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LiteraturaPeriodismoBiografía

Calero Orozco, Adolfo (1899-1980).

Narrador, dramaturgo y periodista nicaragüense, nacido en Managua en 1899 y fallecido en su ciudad natal en 1980. Autor de Sangre santa (1944) -una de las novelas más interesantes de la literatura centroamericana de mediados del siglo XX-, mostró también una especial maestría en el cultivo de la narrativa breve, género que introdujo en las Letras nicaragüenses contemporáneas.

Hombre de vivas inquietudes humanísticas, decidió en plena adolescencia orientar sus pasos profesionales por el sendero de la enseñanza, por lo que cursó el bachillerato en la Escuela Normal. Pasó a continuación al Instituto de Pedagogía, donde alcanzó un título de maestro que le permitió empezar a ejercer la docencia en 1917, recién cumplidos los dieciocho años de edad.

Tras haber pasado dos años en el ejercicio de esta profesión, marchó a los Estados Unidos de América con la intención de ampliar conocimientos y horizontes vitales. Así, se matriculó primero en la Academia Militar de Claxon Roint y, posteriormente, en la Universidad Católica de Washington, donde adquirió un dominio perfecto de la lengua inglesa y, simultáneamente, fue consolidando su ideología política, inclinada hacia el conservadurismo desde su temprana juventud.

Al cabo de dos años, el joven Adolfo Calero regresó a su Nicaragua natal y, tras desempeñar algún que otro oficio para asegurar su subsistencia -como el de empleado en un almacén de venta al público-, logró reanudar su trayectoria docente en el Instituto Pedagógico, de donde pasó ocupar un puesto de profesor titular en la Escuela Normal de Institutoras (centro donde se formaban todas las maestras de enseñanza primaria de Nicaragua).

Por aquel período inicial de la década de los años veinte, Adolfo Calero Orozco se dio a conocer como periodista merced a los artículos, crónicas y entrevistas que empezó a publicar en diferentes rotativos y revistas de Managua. A partir de entonces, su cada vez mas estrecha vinculación con el mundo del periodismo habría de depararle muchas satisfacciones, como la de alcanzar, en 1923, el cargo de dirección de la revista Faces y Facetas, o la de convertirse, diez años después -concretamente, el 3 de febrero de 1933- en el periodista nicaragüense que obtenía la última entrevista concedida por el general Sandino (1895-1934). Este brillante trabajo de Calero Orozco fue publicado por el diario La Prensa, en cuyas páginas apareció durante muchos años una columna diaria del escritor de Managua (quien, además, dirigió y presentó, también durante un prolongado período de tiempo, un exitoso programa radiofónico).

Inmerso en una febril actividad laboral como periodista y pedagogo, Adolfo Calero se desligó, durante la década de los veinte, de ese mundillo literario que le había fascinado desde su primera juventud. A este alejamiento contribuyó también el matrimonio que contrajo en 1927, unión que le forzó a buscar nuevas ocupaciones para asegurar el sostenimiento del núcleo familiar que acababa de fundar.

Esta necesidad de incrementar sus ingresos volvió a empujarle a los Estados Unidos en 1929, esta vez para desempeñar allí labores de traductor, gracias a su espléndido dominio del castellano y el inglés. Una vez estabilizada su situación económica, regresó a Nicaragua y, durante algún tiempo, ganó un merecido crédito como publicista. Y en 1938, siempre empujado por su deseo de ampliar horizontes y por su necesidad de medrar en la escala social y profesional, aceptó un cargo de responsabilidad en la compañía Hetch, Levis & Kahm, dedicada a la recogida y explotación de caucho. Este empleo le obligó a abandonar durante largos trechos de tiempo su domicilio en Managua, para adentrarse por la región noreste de su país natal, siguiendo el curso del río Coco.

En sus ratos de ocio, Adolfo Calero fue pergeñando una espléndida novela que, publicada en 1944 bajo el título de Sangre santa, le granjeó de inmediato un enorme prestigio literario tanto dentro como fuera de las fronteras nicaragüenses. Tanto fue así, que fue elegido miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua, y enviado como representante de esta institución a Madrid en 1956, para que tomara parte en el Segundo Congreso de las Academias de Habla Hispana.

