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MatemáticasAstronomíaBiografía

Newcomb, Simon(1835 -1909).

Simon Newcomb.

Astrónomo y matemático estadounidense de origen canadiense, nacido en Wallace (Nueva Escocia, Canadá) el 12 de marzo de 1835, y fallecido en Washington D.C. (Estados Unidos de América) el 11 de julio de 1909. Especialista en mecánica celeste, realizó los cálculos precisos de una gran cantidad de magnitudes astronómicas concernientes a casi todos los cuerpos del Sistema Solar, y se convirtió en el principal compilador de uno de los calendarios de efemérides astronómicas más relevantes.

Vida

Fruto del matrimonio formado por Emily Prince -hija de un magistrado de Nueva Brunswick- y John Burton Newcomb -maestro de escuela-, tuvo una infancia itinerante por diversas poblaciones de Nueva Escocia y de la Isla del Príncipe Eduardo, provincias canadienses en las que su padre ocupó diversos destinos docentes. Paradójicamente, su escolarización dejó mucho que desear; pero, a cambio, su progenitor le proveyó de unos sólidos conocimientos y le brindó una magnífica formación particular que el propio Simon fue ampliando de forma autodidacta.

A los dieciséis años de edad, el joven Simon Newcomb, ya claramente volcado hacia los saberes científicos, empezó a trabajar como ayudante del doctor Foshay, un afamado herborista afincado en Nueva Brunswick. En un principio, acordó que sería su aprendiz durante cinco años; pero, al cabo de dos, Simon Newcomb ya había aprendido todo lo que se sabía hasta entonces acerca de las virtudes curativas y otras propiedades de las hierbas, con lo que estaba en condiciones de demostrar a cualquiera que su jefe era un vulgar charlatán, que ejercía la medicina naturista sin ninguna base científica.

Indignado, pues, con Foshay, rompió el acuerdo que le ligaba a él por espacio de cinco años y, por huir lo más lejos posible de su área de influencias, recorrió a pies una ciento veinte millas hasta llegar al puerto de Calais, en el estado norteamericano de Maine, donde aceptó trabajar como marinero en una embarcación a cambio de ser transportado por ésta a Salem (Massachusetts), en donde, según sus últimas noticias, se hallaba a la sazón su padre. Allí se reunió, en efecto, con su progenitor en 1854, y ambos decidieron encaminarse juntos hacia Maryland en busca de nuevas oportunidades de trabajo.

Merced a los tempranos desvelos de su progenitor, Simon Newcomb había demostrado a muy temprana edad sus asombrosas dotes naturales para el estudio de las Matemáticas, disciplina en la que realizaba con soltura cualquier operación (se cuenta, incluso, que a los siete años era capaz de resolver raíces cúbicas). Así, tan pronto como llegaron a Maryland padre e hijo acordaron que ya era hora de que ampliara y organizara sus saberes de una manera un poco más ortodoxa, por lo que empezó a asistir a escuelas técnicas en las que, ciertamente, no le enseñaron nada nuevo. De ahí que optara por seguir ampliando su educación de forma autodidacta, con la asistencia a bibliotecas en las que devoró con fruición, entre 1854 y 1856, las principales obras de Newton (1642-1727), al tiempo que se ponía al día acerca de otras materias que interesaban al pueblo estadounidense, como la política, la economía y la religión.

Pero estudió, principalmente, libros de ciencia y tecnología, materias en las que adquirió una sólida formación que le permitió ejercer la docencia, como preceptor particular, en Washington, ciudad a la que llegó en 1856. Allí continuó frecuentando las bibliotecas, y en una de ellas quedó fascinado por la lectura de la Mecánica celeste de Laplace (1749-1827).

En 1857, por mediación del director de uno de los centros de estudio a los que acudía a consultar libros (la Smithsonian Institution), Simon Newcomb consiguió un ventajoso empleo en la American Nautical Almanac Office, emplazada, a la sazón, en Cambridge (Massachusetts). Su trabajo consistía en trazar nuevas tablas astronómicas para facilitar la navegación marítima, labor a la que se entregó con entusiasmo, al tiempo que aprovechaba la oportunidad de hallarse tan cerca de la Universidad de Harvard para matricularse en su célebre Lawrence Scientific School. Allí, bajo la tutela del profesor Benjamin Pierce, concluyó su carrera de Matemáticas y Astronomía en 1858.

Fuertemente atraído, desde su llegada a los Estados Unidos de América, por el Almanaque de Efemérides Americanas -obra que recogía las más importantes posiciones de los astros en diferentes fechas-, durante sus primeros meses de trabajo en la American Nautical Almanac Office se sirvió de sus excelentes conocimientos de cálculo para estudiar las órbitas de los ciertos cuerpos celestes, con especial atención hacia los asteroides.

Por aquel tiempo, la joven nación en la que se había asentado Newcomb atravesaba por graves dificultades secesionistas, con sus gentes divididas entre el Norte y el Sur. Esta inestabilidad política dejaba muchas vacantes en puestos científicos relacionados con el ejército, una de las cuales fue ocupada por el joven astrónomo canadiense. Se trataba de una plaza de profesor de Matemáticas y Astronomía en el Observatorio que la Armada estadounidense (la United State Navy) tenía en Washington, a la que accedió Newcomb en 1861. Dos años después, contrajo nupcias con Mary Caroline Hassler.

