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MedicinaBiografía

Mesmer, Franz Anton (1734-1815).

Médico alemán, nacido el 23 de mayo de 1734 en Radolfzell (Iznang, Suabia) y muerto en Meersburg. Era hijo de un guardabosques del obispo de Constanza. Estudió teología, filosofía, derecho y, por fin, obtuvo el titulo de doctor en medicina en Viena, en 1764, con una tesis sobre La influencia de los planetas en el cuerpo humano, que debiera calificarse más como una recopilación ocultista que como un estudio medico.

Se casó con la madura y rica viuda de van Bosch, quien poseía, en el extrarradio de Viena, un lujoso palacio que sería el escenario de su vida y obra, y cuya fortuna le permitió vivir el resto de sus días sin preocupaciones económicas.

En el verano de 1774 tuvo conocimiento de que una dama inglesa llevaba siempre consigo un imán con el que se aliviaba totalmente de los violentos calambres que padecía en el estómago. Mesmer se hizo construir un imán igual, el cual aplicó a varios enfermos con idénticos resultados. Sobre la base de esto, escribió e introdujo una sistema propio de curación de las enfermedades, basado en métodos que él denominaba "magnéticos", y que en realidad eran sugestivos. Elaboró su doctrina del magnetismo animal, basada en la hipótesis de que cada organismo poseía un fluido magnético que podía ser transmitido a los demás.

Durante algunos años, su milagroso procedimiento de cura por el magnetismo hizo que los enfermos, anhelosos de curación, se agolpasen en torno a su mansión hasta que, por encargo de la emperatriz María Eugenia, trató de curar de ceguera a una joven música ciega, muy querida de toda la ciudad, y protegida de la propia emperatriz. La joven, llamada María Teresa Paradies, se trasladó, por deseo de Mesmer, a vivir a su residencia; allí, y tras largos meses de estancia, Mesmer hizo publicar en los periódicos que la joven estaba recuperando la visión notablemente. Cuando se demostró que las noticias eran un fraude, Mesmer cayó en descrédito, vendió sus posesiones y regresó a Suabia.

Rechazado por los médicos austriacos, se marchó a París, donde obtuvo un éxito tan extraordinario que los nobles se disputaban sus favores, y le entregaron cuantiosas sumas de dinero.

El intento de Mesmer de que se reconociese como disciplina médica el magnetismo hizo que Luis XVIII encargase una investigación oficial sobre sus descubrimientos al colegio de médicos de París. La comisión, en la que participaron figuras tan relevantes para la ciencia como el químico Lavoisier y el físico norteamericano Benjamín Franklin, falló en sus conclusiones que las sesiones de magnetismo carecían de todo efecto útil, y que frecuentemente se producían situaciones de gran promiscuidad sexual. Con estas conclusiones el magnetismo cayó en el descrédito, y los adeptos comenzaron a abandonar la clínica magnética

Un inesperado concierto de su antigua paciente María Teresa Paradies supuso el epitafio a su rentabilísima clínica magnética, situada en el lujoso barrio de Monmatre, en la cual hubo más orgías de histerismo que sanaciones de enfermos.

En París, el marqués de Puységur, uno de los nobles asistentes a las escalofriantes sesiones de Mesmer, al intentar reproducir por su cuenta las sesiones de Mesmer, se topó con un hecho insólito: el hipnotismo, materia que luego desarrollaría en profundidad.

Olvidado por los nobles parisinos, permaneció en esta ciudad hasta que temió por su vida, en plena Revolución Francesa. Mesmer malvendió sus posesiones y se trasladó a Suiza, e intentó en vano abrir una clínica en la próxima Viena, donde todavía estaba proscrito por la policía que le expulsó del país.

Aunque en Francia la Revolución hizo olvidar la fiebre por el mesmerismo, no ocurrió lo mismo en Alemania, en donde aparecieron una pléyade de magnetizadores y visionarios, entre los que debía contarse el propio Goethe, quien, mientras trabajaba en la redacción de su primera parte de Fausto, experimentaba con la telepatía y el hipnotismo. En la Prusia de Federico Guillermo II, el magnetismo mesmeriano se fundió con toda una serie de prácticas ocultistas, entre ellas el espiritismo y las invocaciones a los muertos, especialmente en los "Círculos de la Armonía". El propio canciller de Prusia Hardember y los académicos de la universidad de Berlín se rindieron a la moda, y llegaron incluso a invitar a Mesmer a dirigir las investigaciones que sobre el magnetismo pretendía establecer la universidad.

A la vez que crecían la moda y el entusiasmo, también se alzaron numerosas voces que calificaban de absurdo y engaño todos los fenómenos de ocultismo en los que muchas veces se escondían verdaderas orgías sexuales.

Federico Guillermo III, que en contra de su antecesor sentía pavor por los círculos magnéticos, mandó contra ellos las fuerzas policiales, y en pocos meses la sociedad prusiana recobró el sentido.

Poco después, en 1815, Mesmer fallecía en su retiro de Messburg (Suabia), donde había pasado su últimos años, alejado de la fama mientras ejercía como medico rural.

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