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HistoriaPolíticaBiografía

Juan VI, Rey de Portugal (1769-1826).

Rey de Portugal nacido en Lisboa el 13 de mayo de 1767 y muerto en la misma ciudad el 10 de marzo de 1826. Su nombre completo era Juan María José Francisco Javier de Paula Luis Antonio Domingo Javier Rafael y fue conocido por el apelativo de el Clemente. Heredó un reino absolutista y se vio obligado a huir a Brasil durante las guerras napoleónicas, dando a la colonia el estatus de reino. Tras la revolución de 1820 fue nombrado rey constitucional, pero conoció la oposición de los elementos tradicionalistas.

Hijo tercero de Pedro III y de María I, en 1785 casó con doña Carlota Joaquina de Borbón, hija del Príncipe de Asturias, que sería Carlos IV de España y de María Luisa de Parma. Este matrimonio dio lugar al llamado "canje de las Infantas", ya que al mismo tiempo se decidió el matrimonio de la infanta portuguesa Mariana Victoria con el infante Gabriel de España. La reina doña Carlota Joaquina llegó a Portugal con sólo diez años de edad y fue educada en ambientes portugueses.

El 1 de febrero de 1792 el príncipe Juan asumió la regencia de Portugal, después de que María I cayese en la locura. Desde ese momento el príncipe quiso evitar que las ideas revolucionarias penetrasen en Portugal y se unió a la coalición contra Francia formada por España e Inglaterra, que llevó al ejército luso a participar en la campaña del Rosellón (1793-1794), aunque la posterior alianza entre Francia y España tuvo graves consecuencias para Portugal. En 1798 la flota portuguesa se unió a la del almirante Nelson para luchar contra los republicanos de Nápoles. Las victorias francesas se sucedían y en enero de 1801 el embajador francés en Madrid, Luciano Bonaparte, impuso a Carlos IV que enviase un ultimátum a los portugueses para que abandonasen su alianza con Inglaterra. Juan VI solicitó al comandante Clinton que abandonase la isla de Madeira, que los ingleses habían ocupado bajo el pretexto de proteger Portugal. Al no ser así, Portugal fue invadido por un ejército de 50.000 españoles, que se apoderaron de Olivenza y Juromenha, en la que se dio en llamar la Guerra de las Naranjas. La paz de Badajoz (6 de junio de 1801) no sirvió para restituir Olivenza a Portugal y la ciudad quedó bajo control español para asegurar la inacción de Juan VI, que además tuvo que pagar una cuantiosa indemnización a Francia y hacer concesiones comerciales al país galo. Sin embargo el rey trató de mantener aún la neutralidad, amparado, de forma intermitente, por la flota británica. En 1807 Portugal era el único Estado que quedaba fuera del dominio napoleónico. Bajo una enorme presión, la Corona accedió al fin a declarar la guerra a Inglaterra en otoño de 1807, pero esto no evitó la invasión de un ejército francés, que operaba con apoyo español.

Antes de que los invasores llegasen a Lisboa, la familia real fue trasladada a Brasil por motivos de seguridad, dejando en Portugal un inoperante consejo de regencia. Los franceses recibieron un prudente recibimiento de los burgueses de la capital y gobernaron Portugal durante unos meses, antes de ser expulsados por un cuerpo expedicionario británico. Juan VI firmó en 1810 un tratado anglo-portugués que sustituyó al tratado de Methuen (1703) y que reconoció el acceso directo a Brasil de los comerciantes británicos, acelerando de esta forma el proceso de independencia de la colonia. La guerra causó terribles estragos en Portugal y la familia real permaneció en Brasil, que ahora superaba a la metrópoli en población e importancia comercial. Por una ley del 16 de diciembre de 1815 Brasil alcanzó el estatus de reino y obtuvo, en teoría, los mismos derechos jurídicos que Portugal. En Brasil se fundaron un completo aparato burocrático y administrativo y una serie de nuevas instituciones: escuelas superiores, hospitales, el Jardín Botánico, la Imprenta Regia y el Banco de Brasil, entre otras.

La reina murió en 1816 y Juan VI asumió el trono aquel mismo año, en Río de Janeiro. Un año después tuvo que sofocar una revuelta republicana en Pernambuco; también en 1817 se descubrió en Portugal una conspiración del Ejército contra la regencia, que culminó con la ejecución de Gómez de Freire, general del ejército y cabeza de la francmasonería portuguesa. La reina Carlota Joaquina también conspiró contra el monarca y desde Brasil trató de hacerse con la corona española y alzarse emperatriz de las Américas españolas, presionando, para conseguir estas aspiraciones, sobre la banda oriental del Río de la Plata.

