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FilosofíaBiografía

Reid, Thomas (1710-1796).

Filósofo escocés, nacido el 7 de octubre de 1796 y fallecido en Glasgow el 7 de octubre de 1796, que fundó la Escuela escocesa, también conocida como Filosofía del Sentido Común. Reconocido como el más famoso crítico de Hume, su filosofía tiene como objetivo criticar los defectos del "sistema ideal" y reemplazarlos por "los principios del sentido común", en una forma de "realismo".

Vida

Hijo de un ministro presbiteriano, Thomas Reid estudió teología en el Marischal College. Después de trabajar como secretario de una presbiterio, y como bibliotecario del Marischal College, a partir de 1737 ejerció durante quince años como ministro presbiteriano de New Machar (cerca de Aberdeen). En 1752, entró como profesor de filosofía en el King's College de Aberdeen, donde fundó la Sociedad Filosófica de Aberdeen, entre cuyos miembros destacó J. Beattie. A partir del 1764 sucedió en la cátedra de filosofía moral a Adam Smith en la Universidad de Glasgow. En 1764, publicó su obra Investigación sobre la mente humana en base a los principios del sentido común, obra en la que combina filosofía y ciencia, y en la que ya critica el Tratado de la naturaleza humana, de Hume.

A los setenta años se retiró de la enseñanza y se dedicó a preparar Ensayos sobre las facultades intelectuales del hombre (1785) -su obra más importante-, y Ensayos sobre las facultades activas de la mente humana (1788); ambas obras fueron utilizadas como libros de texto especialmente en América. Respaldó la Revolución Francesa, aunque luego se sintió decepcionado por sus excesos. Sus obras se convirtieron también en parte oficial del currículum universitario francés.

Pensamiento filosófico

El punto de partida de la reflexión filosófica de Reid es la puesta en tela de juicio de las conclusiones de Hume en su Tratado, publicado en 1739-40, obra que Reid leyó durante el ejercicio de su ministerio como pastor episcopaliano. En ella no sólo encontró condenables las ideas de Hume en torno a la religión y a la moral, sino también sus enseñanzas en torno al conocimiento humano. Reid critica la teoría de los empiristas -aceptada plenamente por Hume-, según la cual nosotros no conocemos nada directamente.

En su afán por oponerse a la escolástica y a los racionalistas, los empiristas consideraron la experiencia como el único medio válido para alcanzar algún conocimiento verdadero. No comprendieron que, incluso en las matemáticas y en las ciencias naturales, se necesita admitir algunos principios como ciertos (axiomas), sin necesidad de argumentos que prueben su verdad. Tratando de aplicar este método a la filosofía del espíritu, Reid entiende que habría que tomar como punto de partida una serie de presupuestos evidentes, y al mismo tiempo llegar a las conclusiones por la inducción y por la experiencia, y no por una especulación a priori. El cometido del filósofo, según él, no es solamente dar razón de todas las operaciones del entendimiento humano, sino también explicar las "leyes de la naturaleza" del entendimiento.

De este modo de entender el método científico se derivan los dos elementos fundamentales de la filosofía de Reid: los primeros principios y el sentido común. Los primeros principios -algo así como los axiomas- son evidentes por sí mismos, hay que aceptarlos sin necesidad de pruebas y están a la "base de todo razonamiento". Esto no significa que estos principios se comporten a modo de premisas, sino que constituyen el substrato que posibilita toda la actividad humana racional.

Entre los primeros principios (también llamados por él, axiomas, principios del sentido común, o verdades auto-evidentes) Reid distingue dos tipos: los principios de las verdades necesarias (que corresponden a las "nociones comunes" de Descartes, y que pueden ser gramaticales, lógicas, matemáticas, etc.), y los principios de las "verdades contingentes". Es en estas últimas, donde resulta más interesante su posición. De doce principios a los cuales él atribuye esta categoría, solamente los cinco primeros parecen cumplir las condiciones que el propio Reid postula para los mismos. Éstos son: la conciencia cartesiana (cogito, ergo sum), de donde se deduce la existencia de un yo personal, la memoria del pasado, el conocimiento del mundo exterior y el conocimiento de otros espíritus. Es evidente, dice Reid, que necesitamos asumir estos principios -u otros semejantes-, como verdaderos, pues de lo contrario nos resultaría imposible toda actividad cognoscitiva. Los otros principios de Reid, más discutibles, se refieren al carácter y las conductas de los hombres. Reid propone también un axioma con respecto a estos principios: nadie puede negarlos o ponerlos en duda sin que sea tachado de loco.

Para explicar nuestro conocimiento de los primeros principios, Reid se sirve de la doctrina del sentido común, siendo éste su aporte más original a la historia de la filosofía. A lo largo de la historia se constata que el conocimiento al que nosotros llegamos es el resultado de la inducción o de la deducción. Ahora bien, el propio conocimiento de los principios introduce una tercera facultad del espíritu humano de la cual no han dado razón los filósofos. Se trata del "sentido común". El término no hay que confundirlo con el sentido común o sabiduría popular, sino que en Reid adquiere un carácter "técnico" para designar aquella característica que hace que el hombre pueda ser entendido como un ser racional. El sentido común, por lo tanto, no se opone a la razón; más bien el sentido común y la razón constituyen juntos la racionalidad humana. Reid afirma que el sentido común es "intuitivo". Y aunque no explica bien cómo es que esta facultad nos proporciona conocimiento, sí parece que hay que entenderlo en el sentido en que hoy se habla de "intuición".

Todo el pensamiento moderno se basa, según Reid, en la tesis de que el conocimiento tiene que vérselas con las ideas, es decir con representaciones e imágenes mentales de las cosas. A esta tesis Reid opone lo que se ha llamado realismo natural. Éste proviene de la distinción entre "sensación" (feeling), como dato únicamente subjetivo y afectivo, y "percepción", entendida no como simple aprehensión del objeto, sino también como presencia directa e inmediata del objeto aprehendido. La percepción va acompañada de una "creencia" (belief) en la realidad del objeto que es la base del sentido común. Por ejemplo: una sensación de olor, causa la creencia de que hay una causa externa de esa sensación. La creencia no es ni inferida ni racional, sino causada por la ocurrencia de la sensación.

Algunos críticos descubren aquí una seria dificultad en el pensamiento de Reid, pues la única explicación que ofrece para nuestra creencia en lo que el sentido común nos dice se resuelve por completo en una "justificación" subjetiva: nos es imposible dudar de estas creencias. Según eso, la certeza que el sentido común debería brindarnos respecto a los primeros principios no parece ir más allá de un fenómeno psicológico, y por lo tanto, de nada sirve ante las dudas epistemológicas de un escéptico.

Autor

  • CCG.