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ReligiónBiografía

Runcie, Robert (1921-2000).

Arzobispo anglicano de Canterbury nacido en Liverpool el 2 de octubre de 1921 y muerto en Hertfordshire (cerca de Londres) el 11 de julio de 2000.

Síntesis biográfica

Fue obispo de St. Albans entre 1970 y 1980, y el 102 arzobispo de Canterbury de 1980 a 1991. Como tal casó al príncipe Carlos y Diana de Gales, recibió a Juan Pablo II en su visita a Inglaterra, permitió la ordenación de mujeres y trabajó por conservar la unidad anglicana.

Formación y dedicación eclesiástica

Creció en Crosby (hoy un suburbio de Liverpool). Era el hijo menor de un ingeniero eléctrico que trabajaba en una fábrica de azúcar, y que, como presbiteriano escocés, veía con malos ojos a los clérigos anglicanos. Sin embargo, él pronto se acercó a la corriente católica del anglicanismo, gracias a la orientación de su profesora de confirmación. Buen estudiante, obtuvo una beca que le permitió proseguir estudios (su padre tuvo que jubilarse pronto y la familia tenía por lo tanto pocos medios) en el Brasenose College, de Oxford.

Vio interrumpidos sus estudios por el inicio de la Segunda Guerra Mundial; así, Robert Runcie se enroló como voluntario en un regimiento escocés (el III Batallón de la Guardia Escocesa), encargándose de la intendencia y participando con él en el desembarco de Normandía de 1944. Ganó una cruz militar al valor por haber rescatado a un compañero de un tanque en llamas y por haber ocupado una posición alemana bajo intenso fuego enemigo. Tras finalizar la guerra prosiguió sus estudios en Oxford, y luego entró en Westcott House, centro teológico de Cambridge, aunque no llegó a graduarse.

Tras ordenarse en 1950 pasó dos años al frente de un curazgo en Gosforth (Tyneside), y luego regresó a Westcott, donde fue capellán y más tarde vice-director (1954). En 1956 fue elegido deán del Trinity Hall de Cambridge, donde conoció a Rosalind, su mujer, con la que se casó en 1957 y con la que tendría dos hijos (James y Rebecca). En 1960 fue nombrado director de la Universidad de Teología de Cuddesdon (cerca de Oxford). En este lugar permaneció los diez años siguientes, mejorando el nivel académico de la institución.

Obispo de Saint Albans y arzobispo de Canterbury

En 1970 fue elegido obispo de Saint Albans, donde alcanzó cierta popularidad; presidió por entonces el Comité central de consultas religiosas y la Comisión doctrinal anglicano-ortodoxa. En 1979 la entonces primer ministro británica, Margaret Thatcher, le consultó su disponibilidad para proponer su nombre a la reina Isabel II como sucesor de Donald Coggan al arzobispado de Canterbury, la sede primada de Inglaterra y el más importante cargo religioso del anglicanismo. Tardó tres semanas en aceptar el nombramiento; tenía entonces 58 años.

Una vez instalado en el palacio de Lambeth, la residencia de los arzobispos cantuarienses, acometió la reorganización de su arzobispado como institución, para hacerlo más eficiente. También se propuso visitar todas las provincias de la comunión anglicana antes de la Conferencia de Lambeth de 1988. Inicialmente fue bien recibido por los medios de comunicación, especialmente tras enviar a un colaborador suyo, Terry Waite, a Irán para liberar a tres misioneros capturados como rehenes (1980), al casar a Carlos de Gales con la princesa Diana Spencer (1981) y tras recibir al papa Juan Pablo II en su visita al país (1982). Él mismo, junto con el arzobispo de Westminster, Basil Hume, preparó el programa de esta visita, que pudo haberse cancelado a causa de la guerra de las Malvinas (Falkland Islands) contra Argentina. Pero finalmente Runcie pudo acompañar al papa durante la histórica visita que aproximaba enormemente al anglicanismo y al catolicismo.

