A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
FilosofíaBiografía

Grice, H. Paul (1913-1988).

Filósofo inglés nacido en 1913 y fallecido en 1988; es conocido sobre todo por sus contribuciones a la filosofía del lenguaje en el ámbito de la teoría del significado y de la comunicación. Su trabajo, recopilado en su obra Studies in the Way of Words, ha tenido una gran importancia en filosofía y lingüística, con implicaciones también en el ámbito de la ciencia cognitiva en general. Sus aportaciones más influyentes se centran en dos núcleos teóricos principales: la distinción entre "significado para el hablante" y "significado lingüístico", y el análisis de la llamada "implicatura conversacional".

Significado "para el hablante" versus significado lingüístico

Influido por la posición filosófica del llamado "Segundo Wittgenstein" (véase Ludwig Wittgenstein), que se centraba en prestar atención a la intención con que los hablantes utilizan el lenguaje, la teoría de Grice es una teoría propiamente pragmática del significado, es decir, que trata de explicar el significado (tanto el significado permanente de las expresiones como el significado aplicado, el que poseen al ser usadas) sobre la base de las intenciones del hablante, de lo que éste quiere decir en determinada ocasión por medio de sus palabras. Por ello, el concepto de "significado para el hablante" es muy importante en la teoría de Grice. Dicho concepto apela a la idea de que la comunicación es un asunto de intencionalidad que afecta a los estados psicológicos de otra persona; el efecto que se persigue por medio del lenguaje es conseguir que la audiencia reconozca la intención del hablante de conseguir determinado efecto. De esta forma, Grice se aproxima en su análisis a la teoría de los actos de habla de Austin y Searle, que afirma que los diferentes tipos de actos de habla (afirmaciones, mandatos, disculpas, deseos, etc.) pueden distinguirse por el tipo de actitud proposicional (creencia, deseo, arrepentimiento...) que el hablante expresa.

Analizando lo anterior más detalladamente, encontramos que el concepto de "intención comunicativa" es la piedra angular de la teoría de Grice (véase intención). Afirmar que un hablante quiso decir algo por medio de sus palabras es afirmar que el hablante pretendió que la pronunciación de sus palabras produjera cierto efecto en su auditorio por medio del reconocimiento de su intención. Querer decir algo por medio de una expresión es proferirla con una triple intención: primero, que el oyente produzca una respuesta; segundo, que el oyente se dé cuenta de la intención; tercero, que el oyente produzca su respuesta por haberse dado cuenta de la intención.

En sus primeros trabajos ("Meaning", 1957), Grice afirma que, si se trata de una expresión declarativa, la intención del hablante es inducir una creencia en el oyente; y, si es imperativa, la intención es que el oyente haga algo. Pero es posible objetar a este respecto, en primer lugar, que muchas veces el hablante no pretende convencer al oyente de que crea algo, sino simplemente comunicarle lo que él cree; y, en segundo lugar, que existe una diferencia cualitativa entre inducir a creencia (el efecto pretendido aquí es lo que se llama una "actitud proposicional") y conseguir que alguien haga algo (lo cual no es una actitud proposicional, sino una acción), lo que obliga a un tratamiento distinto para cada tipo de efecto. Esto llevó a Grice a reformular sus definiciones en artículos posteriores; así, expresiones declarativas serían aquellas cuya intención es conseguir que el oyente piense que el hablante cree algo; expresiones imperativas, aquellas cuya intención es conseguir que el oyente tenga intención de hacer algo. En ambos casos, la respuesta del oyente es ahora una actitud proposicional.

J. Hierro Sánchez-Pescador señala que el problema más importante que puede detectarse en esta teoría de Grice es que no puede explicar lo que llamamos "significado de una oración" en términos estrictamente lingüísticos; es decir, si hablamos de lo que significa una oración en determinada lengua, la intención del hablante no cuenta. Hay oraciones que nadie ha usado nunca y que son significativas, el número de oraciones que pueden producirse en un lenguaje es infinito, ¿cómo, entonces, podría dárselas significado en base a la intención? Grice responde a esta objeción que siempre existe determinada correlación entre las características de una expresión y el efecto que se intenta producir por medio de ella, sea usada o no usada dicha expresión. Cuando se habla del significado de una oración en abstracto (no usada) se habla de "expresión tipo", mientras que cuando se habla del significado de una expresión usada se está haciendo referencia a lo que Grice llama "expresión ejemplar". Así, una expresión tipo significa algo para un hablante si y sólo si la proferencia de esa expresión es un "procedimiento de hablante" para conseguir que en el oyente se produzca una reacción determinada. Ahora bien, Grice no aclara qué sea un "procedimiento de hablante", aunque parece que se refiere al hecho de que el hablante sabe qué palabras ha de usar para producir determinado efecto. De cualquier forma, si el hablante lo sabe es porque las palabras significan algo con independencia de la intención; aprender un lenguaje es aprender a utilizar sus palabras y lo que significan para conseguir determinados propósitos, y ello implica la importancia de la comunidad de hablantes y de la noción de "convención lingüística", que falta en Grice, y que permitiría afirmar que una expresión tipo tiene significado si y sólo si la proferencia de dicha expresión es un procedimiento de varios miembros de la comunidad para conseguir que el oyente produzca una determinada respuesta.