Entre 1861 y 1871, manejando el nuevo telescopio de veintiséis pulgadas que acababan de instalar en el United States Naval Observatory de Washington -el más potente que había, a la sazón, en los Estados Unidos de América-, Simon Newcomb logró determinar con asombrosa precisión las posiciones de numerosos cuerpos celestes, con especial atención a las órbitas de la Luna y los planetas del Sistema Solar; y calculó muchas perturbaciones orbitales causadas por la atracción gravitacional de otros cuerpos siderales.

En 1870, Newcomb viajó a París para estudiar desde su observatorio astronómico un eclipse solar. Durante su estancia allí -en la que se vio gravemente amenazado por las revueltas políticas que sacudieron la capital gala durante el gobierno de La Comuna (1871)-, el astrónomo americano descubrió graves errores en las tablas lunares trazadas por Hansen, errores originados en malas mediciones tomadas antes de 1750. A su regreso a los Estados Unidos, corrigió estos fallos acerca del movimiento de la Luna y, gracias a los datos obtenidos en París, realizó valiosísimas aportaciones sobre las posiciones de Urano y Neptuno. Por ambos trabajos fue honrado con la Medalla de Oro de la Royal Astronomical Society (1874).

Adquirió, a raíz de estos honores, un gran prestigio como astrónomo, hasta el punto de que, en 1875, le ofrecieron el puesto de Director del Harvard College Observatory. Pero el rechazó este cargo para seguir consagrado en cuerpo y alma a las observaciones y los cálculos matemáticos que podía realizar merced al potente telescopio del Observatorio Naval de Washington. Sin embargo, en 1877, a raíz del traslado de American Nautical Almanac Office desde Massachusetts a Washington, Simon Newcomb aceptó el cargo de Director de la institución en la que había empezado a trabajar como astrónomo en 1857.

Abordó entonces, según sus propias palabras, el proyecto más ambicioso de su vida, que no era otro que el de ofrecer una determinación sistemática de las constantes astronómicas partiendo de los nuevos datos existentes, con el propósito de abrir el camino para las próximas teorías sobre los movimientos de los cuerpos celestes; y determinar con exactitud cuantas tablas, fórmulas y leyes pudiesen ayudar a conseguir tales logros. Pretendió, en definitiva, Simon Newcomb ofrecer a todos los astrónomos posteriores una formulación precisa y sistemática de cuantos datos se conocían hasta la fecha acerca de los objetos siderales.

Tras realizar gran parte de este ambicioso y generoso plan en la American Nautical Almanac Office de Washington, Newcomb pasó a ejercer la docencia como profesor de Astronomía y Matemáticas en la Johns Hopkins University, a la que permaneció ligado durante casi diez años (1884-1893). Compaginó esta dedicación a la enseñanza con sus labores como redactor en el American Journal of Mathematics, prestigiosa publicación científica en la que colaboró asiduamente entre 1885 y 1900. Elegido miembro de la National Academy of Sciences en 1869, fue, además, socio fundador y primer Presidente (1899-1905) de la American Astronomical Society, y presidió también la American Mathematical Society (1897-1898) y la American Society for Psychical Research.

Investido doctor honoris causa por numerosas universidades de todo el mundo, en 1877 Simon Newcomb fue elegido miembro de la Royal Society de Londres, que en 1890 le honró con su Medalla "Copley". Recibió también la Medalla Huygens de la Haarlem Academy of Sciences (1878) y la Medalla "Bruce" de la Astronomy Society of the Pacific (1898), así como el título de Caballero de la Legión de Honor (1893) de la República de Francia.

En 1896, una conferencia internacional de astrónomos celebrada en París acordó que las constantes fijadas por Newcomb fueran usadas como valores universales por todos los científicos del mundo. En esta asamblea se rogó también al astrónomo americano que completase su catálogo de posiciones y movimientos de las estrellas, tarea que Newcomb apenas puedo iniciar, ya que alcanzó por aquel tiempo la edad de la jubilación.

Simon Newcomb recogió gran parte de sus hallazgos, cálculos y mediciones en diferentes tratados científicos de incuestionable valor, como los titulados Astronomy for schools and colleges (1880), Elements of astronomy (1890), Elements of the Four Inner Planets and the Fundamental Constants of Astronomy (1895) -que es, sin duda, su obra capital-, Popular Astronomy (1895), The stars (1901), Astronomy for everyone (1903), Spherical astronomy (1906) y Compendium of Spherical Astronomy (1906).

Pero, además de estos trabajos científicos, se ocupó de asuntos económicos y llegó a publicar un curioso tratado titulado Principles of political economy (Principios de Economía política, 1885), descrito por el gran economista británico John M. Keynes (1883-1946) como una obra de gran frescura y originalidad. Sorprendentemente, al final de su vida publicó también una novela de ciencia ficción, titulada His wisdom the defender (1900).

En septiembre de 1908, los médicos le detectaron un cáncer de vejiga, diagnóstico que le hizo comprender que le quedaban muy pocos meses de vida. Lejos de abatirse, a sus más de setenta años emprendió la tarea de concluir una de sus obras principales, The Motion of the Moon (El movimiento de la Luna), que logró dejar lista antes de su muerte.

En su honor, un cráter de la Luna fue bautizado con el nombre de Newcomb.

JRF

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.