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HistoriaReligiónBiografía

Acacio, Obispo de Cesarea (¿-366 d.C.).

Obispo de Cesarea (Palestina), apodado el Tuerto (monophthalmus), nacido en algún lugar de la actual Argelia, probablemente a finales del siglo III, y muerto en Cesarea, en el año 366 d.C., ciudad en la que ejerció el cargo de obispo desde el año 340.

Durante toda su vida se distinguió por ser uno de los más firmes defensores del arrianismo, doctrina herética prohibida por el Concilio de Nicea, celebrado el año 325, a la que se adscribió en un primer momento más por ambición (estaba apoyada por varios emperadores) que por convicción, como demostró el propio Acacio con sus frecuentes cambios de postura: de arriano acérrimo pasó a católico para acabar cayendo de nuevo en las herejía arriana. Debido a su alta calidad como intelectual, imbuido de una fuerte personalidad y poder de persuasión, Acacio intervino de una manera decisiva en el destierro del papa Liberio, decretado por el emperador Constancio II en el año 355, lo mismo que en la elección del antipapa Félix, pontífice de débil personalidad que permitió el triunfo temporal de las tesis arrianas. También tuvo participación en la destitución de San Cirilo de Alejandría, uno de los más firmes partidarios y defensores del credo niceno, aunque el enfrentamiento entre ambos prelados se debió más a cuestiones de jurisdicción y primacía entre las dos ciudades que representaban que a asuntos cristológicos. Finalmente, hizo adoptar en el Concilio de Constantinopla (no confundir con el ecuménico del año 381), celebrado en el año 360, una fórmula intermedia entre el arrianismo puro y la ortodoxia nicena, según la cual el Hijo de Dios, Jesucristo, era "semejante en esencia" al Padre (omoiousios), conocida como la tercera vía de Sirmium, por ser presentada por primera vez en esta ciudad.

Con esta fórmula, alejada de la nicena u ortodoxa, que garantizaba la divinidad de la figura de Cristo (omousios; consustancial al Padre), y de la arriana, que afirmaba la desemejanza entre el Hijo y el Padre (anomoios), Acacio lo que consiguió fue ensombrecer todavía más las querellas cristológicas y crearse un buen número de enemigos por ambas partes. Por último, con su estrella personal declinando, Acacio fue excomulgado por el papa Liberio, en el año 360, una vez que el santo padre fue repuesto en la silla de Pedro, muriendo en Cesárea cinco años más tarde.

CHG

Autor

  • Carlos Herraiz García