Isaac Newton (1642–1727): El Genio de la Física y la Matemática que Revolucionó la Ciencia
Isaac Newton nació en un periodo crucial de la historia, el 25 de diciembre de 1642, en una Inglaterra que se encontraba en medio de importantes transformaciones políticas y científicas. La Revolución Científica estaba ganando terreno en Europa, trayendo consigo una serie de descubrimientos que cambiarían para siempre nuestra comprensión del universo. Si bien el renacimiento del pensamiento científico comenzó a principios del siglo XVI, fue en el siglo XVII cuando los avances en astronomía, matemáticas y física, alimentados por figuras como Galileo Galilei y Johannes Kepler, estaban a punto de encontrar su culminación en Newton.
En su época, Inglaterra vivió una agitada lucha entre monarquía y parlamento, conocida como la Guerra Civil Inglesa (1642-1651). La tensión política fue tan marcada que en los primeros años de vida de Newton, su país estaba inmerso en un contexto de lucha por el poder entre los realistas, que apoyaban al rey Carlos I, y los parlamentarios, que buscaban un sistema más democrático. Esta inestabilidad influyó en su contexto social, aunque no afectó directamente su desarrollo académico, dado que él se encontraba en una etapa temprana de su vida. Además, la Europa del siglo XVII era testigo de la consolidación de nuevas formas de pensar sobre la naturaleza, especialmente a través de las ideas de René Descartes y Francis Bacon, quienes impulsaban el método científico como forma de conocer la realidad.
Orígenes familiares y vida temprana
Isaac Newton nació en Woolsthorpe, un pequeño pueblo rural en Lincolnshire, donde su padre, también llamado Isaac Newton, era un próspero granjero. Sin embargo, su padre falleció tres meses antes de su nacimiento, dejándolo huérfano de padre desde el inicio de su vida. Esta trágica circunstancia fue un primer desafío para el joven Newton, quien sería criado por su madre, Hannah Ayscough. Cuando Newton tenía tres años, su madre se volvió a casar con un predicador local llamado Barnabas Smith, quien no tuvo un impacto positivo en la vida de Newton. Su madre, en lugar de mantener a su hijo cerca, lo envió a vivir con su abuela materna, lo que marcó una gran separación emocional en su infancia.
Durante su estancia con su abuela, Newton pasó muchas horas solo, lo que lo llevó a desarrollar una personalidad introspectiva y un interés temprano por las ciencias. Desde muy pequeño, mostró una curiosidad insaciable por entender cómo funcionaban las cosas, desarmando y reconstruyendo relojes, o creando complejos sistemas de engranajes con piezas que encontraba. Su infancia solitaria se vería más tarde compensada por su prodigiosa capacidad intelectual, una característica que sería fundamental en su futuro académico.
Educación y primeras influencias
A la edad de 12 años, Newton regresó a vivir con su madre, quien, debido a la influencia de su hermano, lo inscribió en la King’s School de Grantham. Allí, aunque su vida académica fue inicialmente tranquila, su brillantez comenzaba a destacar. A diferencia de sus compañeros, Newton no era un estudiante socialmente popular, pero sus aptitudes matemáticas y su incansable dedicación al estudio lo pusieron rápidamente en el radar de su entorno académico.
El momento clave en su vida temprana fue la influencia de su tío materno, William Ayscough, quien reconoció en él un talento extraordinario para las matemáticas. Ayscough se convirtió en un mentor fundamental en su formación y lo alentó a continuar su educación, lo que lo llevó a ingresar en el Trinity College de Cambridge en 1661, a los 18 años de edad. Este paso representaba la oportunidad de acercarse al corazón de la Revolución Científica, que en ese momento estaba gestándose en la Universidad de Cambridge.
En Cambridge, Newton comenzó a profundizar en el estudio de las matemáticas, la física y la filosofía natural. Su formación en el Trinity College fue excepcional, pero no estuvo exenta de dificultades económicas, pues, como muchos estudiantes de la época, tuvo que ganarse la vida mediante trabajos secundarios. No obstante, su excepcional intelecto lo permitió sobresalir rápidamente. En ese contexto, comenzó a estudiar las obras de los grandes pensadores de la época, como René Descartes, Galileo Galilei y Johannes Kepler, quienes influirían profundamente en su futuro desarrollo científico.
