfonso XII -que varios republicanos, seguramente de los que no votaron a mi favor, lucieron y arrumbaron cuidadosos después- como corolario al premio extraordinario anual, rechacé la distinción. En la Dictadura ni acaté órdenes injustas ni acepté conexiones: cuando el dictador dio al Ateneo una Junta de real orden y en ella incluyó mi modesto nombre de ateneísta constante desde 1916, rechacé el nombramiento, con la consecuencia indirecta de tener que pedir la excedencia de mi cargo de Instrucción Pública perdiendo cien puestos en el Escalafón, que no recobré después; y cuando el Sr. Aunós, ministro de Trabajo de la Dictadura, quiso injertar en sus Comités paritarios la modernidad de savia femenina, ofreciendo a tres abogadas en Madrid, Victoria Kent, Matilde Huici y yo, tres flamantes nombramientos de asesores en otros tantos organismos, yo, con Matilde Huici, rehusé el fructífero honor, que otros sirvieron".

Clara nació en el seno de una familia humilde del madrileño barrio de Maravillas, su padre, Manuel Campoamor Martínez, nacido en Santoña (Cantabria), era contable en un periódico local; mientras que su madre, Pilar Rodríguez Martínez, era modista. El matrimonio tuvo tres hijos de los cuales sólo vivieron dos, Clara e Ignacio. Manuel Campoamor falleció cuando Clara era aún una niña. Tras la muerte de su padre Clara tuvo que dejar el colegio para ayudar a la economía familiar, no obstante nunca abandonó sus estudios y a los 21 años ganó unas oposiciones para el Cuerpo de Correos y Telégrafos. Fue destinada primero a Zaragoza y posteriormente a San Sebastián.

En 1914 se trasladó a Madrid y logró el número uno de las oposiciones de magisterio en el Ministerio de Instrucción Pública. No obstante, debido a que no tenía ni siquiera el título de Bachiller, sólo la permitieron enseñar taquigrafía y mecanografía. Desde ese momento se propuso retomar sus estudios, al tiempo que empezó a trabajar como mecanógrafa en el Ministerio y como secretaria del director del diario "La Tribuna", Cánovas Cervantes. El trabajo en el diario le valió a Clara para conocer a gente importante del mundo de la política y para empezar a interesarse por esta actividad.

En 1920, con 32 años, se matriculó como alumna de Bachillerato y, en 1922, como alumna en la Facultad de Derecho. Allí fundó la Asociación Femenina Universitaria, de carácter socialista. Al año siguiente dio su primera conferencia pública en la que expuso sus ideas sobre el feminismo. En 1924, a los 36 años, se convirtió en una de las pocas españolas licenciadas en Derecho que ejercía su profesión y al año siguiente ingresó en el colegio de abogados. Políticamente afín al PSOE, pero sin militar en el partido, en estas fechas prologó el libro de María Cambrils Feminismo Socialista, que la autora le dedicó a Pablo Iglesias. La inquietud política de Clara la llevó a fundar la Agrupación Liberal Socialista, a mantener una intensa labor como conferenciante en la Asociación Femenina Universitaria y en la Academia de Jurisprudencia, siempre en defensa de la igualdad de derechos para la mujer y de la libertad política.

Firme defensora de sus principios republicanos se negó en todo momento a colaborar con el régimen de Primo de Rivera. La dictadura primoriverista propuso a Clara Campoamor, junto a Victoria Kent y Matilde Huici, su ingreso en la elitista Junta del Ateneo; pero Clara lo rechazó. También rechazó la Cruz de Alfonso XII que le otorgó la Academia de Jurisprudencia.

Hacia 1925 colaboró con Manuel Azaña en la creación de Acción Republicana, partido de cuyo consejo nacional llegó a formar parte. Desde este momento albergó la esperanza de crear un gran partido republicano de centro del que formaran parte tanto Azaña como Lerroux, nunca logró este objetivo.

Clara Campoamor fue una republicana convencida desde antes incluso del establecimiento de la misma. Así, en 1930, un periodista le preguntó por sus ideales políticos y ella contestó: "República, república siempre, la forma de gobierno más conforme con la evolución natural de los pueblos".