Célebre no sólo por dicha narración extensa, sino también por los numerosos cuentos que venían publicando desde 1926 -ya dispersos en periódicos y revistas, ya recopilados en forma de libro-, el escritor managüero fue objeto de otros muchos honores y reconocimientos de carácter nacional e internacional. Así, v. gr., en 1969 el gobierno de Francia le condecoró con la Palma de las Academias, y al cabo de diez años el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica -que había sido fundado, entre otros, por el propio Calero Orozco- le rindió un emotivo homenaje con el que se quiso festejar la llegada del escritor a la condición de octogenario.

Obra

Maestro indiscutible de la corriente temática conocida como regionalismo, Adolfo Calero Orozco supo dotar a sus cuentos y relatos de un poderoso aliento de oralidad que hizo posible la inmediata identificación del lector popular con la narrativa breve del autor de Managua. A lo largo de su brillante carrera literaria, fue reuniendo sus narraciones cortas en una serie de obras recopilatorias -como Recortes varios (1926), Cuentos pioneros (1944), Cuentos nicaragüenses (1957) y Cuentos de aquí no más (1964)- que le convirtieron en uno de los auténticos introductores de este complicado género literario en las Letras de su nación -junto con Carlos A. Bravo, Manuel Antonio Zepeda y Manolo Cuadra (1907-1957)-. Pero, por encima de todos estos compañeros de generación, Calero Orozco consiguió con su narrativa breve perfilar con nitidez la idiosincrasia del pueblo nicaragüense, su genuina identidad, en la medida en que no sólo adoptó a sus relatos los mismos recursos orales empleados por la gente de la calle, sino toda una galería de tipos humanos de la clase media (tenderos, artesanos, maestros, oficinistas, costureras, empleados domésticos, etc.) que se correspondían plenamente con la realidad socio-ecónomica del país.

El escritor nicaragüense supo así reconstruir en sus relatos las formas de vida, los tipos humanos y hasta el paisaje urbano o rural -según la zona en que está ambientado cada cuento- de la ciudad de Managua y el departamento homónimo en el que él mismo podía ubicar -para convertirlos también en material literario- sus recuerdos de infancia, adolescencia y juventud. Además, logró manejar con indudable pericia todo tipo de registros -desde el humorístico hasta el crítico, pasando por el psicológico-, con lo que sus escritos no presentan la plana irrelevancia de otras narraciones regionalistas ancladas en el tipismo o el costumbrismo.

Idéntico interés, si no mayor, reviste su novela extensa Sangre santa (1944), uno de los primeros textos literarios nicaragüenses donde la guerra no es contemplada como blasón de gloria o quintaesencia del heroísmo y otros valores patrios, sino como un penoso testimonio de las miserias de la condición humana. El protagonista de la obra, Luis Castrillo, evoluciona drásticamente a lo largo de la novela a medida que se va viendo implicado en esa guerra civil que Adolfo Calero presenta como un episodio lamentable en la reciente historia de su pueblo.

El escritor managüero fue autor, además, de la noval Éramos cuatro, publicada en una primera versión en 1977, y ampliada notablemente en una segunda redacción que Calero Orozco dio a los tórculos en 1978. En plena vejez, ya a punto de alcanzar los ochenta años de edad, el eminente narrador rememoró en esta bella obra la Managua de su juventud, en la que sitúa la peripecia de un grupo de amigos allá por los años veinte.

También realizó Adolfo Calero algunas relevantes incursiones en el género teatral, al que aportó la obra La falda-pantalón, estrenada en el Teatro Experimental Rubén Darío (de Managua) en 1972, aunque había sido escrita -e, incluso, representada- medio siglo antes. Otras publicaciones suyas son Obras de teatro (1972), 4 obras de teatro (1972), Correrías líricas (1974) y Así es Nicaragua (1976).

Bibliografía

  • COLOMA, Fidel. "Algunas notas al arte narrativo de Adolfo Calero Orozco", en Boletín de la Escuela de Ciencias de la Educación (Managua), nº 1 (1961), págs. 46-64.

  • JUÁREZ GUTIÉRREZ, Luisa Amanda. Adolfo Calero Orozco en la narrativa nicaragüense (Managua: Academia Nicaragüense de la Lengua [Ediciones Lengua, Estudios Lingüísticos y Literarios], 1978).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.