El 24 de agosto de 1820 estalló en Oporto una revolución civil y militar, encabezada por una sociedad secreta conocida como Sinedrio (asamblea en griego), formada por militares, burgueses y dos juristas aristocráticos. El objetivo de la revuelta era expulsar a los oficiales británicos que ejercían el mando sobre el ejército portugués, en especial Beresford, y hacer retornar a la monarquía Portugal; sin embargo la familia real prefirió permanecer en Brasil que viajar a su país, donde les esperaba una acogida incierta y en noviembre se consolidó el mando liberal. En 1821 se convocaron elecciones para unas Cortes Constituyentes (la primera asamblea representativa que había tenido el país desde 1689) y éstas dieron como resultado la Constitución de 1822, inspirada en la Constitución española de 1812, y en algunos aspectos la más democrática que haya tenido Portugal. El ella se trató de limitar el poder de la Corona, crear una leyes unificadas y acordes con la época y establecer un sistema representativo. Los parlamentos, sobre los que descansaría el poder ejecutivo, serían elegidos cada dos años por sufragio directo universal masculino. Quedó abolida la jurisdicción de los dominios señoriales y eclesiásticos. En cuanto a Brasil, los constitucionalistas deseaban la representación colonial en el Parlamento, pero rehusaban la autonomía.

Mientras tanto la revolución liberal se había extendido por Brasil y Juan VI regresó a Portugal el 24 de abril de 1821, dejando en Río de Janeiro a su hijo Pedro de Alcántara (futuro Pedro IV), a quien entregó la regencia de Brasil. Desde 1822 don Pedro preconizó la independencia de Brasil con la consigna "independencia o muerte" y fue nombrado emperador de Brasil el 1 de diciembre de aquel mismo año. En 1822 juró Juan VI la nueva Constitución, pero la reina Carlota Joaquina se negó a jurarla, por lo que fue desterrada. El rey mandó venir a Beresford de Inglaterra y lo convirtió en su más cercano consejero, causando el escándalo de los radicales. En marzo de 1823 fue vencido el conde de Amarante, que había levantado las tropas del Norte contra la Constitución, pero dos meses después tuvo lugar un movimiento denominado Vilafrancada (porque surgió en Vila Franca de Xira), de carácter absolutista y antiliberal, al frente del cual estaba el infante don Miguel, apoyado por su madre, la reina Carlota Joaquina y por los tradicionalistas portugueses, conducidos por aristócratas y secundados por la mayoría de la nobleza rural y los clérigos. El pronunciamiento tuvo como resultado el derribo del gobierno y la entrega del poder absoluto a Juan VI en junio de 1823.

Juan VI carecía de las ambiciones neoabsolutistas de Fernando VII y compartía más las ideas inglesas y francesas de una monarquía constitucional moderada. Los elementos más tradicionalistas y contrarios a esta política se fueron aglutinando en torno al príncipe don Miguel, segundo hijo del monarca. Aunque éste no se hallaba en línea sucesoria directa, heredaría el trono en caso de que su hermano, Pedro I de Brasil, se limitase al gobierno de su reino americano. El marqués de Loulé, considerado por los absolutistas como el principal inspirador de la política del rey, apareció asesinado en el palacio de Salvaterra en febrero de 1824 y el 30 de abril de aquel año estalló en Lisboa la revuelta conocida como Abrilada, cuyo objetivo era destronar a Juan VI, nombrar regente a la reina Carlota Joaquina y entregar el poder al infante don Miguel. El rey castigó esta desobediencia mandando a su hijo al exilio y recluyendo a la reina en el palacio de Queluz.

Juan VI declaró la independencia de Brasil el 29 de agosto de 1825 y enfermó pocos meses después. Antes de morir nombró una regencia presidida por su hija doña Isabel María y de la que formaron parte el marqués de Valada, el conde de Arcos y el duque de Cadaval. Juan VI fue enterrado en el panteón de San Vicente de Fora. Se conjeturó que el rey, que tenía muchos enemigos, había muerto envenenado con una naranja.

Además de los citados don Pedro, don Miguel, y doña Isabel María, fueron hijos de Juan VI doña María Teresa, que casó con Carlos de España; don Antonio, príncipe de Beira, que murió con seis años (1801); doña María Isabel, que fue mujer de Fernando VII; doña María Francisca de Asís, que fue esposa de Carlos María Isidro; doña María de la Asunción, que murió soltera; y doña Ana de Jesús María, que casó con el duque de Loulé.

Bibliografía

  • BIRMINGHAM, D. Historia de Portugal. Cambridge, 1995.

  • MEDINA, J (dir.) História de Portugal: dos tempos pré-históricos aos nossos dias. Madrid, 1996.

  • PAINE, S. Breve Historia de Portugal. Madrid, 1987.

  • VIANA, H. Capítulos de Historia luso-brasileña. Lisboa, 1968.

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero