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MúsicaBiografía

Grau Mora, Antonio, o "Rojo el Alpargatero" (1847-1907).

Cantaor español nacido en Callosa del Segura (Alicante) en 1847 y fallecido en La Unión (Murcia) en 1907. El apodo de "Rojo" se lo debe al color de su pelo. Fue maestro y fundador de la escuela de los llamados Cantes de Levante, que algunos historiadores o críticos relacionan con los cantes mineros, pero que no tienen conexión con otros cantados en las minas alejadas de la zona cartagenera, como las de Almadén o La Carolina, por ejemplo. Al menos no la tuvieron hasta mucho tiempo después. Su figura fue decisiva en la fragua y definitiva fijación flamenca de estos estilos, fundamentalmente tarantos y tarantas, cartageneras o fandangos locales, mineras, murcianas, levantinas y fandangos mineros. (Véase el apartado Esquema básico de los cantes flamencos en la voz flamenco).

A pesar de que se desconocen numerosos datos de su biografía, que aparece por ello salpicada de grandes lagunas que abarcan años, sabemos gracias a los documentos hallados en el Archivo Municipal de la localidad que se estableció en 1890 en La Unión, ciudad murciana próxima a Cartagena que en la segunda mitad del siglo XIX gozaba de importante actividad minera. Allí regentó un café ubicado en la calle Mayor, donde también vivía. Pero su actividad artística comenzó probablemente mucho antes, en Almería (donde conoció a su futura esposa: María del Mar Dauset, con quien tuvo tres hijos, uno de los cuales, Antonio Grau Dauset, continuó su legado) y Málaga (donde cumplió el servicio militar). Fue uno más entre todos aquellos que se sintieron atraídos por la fiebre de la plata, desatada tras el descubrimiento en 1838 del filón Jaroso en la Sierra de Almagrera. Rojo el Alpargatero no fue picador ni ejerció nunca en la mina. Heredó la profesión familiar de hacedor de alpargatas, las cuales vendía luego por toda la Andalucía Oriental. Fue en esos viajes cuando se aficionó al cante, en el trato con sus clientes o en las largas estancias en ventas y casas de hospedaje. Cuando él llegó es de suponer que había muy diversas formas de expresión en una ciudad con población nueva de muy diversa procedencia, la mayoría llegada desde Almería. Sin embargo, Rojo el Alpargatero asentó un estilo.

Se tienen también noticias de que fue el propietario de otros cafés-cantantes, por ejemplo en Cartagena (allí fundó el Huerto del Carmen, lugar que luego dejaría a Perico Sopas), lo que hace pensar que fue más importante en su vida la faceta de empresario que la de cantaor. No obstante, fomentó siempre en sus locales el cultivo del cante, en especial de los estilos mineros y levantinos, cuyas estructuras perdurables se fueron perfilando entonces; de hecho, puede decirse que antes de Rojo el Alpargatero este tipo de cantes no pasaban de aires regionales, casi folclóricos. Hay noticias de que también alquiló durante un tiempo el Ateneo de La Unión, donde organizaba espectáculos flamencos.

Por sus locales pasaron grandes cantaores andaluces, casi todos los mejores de la época, como Antonio Chacón, el Cojo de Málaga, Escacena, etc., que aprendieron los cantes levantinos y los difundieron desde allí hacia otros lugares. Rojo el Alpargatero fue siempre el foco de irradiación de este movimiento, y ello gracias a su doble faceta de empresario y cantaor. Fue además compositor, faceta que Fernando el de Triana menciona como la más importante en esta figura.

Murió en La Unión, en situación económica bastante precaria, pues fue enterrado en una fosa de alquiler y, más tarde, sus restos fueron a dar a una fosa común.

Autor

  • Ana Isabel Hernández González