Clara saltó a la escena pública al asumir la defensa de los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, dos de los protagonistas de la Sublevación de Jaca (en la que también participó su hermano Ignacio). el fusilamiento de los capitanes Galán y García provocó el despertar un fuerte sentimiento republicano que se extendió rápidamente por el país, los capitanes se convirtieron se convirtieron en un símbolo del mal Gobierno monárquico. La situación llegó a tal punto que las elecciones municipales previstas para abril de ese año acabaron por convertirse en un plebiscito sobre la Monarquía o la República. Los partidos republicanos y socialistas hicieron frente común contra los monárquicos y las derechas. Finalmente, las elecciones de abril de 1931 supusieron la proclamación de la Segunda República Española, tras el triunfo de los partidos republicanos y socialista en las principales ciudades del país.

Con el triunfo de la República, los capitanes Galán y García se convirtieron en héroes y su abogada, Clara Campoamor en un personaje notoriamente público. En las elecciones a Cortes Constituyentes de 1931, en las que las mujeres podían ser elegidas pero no podían votar, Clara obtuvo escaño por el Partido Radical y se convirtió en una de las pocas mujeres del Parlamento, junto a Margarita Nelken y Victoria Kent. Formó parte de la Comisión Constitucional y desde allí trabajó para lograr el sufragio universal, terminar con la discriminación de la mujer, a igualdad legal de los hijos habidos dentro y fuera del matrimonio y el divorcio. La batalla más dura que tuvo que dar fue la del voto. Los grupos más conservadores se negaban a admitir el voto femenino y buena parte de los partidos de izquierdas también, aduciendo estos que las mujeres estaban mucho más influenciadas por la iglesia católica y por lo tanto su voto sería profundamente conservador. En estas condiciones Clara Campoamor tuvo que enfrentarse no sólo a la mayoría de los diputados sino también a otras diputadas. El caso más significativo fue el de Victoria Kent, firme defensora de los derechos de la mujer pero que mantenía la necesidad de impedir el voto femenino hasta lograr que las mujeres alcanzaran mayor independencia en el seno de la sociedad; Kent opinaba que la fuerte influencia que sobre las mujeres ejercía la Iglesia católica haría que su voto fuera contrario a la República. Tras un denso debate, Clara logró imponer sus tesis y se granjeó el apoyo de parte de las derechas, los socialistas y algunos republicanos. Tras la votación Indalecio Prieto abandonó la Cámara asegurando que "es una puñalada trapera para la República"

La brillante oratoria de Clara, y el peso de sus argumentos, logró lo que parecía imposible, la aprobación del sufragio universal.

"Tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el Derecho Natural, el Derecho fundamental que se basa en el respeto de todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis como ese poder no podéis seguir detentándolo...."

(Clara Campoamor, en el Congreso de Diputados el 1 de octubre de 1931)

En la Constitución de 1931 el voto femenino quedó así recogido: Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de 23 años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes.

La extensión del sufragio a las mujeres fue el mayor éxito político de Clara Campoamor y al mismo tiempo supuso su muerte política. Para lograrlo Clara se había enfrentado a casi todo el mundo, incluyendo los líderes de su propio partido, por eso cuando en 1933 la CEDA ganó las elecciones y Lerroux se convirtió en Presidente de la República muchos la culparon de la derrota por haber dado el voto a las mujeres. En 1933 perdió su escaño en el Parlamento, al año siguiente abandonó el Partido Radical por la subordinación de éste a la CEDA y en protesta por los excesos gubernamentales durante la Revolución de Asturias. Ese mismo año trató de ingresar en Izquierda Republicana pero fue rechazada. En esos momento los partidos de izquierdas la culpaban del triunfo de la CEDA y ninguno quería tenerla en sus filas.

En esa época, fue nombrada Presidenta de la Organización Pro-Infancia Obrera, para atender a las niñas y los niños asturianos damnificados tras la Revolución de octubre de 1934.