Sin embargo, el prestigio que tenía entonces desapareció cuando, tras la victoria británica sobre los argentinos, declaró que la guerra era “terrible”, condenó la “idolatría” del nacionalismo, y promovió la reconciliación rezando por los muertos de ambos bandos. Ello no gustó a un parte del gobierno, de los políticos y de los medios de comunicación, de actitudes triunfalistas, que acusaron al arzobispo de entrometerse, como otros obispos, en política. Algo parecido ocurrió en 1985, cuando Runcie criticó la política social del gobierno Tatcher, poco atenta con los más desfavorecidos de las ciudades. En relación con esta cuestión, logró recaudar 18 millones de libras esterlinas para financiar proyectos de ayuda, creando el Fondo urbano de la Iglesia.

Atacado personalmente (se afirmó que su matrimonio estaba quebrándose, basándose en la no asistencia de su mujer a actos oficiales), también se le criticó por tener una postura poco definida en algunas cuestiones teológicas y morales, como en el caso de la ordenación de mujeres. Pero sí se pronunció en diversas cuestiones fácilmente polémicas: se mostró favorable a los segundos matrimonios de los divorciados, siempre y cuando se hiciese con espíritu cristiano; respetó la homosexualidad de algunos sacerdotes, aunque no la defendió ni ordenó a ninguno que supiese que lo era activamente. Finalmente, a pesar de su inclinación en sentido contrario (entre otras razones, por convicción personal y para no perjudicar las buenas relaciones con las iglesias ortodoxas y la católica), votó a favor de la ordenación de las mujeres.

En sus últimos años como arzobispo de Canterbury trabajó por mantener la unidad de la Iglesia anglicana, tarea ardua a causa de las tensiones mencionadas y otras nuevas, como el asunto del suicido de un teólogo de Oxford, Gareth Bennett, que casi con seguridad había sido el autor de un escrito anónimo publicado en el Directorio Eclesiástico de Crockford que atacaba a Runcie acusándolo de excesivo liberalismo; o el secuestro de su ayudante, Waite, en el Líbano, afirmándose a continuación que el arzobispo había hecho esfuerzos insuficientes para localizarle. A pesar de estas dificultades, la Conferencia de Lambeth de 1988 fue un éxito, lográndose conservar la comunión anglicana. Aprovechando este benévolo momento, abandonó en 1991 el arzobispado de Canterbury para retirarse a una vida semi-privada. Fue sucedido por George Carey.

Nombrado entonces par vitalicio, lord Runcie de Cuddesdon, no terminó para él la intranquilidad. Además de algunos problemas de salud por los que tuvo que ser operado dos veces, se levantó una nueva polémica tras la publicación de una biografía autorizada publicada por Humphrey Carpenter, especialmente por revelar opiniones de Runcie sobre la familia real británica (incluidas ciertas llamadas de atención según se intensificaban los problemas maritales entre los príncipes de Gales) y sobre la ordenación de clérigos homosexuales. Murió a causa de un cáncer unos años después, en el 2000, a los 78 de edad. Elegante (era alto de estatura), ingenioso, con carisma y facilidad para hacer amigos, trabajador y exigente consigo mismo, a pesar de todos los revuelos, su labor ha sido muy bien considerada por parte considerable de la Iglesia anglicana.

Bibliografía

  • CARPENTER, H. Robert Runcie: the reluctant archbishop. (Londres, Hodder & Stoughton: 1996).

  • EDWARDS, D.L. y SMITH, P. (eds.). Robert Runcie, a portrait by his friends. (Londres, Harper-Collins: 1990).

  • HASTINGS, A. Robert Runcie. (Filadelfia, Trinity Press International: 1991).

  • MANTLE, J. Archbishop: the life and times of Robert Runcie. (Londres, Sinclair-Stevenson: 1991).

  • PLATTEN, S. (ed.). Runcie: on reflection. (Norwich, Canterbury: 2002).

Enlaces en Internet

http://www.derbydeadpool.co.uk/deadpool2000/obituaries/runcie.htm ; Página con amplia información sobre Robert Runcie (en inglés).

Autor

  • Bernardo Gómez Álvarez