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LiteraturaBiografía

Chamberlain, Houston Stewart (1855-1927).

Escritor alemán de origen inglés, nacido en Southsea (cerca de Portsmouth, en el condado británico de Hampshire) en 1855, y fallecido en Bayreuth (en el estado alemán de Baviera) en 1927. De profundas convicciones racistas manifiestas en un furibundo antisemitismo, fue uno de los máximos exponentes de la corriente ideológica que afirmaba la superioridad de la raza aria, y dejó impresa una compleja producción ensayística que, según reconoció el propio Hitler, fue uno de los principales argumentos de autoridad en los que se apoyó el nazismo a la hora de sustentar sus planteamientos políticos.

Hombre de vasta formación cultural, cursó buena parte de su educación secundaria en las mejores escuelas de Francia y se graduó en la Universidad de Ginebra (Suiza), de donde pasó a instalarse en la ciudad alemana de Dresde (1885). Tras este primer contacto con la sociedad germánica de su tiempo, en 1889 se trasladó a Viena y allí conoció a Eva Wagner, hija mayor del célebre compositor Richard Wagner (1813-1883), con la que contrajo nupcias en 1908. Chamberlain, que era un gran admirador del músico romántico, se afincó a partir de este año en compañía de su nueva esposa en la ciudad alemana de Bayreuth, a la sazón convertida en una especie de santuario del "wagneriarismo" mundial, bien conocido ya por la tendencia racista y totalitaria de muchos de sus integrantes. Cada vez más identificado con la sociedad que le había acogido, al cabo de ocho años (1916) se nacionalizó alemán y llegó a asistir, desde su nuevo país adoptivo, al surgimiento y a la consolidación del movimiento nazi, al que el propio Houston Stewart Chamberlain había dado alas con la publicación, en el paso del siglo XIX a la centuria siguiente, de su obra titulada Die Grundlagen des neunzehnten Jarhunderts (Los fundamentos del siglo XIX, 1899-1901), editada también en inglés bajo el título de The Foundations of the 19th Century in Germany, y difundida con gran celeridad por toda Europa durante las tres primeras décadas del siglo XX.

En realidad, poco había de original en esta funesta obra de Chamberlain, quien seguía en su discurso los postulados establecidos por el filósofo y diplomático francés Joseph Arthur, Conde de Gobineau a mediados del siglo XIX, en sus cuatro volúmenes titulados Essai sur l’inégalité (Ensayo sobre la desigualdad). Gobineau -considerado unánimemente por la antropología y la politología actuales como el iniciador de esa corriente ideológica que puso los cimientos del racismo contemporáneo-, postuló con ahínco en esta obra la idea de la superioridad manifiesta de la raza blanca sobre todas las demás, con especial predilección -siempre según el ideólogo francés- hacia el pueblo ario entre todos los que conformaban esta estirpe supuestamente privilegiada. Por conferir un barniz científico a sus opiniones racistas, Gobineau había comparado el peso del cerebro de los blancos con el de los negros, y en función de los resultados obtenidos en este experimento estableció una relación causal directa entre factores mentales y físicos.

Unos años después, Houston Stewart Chamberlain retomó este estudio de Gobineau y sentó ahora las bases de la superioridad aria en función de la mayor altura y el tamaño superior del cráneo de los teutones, lo que tal vez podía demostrarse respecto al cráneo de otros grupos raciales, pero nunca en la confrontación entre las cajas craneales de germánicos y judíos (de hecho, el propio Chamberlain reconoce sus dificultades para establecer diferencias físicas concretas entre hebreos y alemanes). A raíz de estas experimentaciones y argumentaciones de tan discutible valor objetivo, el antisemitismo germánico y de otros lugares de Europa creyó disponer de un sólido soporte científico para sus seculares prejuicios contra la raza judía, por lo que las obras de Gobineau y, sobre todo, de Chamberlain se convirtieron en los libros de cabecera de los principales dirigentes del nazismo (entre ellos, y como ya se ha indicado más arriba, el propio Adolf Hitler, quien reconoció expresamente la influencia del escritor de origen inglés en el auge de las ideas antisemitas).

No es necesario un detenido análisis de la obra de Houston Stewart Chamberlain (y menos aún, claro está, del espejo de Gobineau en que se mira) para señalar los errores conceptuales y las aberraciones morales que contiene, empezando por la plena identificación -sin ningún argumento irrebatible a su favor- del notorio progreso de la civilización occidental con un supuesto "genio teutónico" que, hasta el momento en que Chamberlain escribió su obra, nadie había sabido definir y delimitar con exactitud, y que -siempre según el escritor de origen inglés- había sido el único responsable de ese progreso europeo a despecho de la tenaz oposición del pueblo semita. A pesar de que todos los estudios antropológicos (tanto los realizados por él mismo como los procedentes de las máximas autoridades en esta materia) demostraban de forma fehaciente que no era posible establecer ninguna pauta que permitiese hablar con propiedad semántica y rigor científico de "raza judía", Chamberlain se empecinó en su obra en considerar a los integrantes del pueblo hebreo no sólo como sujetos de una raza distinta a la blanca, sino también inferior (lógicamente, para poderse permitir esta atrabiliaria afirmación se vio forzado a no ofrecer ninguna definición del concepto de raza que animaba sus postulados). Además, sostuvo otras aseveraciones tan arbitrarias -aunque de gran calado en una sociedad agitada como lo era la alemana del primer tercio del siglo XX- como la que aseguraba que todas las grandes catástrofes históricas, empezando por la caída del Imperio Romano, habían sido provocadas por las mezclas raciales. Por extraño que pueda parecer, estas ideas de Chamberlain fueron recibidas con alborozo por parte de las clases medias y altas del pueblo germano, que convirtió al pensador de origen inglés en algo así como el "autor predilecto" del movimiento nacionalsocialista tras la I Guerra Mundial, y leyó con avidez todas sus obras; entre ellas, cabe recordar -siquiera como testimonio del referente al que estaba siempre orientada su producción literaria- una biografía de su suegro, así como diferentes escritos sobre otras grandes figuras de esa cultura teutona que le causaba tanta fascinación, como el filósofo Immanuel Kant (1724-1804) y el escritor Johann Wolfgang von Goethe(1749-1832). Todas estas obras (pero, fundamentalmente, sus ideas de pureza racial y superioridad germánica plasmadas en Los fundamentos del siglo XIX) calaron hondo en el político y escritor antisemita Alfred Rosenberg, considerado como el "filósofo oficial" del nazismo y uno de los máximos responsables del holocausto judío.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.