Cuando en 1936 el Frente Popular ganó las elecciones generales, con sufragio universal, con un respaldo mayor que el que había obtenido la CEDA anteriormente, nadie se acordó de Clara Campoamor ni se le pidieron disculpas por haberla culpado de la derrota anterior y haberla marginado políticamente. A consecuencia de esto, en vísperas de la Guerra Civil, publicó El voto femenino y yo. Mi pecado mortal, una obra en que la reflejaba la situación que había sufrido y la lucha por lograr la igualdad de derechos para la mujer.

En un momento de El voto femenino y yo, una Clara Campoamor herida afirmaba:

"Lo que no espero ocurra es que se eleve una voz, una sola, de ese campo de la izquierda, de quien hube de sufrirlo todo, por ser el único que ideológicamente me interesa, y al que aún aislada sirvo; una sola persona que, por estímulos de ética, de mínima reparación, clame y confiese la verdad y proclame al menos que no fui la equivocada yo, sobre quien se han acumulado las pasiones y la injusticia."

Dentro de la República ejerció otros cargos de responsabilidad, como la Vicepresidencia de la Comisión de Trabajo o la Dirección General de Beneficencia. Participó además en la Comisión que preparó la reforma del Código Civil y estuvo presente en la delegación española ante la Sociedad de Naciones.

Al estallar la Guerra Civil, Clara Campoamor, que se encontraba en Madrid, huyó a Francia temerosa de que fueran a fusilarla. En 1937, afincada en París, publicó en francés la obra La revolución española vista por una republicana, obra que nunca se editó en España. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial tuvo que dejar París y se trasladó, durante una década, a Buenos Aires donde trabajó como traductora, conferenciante y escritora (de este período son las biografías de Concepción Arenal, Sor Juana Inés de la Cruz y Quevedo). En la década de 1950 trató de regresar a España, pero su pertenencia a la logia masónica Reivindicación se lo impidió. Clara Campoamor se negó a dar cuentas de su pertenencia a la masonería y prefirió el exilio a traicionar sus principios. En 1955 se instaló en Lausana (Suiza) donde empezó a trabajar en un bufete. No dejó el trabajo hasta años después, cuando perdió la vista. En abril de 1972 falleció en Lausana, víctima del cáncer. Su último deseo fue que sus restos fueran incinerados en San Sebastián, el lugar donde se encontraba cuando se instauró la República.

Clara Campoamor está considerada una de las precursoras y principales voces del feminismo español. Su actividad literaria se desarrolló en los diarios de la época: La Tribuna, Nuevo Heraldo, El Sol y El Tiempo. Además de las obras citadas anteriormente, de su producción destacan ensayos como: El derecho femenino en España (1936) o La situación jurídica de la mujer española (1938).

Reconocimiento

A partir del regreso de la democracia en España Clara Campoamor, al igual que otras muchas figuras de la República, fue objeto de diversos homenajes públicos. Centros de enseñanza, espacios culturales, calles y avenidas de distintos municipios españoles recibieron su nombre.
En 1994 la Secretaría de igualdad del PSOE de Sevilla, con motivo del Día Internacional de la Mujer (el 8 de marzo), creó los Premios Clara Campoamor, para distinguir a "aquellas personas y/o instituciones que desarrollan un destacado trabajo en defensa de la igualdad y de los derechos de la mujer". En 2006, con motivo del 75 aniversario de la aprobación del sufragio femenino en España, se organizaron diversos actos de homenaje y se solicitó formalmente la colocación de un busto de Clara Campoamor en las instalaciones del Congreso de los Diputados en reconocimiento de su labor.

Bibliografía

  • ALEJANDRE GARCÍA, J. A.: El voto en España. Madrid, 1985.

  • CAMPOAMOR, C.: El voto femenino y yo: mi pecado mortal. Madrid, 1936.

  • CAPEL MARTÍNEZ, R. M.: El sufragio femenino en la Segunda República Española. Madrid, 1992.

  • DOMÉNECH, A.: El voto femenino. Madrid, 1985.

  • GARCÍA DE LEÓN, M. A.: Las mujeres políticas españolas: (un ensayo sociológico). Madrid, 1991.

JACJ

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez