Sangro, Javier (1950-VVVV).
Poeta y diplomático español, nacido en Pau (Francia) en 1950. Tras cursar sus estudios superiores, ingresó en la carrera diplomática para desempeñar una brillante trayectoria profesional que le ha llevado a diferentes países y destinos laborales. En la actualidad (año 2001), ejerce el puesto de consejero político en la Embajada de España en Rabat (Marruecos).
Al tiempo que desempeñaba estas funciones diplomáticas, Javier Sangro ha ido cultivando una selecta formación literaria que pronto se tradujo en la necesidad de expresarse dentro del género poético. Su irrupción en el panorama literario español, relativamente tardía, tuvo lugar a mediados de los años noventa, cuando dio a la imprenta una colección de versos que, prestigiada por un prólogo del poeta y crítico literario Luis Alberto de Cuenca, salió a la luz bajo el título de El último nudo (Torrejón de la Calzada [Madrid]: Juan Pastor, Editor. Devenir, 1994). Colaborador esporádico en diferentes publicaciones culturales relacionadas con el ámbito de la poesía, Javier Sangro sorprendió gratamente a críticos y lectores con esta opera prima, en la que puso de manifiesto una sugerente madurez expresiva que, al cabo de seis años, vino a consolidar definitivamente en su segunda entrega poética, publicada bajo el título de De lo visible e invisible (Madrid: Calambur, 2000).
En este espléndido poemario, Javier Sangro hace gala de una escritura lírica especialmente dotada para la transmisión de esa emoción profunda que suscita la contemplación de la realidad, plasmada en sus composiciones con un rigor y una minuciosidad que permiten al lector reconstruir algunos episodios de la vida cotidiana como si de actos propios se tratasen. La evocación de los espacios, tiempos, situaciones y figuras que configuran el presente objetivo del poeta (ubicado en el fascinante territorio africano donde cubre sus misiones diplomáticas), se entrevera aquí con el recuerdo de un pasado que, aunque en ocasiones demasiado lejano, renace con fuerza en la memoria del poeta hasta integrarse plenamente en su vivir cotidiano. Esta contemplación de pasado y presente, marcada de continuo por el asombro, inspira en la mirada lírica de Javier Sangro una visión del mundo teñida de esperanza y optimismo, en la que el amor se configura como una fuerza avasalladora que da sentido a la existencia propia y ajena.
Entre las mejores virtudes que la crítica especializada ha subrayado en la obra de Javier Sangro, sobresalen su maestría para transformar los elementos procedentes del recuerdo en maleable material poético, y su capacidad para alcanzar, a través del lenguaje literario, la plena fusión con la naturaleza (que da pie a algunas composiciones de emocionada exaltación panteísta). La crítica ha señalado también, al hilo de esta capacidad de Sangro para expresar el lenguaje de las emociones cotidianas sin precipitarse nunca hacia el abismo de la nostalgia sensiblera, las huellas que en su obra han dejado algunos poetas mayores de la lírica española contemporánea, como Luis Cernuda, Luis Rosales o Jaime Gil de Biedma.
