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HistoriaPolíticaBiografía

Portugal, Isabel María de (1801-1876).

Infanta portuguesa, hija de Juan VI y de la infanta española Carlota Joaquina de Borbón, nacida en Queluz el 4 de julio de 1801 y muerta en Benfica el 22 de abril de 1876. Fue nombrada regente de Portugal el 6 de marzo de 1826 y permaneció en este puesto hasta el 26 de febrero de 1828.

Debido a su pertenencia a la familia real portuguesa, y como era costumbre en la época, fue bautizada con los nombres de Isabel María de la Concepción Juana Gualberta Ana Francisca de Asís. La infanta estuvo desde su nacimiento rodeada de atenciones en la corte de sus padres, pero la invasión por parte de los ejércitos de Napoleón supuso un gran cambio para ella, ya que se vio obligada a abandonar su país, junto con toda la familia real, y permaneció en Brasil hasta el restablecimiento del orden en el reino, tras la derrota definitiva de Napoleón.

No se establecieron contactos con otras casas reales europeas con el fin de concertar su casamiento, por este motivo permaneció toda su vida soltera, aunque esto posiblemente se produjo por su propia voluntad. Estos hechos fueron el motivó por el cual la vida de Isabel María fue muy tranquila y que transcurrió con placidez hasta el mes de marzo del año 1826, momento en que su padre decidió nombrarla presidenta del Consejo de Regencia, ya que Juan VI sintiendo próximo el momento de la muerte y dado que el heredero legítimo al trono se encontraba en Brasil, pensó que era necesario asegurar que la sucesión se produjera de la forma menos traumática posible.

Cuatro días después de haberse constituido el mencionado Consejo, a través de un Real Decreto, murió el rey de Portugal e Isabel María se hizo cargo de sus funciones. Pero no estaba sola para hacerse responsable del reino, ya que estuvo asistida por el cardenal don Patricio, por el duque de Cadaval, por el marqués de Valada y por el conde de Arcos, hombres que contaban con toda la confianza de Juan VI. Así en el mes de julio de 1826 quedó constituido el primer gabinete de la Regencia. Muy pronto fue evidente la orientación marcadamente liberal de las acciones de Isabel María, y es posible éstas estuvieran motivadas por la gran influencia que tuvo sobre la infanta Bernardo José de Abrantes y Castro, su médico y consejero político. Pero que la infanta fuera partidaria de llevar a cabo una política liberal, no la impidió proteger durante su mandato a numerosas órdenes religiosas, por éste motivo por decreto del 10 de julio de 1826 autorizó a las congregaciones católicas a hacerse cargo de la enseñanza pública en las escuelas de primaría.

Hay que señalar que la permanencia de Isabel María en el puesto de regente de Portugal no fue sencilla, ya que se sucedieron los enfrentamientos entre los partidarios de afianzar un estado liberal y los conservadores, firmes defensores del absolutismo. De este modo, muy pronto, las posturas se radicalizaron y originaron notables problemas no sólo en el país, sino también en el seno de la familia real. Por este motivo Isabel María intentó ejercer un papel conciliador entre sus dos hermanos, Pedro I de Brasil y el infante Miguel; y se mostró de acuerdo cuando recibió la noticia del futuro matrimonio de su sobrina, Maria da Gloria, con su hermano Miguel.

La infanta decidió entregar el poder tan pronto como su hermano, el futuro Miguel I, llegó a Portugal, ya que puesto que él iba a contraer matrimonio con la legitima heredera al trono, tras la renuncia de Pedro; sería el encargado de gobernar en su nombre hasta que María da Gloria alcanzara la mayoría de edad, por lo que no tenía sentido prolongar su mandato. Aunque los acontecimientos no se produjeron como ella esperaba cuando abandonó el poder el 26 de febrero de 1828, decidió igualmente retirarse de la vida pública.

Los terribles enfrentamientos por ocupar el poder que se produjeron en Portugal, parecieron no afectar a la infanta, la cual se instaló en un palacio de su propiedad situado en Benfica. Durante estos años y hasta el final de sus días, dada su extrema religiosidad, se convirtió en la protectora de las Hermanas de la Caridad, a las que entregó importantes cantidades de dinero para que realizaran sus obras piadosas en el orfanato de san Fidel. Así tras la expulsión de sus protegidas del mencionado orfanato en el año 1862, solicitó ser recibida por el sumo pontífice para que éste entregara la dirección de san Fidel a la Compañía de Jesús. Algunos años más tarde volvió a Roma con la intención de presenciar la clausura del Concilio Vaticano I, acompañada por su confesor fray Agustino de la Anunciación. Además invirtió gran parte de su dinero en la fundación de escuelas para pobres y consiguió que se regularizara la situación de las Hermanas Hospitalarias, conocidas popularmente como Trinas, el 27 de marzo e 1876.

Isabel María murió en su residencia de Benfica a la edad de setenta y cinco años. Tras su funeral tuvo lugar la lectura de su testamento, que fue publicado por el Diario Ilustrado apenas cuatro días después de su fallecimiento. De este modo las cláusulas del citado testamento causaron gran impacto en la opinión pública, ya que la infanta dejó la mayor parte de sus posesiones a dos misioneros irlandeses que había conocido pocos meses antes de morir.

Bibliografía

  • MATTOSO, J. Historia de Portugal. O liberalismo. Lisboa, Estampa, 1991.

  • VICENS VIVES, J. Historia general Moderna. Siglos XV-XVIII. Barcelona, Vicens Vives, 1997.

CGS

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  • 0207 CGS.