Primeros intereses y talentos observables
En sus primeros años en Cambridge, Newton destacó especialmente por su capacidad para las matemáticas, lo que le permitió abordar y resolver complejos problemas que desafiaban a sus profesores. En ese periodo, desarrolló varias de las bases de lo que luego se convertiría en su revolucionario método científico. Entre sus primeras investigaciones, una de las más notables fue la invención del método de las fluxiones, que posteriormente se convertiría en una de las piedras angulares del cálculo diferencial.
Su inclinación hacia la física también se manifestó de manera temprana, particularmente en su trabajo sobre la luz. Newton comenzó a investigar el fenómeno de la descomposición de la luz blanca mediante el uso de un prisma, lo que lo llevó a descubrir que la luz blanca no era homogénea, sino que estaba compuesta por una serie de colores. Este descubrimiento fue una de las piedras angulares de sus posteriores investigaciones en óptica, que demostrarían su genialidad en varios campos de la ciencia.
Una de las más famosas leyendas que circulan sobre sus primeros años de estudio tiene que ver con la observación de una manzana cayendo de un árbol, lo que se cuenta como el momento en que Newton se percató de la gravedad. Aunque este episodio se ha vuelto parte de la mitología de su vida, lo que sí es cierto es que durante su tiempo en la finca familiar, lejos de la Universidad debido a la peste que azotaba Inglaterra en 1665, Newton realizó algunos de sus descubrimientos más importantes. Fue en este aislamiento donde formuló sus primeros conceptos de la gravedad y comenzó a trazar las ideas que serían la base de sus futuras teorías.
Desarrollo de su carrera y descubrimientos científicos
Regreso a Cambridge y consolidación de su carrera académica
En 1667, tras pasar dos años en su hogar debido al cierre de la Universidad de Cambridge a causa de la peste, Newton regresó a la institución para retomar sus estudios y avanzar en su carrera académica. Fue en este periodo cuando su brillantez comenzó a ser reconocida de manera formal. Un año después, en 1668, fue nombrado Master of Arts por la universidad, lo que le permitió acceder a cargos docentes dentro de la institución. En 1670, Newton fue designado catedrático de Óptica, puesto que ocupó hasta 1672, y comenzó a ser conocido por su enfoque meticuloso y su habilidad para investigar fenómenos naturales con una metodología rigurosa.
Su carrera universitaria no solo estuvo marcada por sus investigaciones, sino también por su contacto directo con los más grandes científicos de su época. En 1672, Newton fue elegido miembro de la Royal Society, la prestigiosa institución científica inglesa, lo que le permitió compartir y difundir sus investigaciones a un público más amplio. Fue gracias a este entorno académico que desarrolló algunas de las ideas que lo llevarían a la fama mundial, particularmente en los campos de la óptica y la mecánica.
Grandes descubrimientos y obras fundamentales
A partir de 1687, la carrera científica de Newton alcanzó su culminación con la publicación de su obra maestra, Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica, comúnmente conocida como los Principia. En esta obra, Newton no solo presentó su famosa ley de la gravitación universal, sino que también formuló las tres leyes del movimiento que más tarde se convertirían en la base de la física clásica.
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Ley de la inercia: Un cuerpo permanecerá en reposo o en movimiento rectilíneo uniforme a menos que una fuerza externa actúe sobre él.
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Ley fundamental de la dinámica: La aceleración de un cuerpo es proporcional a la fuerza neta que sobre él actúa e inversamente proporcional a su masa (F = ma).
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Ley de acción y reacción: A cada acción le corresponde una reacción de igual magnitud y en sentido opuesto.
Estas leyes revolucionaron la comprensión del movimiento, no solo en la Tierra, sino también en el espacio, y proporcionaron el fundamento matemático para describir el comportamiento de los cuerpos celestes. Newton utilizó su propio desarrollo del cálculo diferencial para abordar problemas complejos de la física y la astronomía, lo que permitió una explicación sistemática y cuantificable de los fenómenos naturales.
Uno de los mayores logros de Newton fue su capacidad para aplicar estas leyes al movimiento de los planetas, las lunas y otros cuerpos celestes, estableciendo una visión unificada del cosmos que dominó la ciencia durante más de dos siglos. Además, sus trabajos con la ley de la gravedad demostraron que los mismos principios que rigen el movimiento en la Tierra se aplican también en el espacio, algo que desafiaba las concepciones aristotélicas y ptolemaicas que habían prevalecido durante siglos.