En cualquier caso, los principales problemas de esta teoría de Grice surgen en torno al concepto de significado literal de las expresiones, es decir, precisamente aquel significado que no está determinado por la intención.

La distinción que Grice establece entre el significado del hablante y el significado lingüístico refleja el hecho de que lo que el hablante quiere significar al proferir una oración es frecuentemente distinto de lo que la frase significa en sí misma. Un hablante puede querer significar una cosa con sus palabras diferente del significado mismo de la frase que profiere. Grice piensa que el significado lingüístico puede reducirse a un significado del hablante que se puede llamar "estandarizado". Este punto de vista reductivo no ha obtenido una amplia aceptación a causa de su extrema complejidad y porque requiere asumir la controvertida suposición de que el lenguaje es esencialmente un vehículo para comunicar pensamientos, y no un medio de pensamiento en sí mismo. De cualquier forma, muchos filósofos concederían al menos que el contenido mental es una noción más fundamental que la de significado lingüístico, y quizá incluso que es posible reducir la semántica a una psicología de las actitudes proposicionales.

La implicatura conversacional

Esta teoría de Grice, de nuevo, muestra la influencia del Segundo Wittgenstein en su posición filosófica, pues se refiere a la influencia del contexto en el uso del lenguaje. Grice subraya que se dan una serie de relaciones entre proferencias que recuerdan a las relaciones lógicas de implicación, pero que están determinadas por el contexto. No se refiere, por tanto, a relaciones estrictamente lógicas, y por eso elude el uso del término "implicación" y prefiere el término "implicatura". Según la teoría de Grice, la implicatura puede ser de dos tipos: en primer lugar, una implicatura convencional, basada en rasgos convencionales de las expresiones utilizadas. Por ejemplo, la oración "es guapo pero inteligente" tiene una relación de implicatura convencional con el enunciado "hay contraste entre ser guapo y ser inteligente". En principio, parece que el contexto aquí no desempeña un papel importante. Pero Grice distingue también un tipo de implicatura llamada "conversacional". Ésta puede ser a su vez de dos tipos; particular, si la relación de implicatura se debe a los rasgos del contexto particular en que se usan las expresiones, o general, si la relación se debe a las características generales del uso de ciertas expresiones.

En general, cuando Grice habla de "implicatura" se refiere al hecho de que cuando un hablante hace una afirmación de cualquiera de estos tres tipos, el interlocutor puede inferir el segundo término de la relación en función de la forma en que ha hablado el hablante, es decir, sacar una consecuencia en el sentido coloquial del término (no en sentido lógico). Partiendo de esta idea, desarrolla lo que se llama "principio de cooperación entre hablantes", por el cual se rige la comunicación lingüística, y que viene a decir algo así: "haz que tu contribución a la comunicación sea la requerida en el tiempo y contexto en que tiene lugar", y esto se particulariza en cuatro máximas o normas:

1- Intenta que tu contribución sea tan informativa como haga falta.
2- Intenta que tu contribución sea verdadera.
3- Intenta que tu contribución sea relevante, que tenga relación con lo que se trata.
4- Intenta que tu contribución sea clara, que carezca de ambigüedad.

Se supone que la cooperación lingüística será exitosa si se cumplen estas cuatro reglas; Grice defiende, de hecho, que todos nos comportamos así cuando hablamos, y que "en esto consiste la conducta lingüística racional".

Aunque la distinción de Grice entre lo que se dice y lo que se implica no es exhaustiva, la estrategia teórica derivada pretende reducir la carga sobre la semántica y explicar un amplio abanico de fenómenos no semánticos en un nivel apropiado de generalidad. Esta estrategia ha tenido aplicaciones posteriores a un gran número de problemas en filosofía del lenguaje y en otras áreas de la filosofía, tales como la epistemología y la ética, y del conocimiento en general, como la lingüística o la informática. La economía y plausibilidad de la teoría requiere afrontar la distinción de Grice entre significado lingüístico y del hablante, y la distinción correlativa entre referencia lingüística y del hablante, y abandonar la suposición errónea de que los usos del lenguaje se pueden explicar en términos de un núcleo de significado lingüístico acompañado de una serie de hechos generales sobre la comunicación racional.

Autor

  • Ana Isabel Hernández González