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HistoriaBiografía

Cornelia Severina (s. I-II).

Matrona y sacerdotisa hispano-romana, nacida en Florentino Iliberritano (en el territorio ocupado por la actual ciudad de Granada) a mediados del siglo I y fallecida en la centuria siguiente. Esposa y madre de cónsules, vivió toda su existencia dividida entre el amor hacia su tierra natal y la fascinación por el esplendor de la capital del Imperio, y llegó a convertirse en uno de los mejores exponentes del ascenso de las principales familias provincianas a las capas sociales y políticas más elevadas de Roma.

Nacida en el seno de una destacada familia de la elite provincial de la Bética (la de los Cornelios), nada se sabe de su infancia y primera adolescencia hasta que, alrededor de los quince años de edad -como era usual entre las jóvenes romanas- contrajera nupcias con Quinto Valerio Vegeto, un miembro perteneciente a otra de las familias principales de su ciudad natal (la de los Valerios). La nobleza de su esposo -que participaba del rango de los caballeros o ecuestres, el segundo en importancia dentro de la jerarquía social romana- permitió a éste desarrollar una intensa actividad política que, en calidad de magistrado, pronto le condujo hasta la misma capital del Imperio, en donde Quinto Valerio Vegeto ocupó, en el año 91, el cargo de cónsul, es decir, la más alta magistratura a la que se podía acceder en la época del Imperio. Al mismo tiempo, el consulado le permitió ingresar automáticamente en el Senado romano, con lo que Cornelia Severina pasó a convertirse en una de las mujeres más influyentes en la política de su tiempo.

Sin embargo, la añoranza de su tierra natal aconsejó a la joven esposa del senador conservar en todo momento sus posesiones granadinas, a las que regresaba con toda la frecuencia que se lo permitían las graves ocupaciones de su marido en Roma. El matrimonio había adquirido, empero, vastas propiedades en Viterbo (que posteriormente fueron confiscadas por el emperador Marco Aurelio), donde la familia de Quinto Valerio Vegeto se aposentó definitivamente, sin que este asentamiento impidiera las constantes visitas de Cornelia Severina a la provincia de la Bética.

De la unión entre estos dos vástagos de los Cornelios y los Valerios nacieron varios hijos, uno de los cuales accedió también al nombramiento de cónsul en el año 112. Por aquel entonces, ciertas zonas de la Hispania romana (y, muy señaladamente, la provincia de la Bética) se habían convertido, dado el auge económico y social de las familias más poderosas de la elite provincial, en un venero inagotable de magistrados y senadores (e, incluso, emperadores como Trajano y Adriano) que fueron llegando a Roma y ocupando las más altas esferas del poder. Este hijo de Cornelia Severina contrajo matrimonio con Etrilia Afra, otra mujer perteneciente a las elites sociales y económicas de la Bética (en este caso, del municipio romano que ocupaba el mismo territorio en el que ahora se levanta la localidad jiennense de Martos); quedaban, así, reforzados los lazos que seguían uniendo a los miembros más poderosos de la Bética con las altas magistraturas romanas, que en la primera mitad del siglo II se poblaron de senadores pertenecientes o vinculados a la familia de los Valerios Vegetos o otros núcleos familiares señalados de la provincia meridional de Hispania.

Por lo demás, el poder económico y el prestigio social que, heredado de sus familiares, había conducido a Cornelia Severina hasta los salones más influyentes de Roma se vio, a su vez, incrementado a raíz de los éxitos políticos de su esposo y su hijo. Parece ser que fue el nombramiento de cónsul recaído en su hijo la circunstancia que movió a sus paisanos a honrar a esta poderosa matrona con el título de sacerdotisa encargada de velar por el culto de la familia imperial (y, en su caso concreto, el de flamínica de Plotina, la esposa de Trajano); de este modo, el municipio de Iliberris celebraba, por un lado, el ascenso de una hija suya hasta las mayores cotas de poder que podía alcanzar una mujer en Roma (de hecho, el único cargo destinado legítimamente a la población femenina era el de sacerdotisa); y, por otro, la protección y el favor que, en la alta política de Roma, podía recibir el pueblo de los cónsules Cornelios por mediación de una figura tan influyente como Cornelia Severina.

Bibliografía

  • BALIL ILLANA, Alberto. "Los Valerii Vegeti, una familia senatorial oriunda de la Bética", en Oretania, nº 3 (1961), pp. 96-98.

  • CASTILLO, Carmen. "Los senadores béticos. Relaciones familiares y sociales", en Epigrafía e ordine senatorio (Roma: Edizioni di Stotia e Letteratura, 1982), pp. 465-519.

  • Corpus Inscriptionum Latinarum, II, 2077 (Berlín, 1871 [suplemento 1900]).

  • MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida. "Influencia social de las mujeres en las ciudades de Hispania meridional", en La mujer en el mundo mediterráneo antiguo (Granada: Universidad, 1990), pp. 219-241).

  • MIRÓN PÉREZ, María Dolores. "Cornelia Severina", en Mujeres en la Historia de España (Madrid: Planeta, 2000), pp. 21-22.

  • MIRÓN PÉREZ, María Dolores. Mujeres, religión y poder: El culto Imperial en el Occidente Mediterráneo (Granada: Universidad, 1986).

JR.

Autor

  • 0012 JR