Las disputas científicas y su carácter complejo
A lo largo de su carrera, Newton no solo brilló como un genio científico, sino que también estuvo involucrado en numerosas disputas con otros científicos de su época. Su carácter, a menudo descrito como agrio y solitario, lo llevó a entrar en enfrentamientos públicos y privados que marcaron su vida personal y profesional.
Una de las disputas más conocidas fue con Robert Hooke, un prominente científico y miembro de la Royal Society. Hooke fue uno de los primeros en sugerir la existencia de una fuerza atractiva que podría explicar el movimiento planetario, una idea que más tarde Newton desarrollaría y perfeccionaría en su ley de la gravedad. Aunque los dos científicos compartían ideas similares, la rivalidad entre ellos se intensificó por sus desacuerdos sobre la naturaleza de la luz y la gravedad. Esta controversia llevó a un conflicto abierto, en el que Newton se mostró inflexible, defendiendo su propia teoría y acusando a Hooke de plagiar sus ideas.
Otra disputa importante fue con Gottfried Wilhelm Leibniz, el filósofo y matemático alemán que, de manera independiente, también desarrolló el cálculo diferencial. Aunque el trabajo de Leibniz fue diferente al de Newton en su notación y enfoque, la rivalidad entre ambos culminó en una amarga controversia sobre quién había sido el primero en inventar el cálculo. A pesar de las similitudes entre los métodos de ambos, Leibniz introdujo una notación mucho más sencilla y accesible que, con el tiempo, se impondría en la comunidad matemática.
El carácter de Newton, que en muchas ocasiones lo llevó a evitar los enfrentamientos directos y recurrir a las disputas por medio de cartas y escritos, también influyó en su relación con otros científicos contemporáneos, como John Flamsteed, el astrónomo real de Inglaterra, con quien tuvo desacuerdos sobre la interpretación de algunos descubrimientos astronómicos.
La contribución a la óptica y la invención del telescopio de reflexión
La óptica fue otro de los campos en los que Newton hizo aportes fundamentales. Inicialmente, se centró en resolver el problema de la aberración cromática, un defecto en los telescopios de lentes que dificultaba la observación precisa de los cuerpos celestes. Aunque sus intentos de corregir este defecto fracasaron, Newton realizó un descubrimiento crucial: la luz blanca no era homogénea, sino que estaba compuesta por varios colores, que se podían separar mediante un prisma. Este hallazgo le permitió desarrollar una nueva teoría de la luz, que se basaba en la naturaleza corpuscular de la luz, es decir, la idea de que la luz está formada por partículas pequeñas que interactúan con los objetos de manera diferente.
A raíz de estos estudios, Newton ideó un telescopio de reflexión, que usaba un espejo en lugar de lentes para reflejar la luz. Este diseño innovador resolvía el problema de la aberración cromática, ya que los espejos no presentaban los mismos defectos que las lentes. Su telescopio de reflexión fue un avance crucial para la astronomía, permitiendo observaciones más claras y detalladas de los cielos.
En su obra Opticks, publicada en 1704, Newton resumió y presentó sus investigaciones sobre la luz, los colores y la óptica. Este trabajo consolidó su reputación como uno de los científicos más influyentes de su tiempo y, aunque contenía algunos errores en su interpretación de ciertos fenómenos, su impacto fue duradero. La teoría corpuscular de la luz, por ejemplo, dominaría la óptica durante más de un siglo antes de ser reemplazada por la teoría ondulatoria.
Últimos años, legado y reflexión crítica
Trabajo posterior y su papel en la Casa de la moneda
Tras el apogeo de sus investigaciones científicas, los últimos años de Newton se vieron marcados por un cambio de rumbo en su carrera. En 1696, gracias a la influencia de su amigo Charles Montague, Newton fue nombrado para un puesto en la Casa de la moneda de Inglaterra. Su trabajo en esta institución no solo fue importante por su dedicación a la reforma monetaria, sino también porque le permitió aplicar su carácter meticuloso y su capacidad para resolver problemas complejos en un nuevo campo.
Uno de los grandes logros de Newton en la Casa de la moneda fue su lucha contra la falsificación de la moneda. Durante su mandato, persiguió implacablemente a los falsificadores y contribuyó a la creación de un sistema más seguro para la emisión de monedas. Además, Newton presentó un proyecto de reforma monetaria que mejoró la calidad del dinero en circulación, lo que fortaleció la economía inglesa y consolidó su reputación como un hombre de ciencia y también como un eficiente administrador.
En 1705, en reconocimiento a sus contribuciones al país, Newton fue nombrado Sir por la reina Ana de Inglaterra, un honor que, aunque le otorgó una distinción oficial, no alteró su vida privada. A pesar de su éxito, Newton nunca dejó de ser una persona reservada y austera, centrada en su trabajo y alejada de la vida social.
Últimos años y su fallecimiento
En los últimos años de su vida, Newton sufrió de diversas crisis emocionales, algunas de las cuales lo llevaron a enfrentar episodios de depresión. Su naturaleza introspectiva y su intenso trabajo lo hicieron vulnerables a los estragos de la soledad y el estrés. En 1678 y 1693, Newton atravesó dos periodos de salud mental deteriorada, momentos en los que su mente brillante, aunque prodigiosa, también mostraba signos de fragilidad emocional.
El final de su vida fue marcado por la enfermedad. Newton contrajo lo que se conoce como el mal de piedra, una condición dolorosa relacionada con los cálculos renales. A pesar de su salud deteriorada, continuó trabajando hasta sus últimos días, inmerso en proyectos que no llegaría a concluir. Newton falleció el 20 de marzo de 1727, a los 84 años, dejando un legado científico que cambiaría para siempre el curso de la historia.
Sus restos fueron enterrados en la Abadía de Westminster, un homenaje apropiado a un hombre cuya influencia perduró mucho más allá de su tiempo. Su tumba es un lugar de peregrinaje para aquellos que reconocen su trascendencia en la ciencia y el pensamiento humano.
La reinterpretación de su figura y el impacto a largo plazo
Aunque Newton fue ampliamente reconocido en vida, el verdadero impacto de su trabajo se fue manifestando de manera más profunda con el paso de los siglos. Su mecánica clásica y sus leyes del movimiento fueron fundamentales para el desarrollo de la física, y su ley de la gravitación universal permitió la posterior formulación de teorías astronómicas que abrieron las puertas al entendimiento moderno del universo.
Con el tiempo, la visión de Newton sobre el espacio y el tiempo como entidades absolutas fue puesta a prueba por las teorías de Albert Einstein en el siglo XX, particularmente con su Teoría de la Relatividad. La concepción newtoniana de un espacio y tiempo inmutables, que había dominado la ciencia durante más de 200 años, fue desafiada por la relatividad, que mostró que estos conceptos son flexibles y dependientes de la gravedad y la velocidad relativa. Sin embargo, incluso con el advenimiento de la relatividad, las leyes de Newton siguen siendo fundamentales para la física clásica y continúan siendo utilizadas en una gran variedad de aplicaciones cotidianas, desde la ingeniería hasta la navegación espacial.
La obra de Newton también tuvo un impacto en otros campos del conocimiento. Su invención del cálculo diferencial, aunque disputada con Leibniz, transformó las matemáticas y proporcionó una herramienta esencial para la ciencia moderna. La matemática, la física, la astronomía y la ingeniería deben gran parte de su desarrollo a los principios establecidos por Newton, que aún sirven de base para los descubrimientos científicos actuales.
Reflexión crítica
Isaac Newton fue, sin duda, uno de los genios más grandes de la historia de la humanidad. Sin embargo, su vida estuvo marcada por un carácter difícil y una personalidad compleja. Su tendencia a las disputas, su carácter solitario y su falta de interés por la vida social hicieron de él una figura distante y en ocasiones conflictiva. A pesar de sus notables logros, su legado humano es tan interesante como su legado científico. La complejidad de su personalidad y su forma de enfrentarse al mundo lo convirtieron en una figura contradictoria, cuyas tensiones y luchas personales fueron tan intensas como sus descubrimientos.
Si bien Newton es considerado el padre de la física clásica, su legado ha sido revisado y reinterpretado continuamente a lo largo de los siglos. Su obra científica ha resistido la prueba del tiempo, pero su influencia trasciende más allá de la ciencia, tocando todos los ámbitos del pensamiento humano. La historia de Isaac Newton es, en muchos sentidos, la historia de la humildad frente al conocimiento, un recordatorio de cómo la búsqueda incesante de respuestas a las preguntas fundamentales de la naturaleza puede cambiar, no solo la ciencia, sino la forma en que entendemos nuestro lugar en el universo.
MCN Biografías, 2025. "Isaac Newton (1642–1727): El Genio de la Física y la Matemática que Revolucionó la Ciencia". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/newton-isaac [consulta: 29 de septiembre de 2025].