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BiografíaFotografía

Penn, Irving (1917-VVVV).

Fotógrafo estadounidense, nacido en Plainfield (Nueva Jersey) en 1917. En la actualidad reside en Nueva York.

Vida

Con tan sólo veintiséis años, Irving Penn publicó su primera portada para la célebre revista Vogue; desde ese momento, sus fotografías fueron publicadas regularmente en otras publicaciones de moda de gran prestigio, en lo que fue el comienzo de un brillante carrera que que sólo alguien como Penn supo mantener. No era de extrañar su acercamiento al mundo del glamour, ya que realizó sus estudios de diseño de la mano de Alexey Brodovich, director de la Harper’s Bazaar, otra prestigiosa revista de moda.

En la década de los 50, Penn brilló con luz propia en este inquietante universo que le encumbró entre los más grandes, únicamente ensombrecido por un Richard Avedon al que unía un gran talento pero distanciaba un opuesto estilo: nunca se interesó como aquél en las tomas exteriores o en las escenas callejeras, sino que permaneció fiel durante su a las tomas de estudio trabajadas en sus más mínimos detalles bajo determinadas condiciones de luz. A ello hay que añadir que la moda fue siempre un pretexto puesto que, bajo los pliegues y los brillos de las más lujosas telas, se esconde un “ser humano”, figura central de su obra: la personalidad del modelo ocupa un lugar de privilegio, hasta el punto que muchas de estas imágenes están más próximas al retrato que a la publicidad. El desarrollo ulterior de la fotografía de moda en Norteamérica con la relajación de la pose y la informalidad de los trajes casi hace olvidar que se trata de fotografías de moda, a no ser por la acentuación de la tonalidad del segundo plano, siempre presente en su trabajo, ya sea en fotos publicitarias, retratos, series sobre trabajadores... Penn aísla a su modelo y lo hace evolucionar en un fondo neutro. Nada proporciona información al espectador sobre cualquier entorno que pudiera ubicar al personaje, siempre hay un fondo invariable que hace que la atención se centre en la persona en sí misma.

Pero Irving Penn no olvida el fin último de su trabajo y si un fondo como éste le permite valorar al individuo extrayéndolo del anonimato, también le sirve para realzar la vestimenta. Así lo refleja en las series que realizó en Francia e Inglaterra sobre artesanos, obreros y pequeños comerciantes, donde anuló magistralmente la finalidad práctica de los uniformes trasformándolos en objetos de moda. De este modo consigue simultáneamente fotografía de moda y retrato al captar a las personas en su propia individualidad.

En líneas generales, su obra reposa sobre la monumentalidad y la veracidad tranquila y reposada. Su estilo suntuoso se construye a base de elegancia natural, de refinamiento y maestría muy al estilo Beaton. Nadie puede rivalizar con Penn en el plano de la complejidad formal, de su empleo de las líneas, de la belleza de las formas, de la elegancia de las siluetas, del juego abstracto de líneas y volúmenes... Penn quien posee vastos conocimientos en pintura y fotografía va a enriquecer su estilo con todos sus descubrimientos visuales para llegar a un arte personal. Afirma en repetidas ocasiones que pintores como Uccello o Goya, han contribuido en su educación visual. Para apreciar sus fotografías de moda es necesario reconocer en él su talante como retratista, que combina la simplicidad y franqueza del siglo XIX con una sofisticación moderna formal.

Irving Penn hizo que la fotografía de encargo coincidiera plenamente con sus propios intereses fotográficos, ofreciendo a través de ella una interpretación muy personal e inconfundible del mundo de la moda. Sus trabajos más recientes para la firma de cosméticos “Clinique” así lo confirman. En este caso no recurre a la humanidad de la personalidad del modelo sino que muestra el producto sin otro adorno que no sea él mismo. La belleza de las imágenes pasa por la armoniosa colocación de los elementos, la exquisita iluminación que combina grandes luces con cierto matiz barroco en la conservación de las profundas sombras que la luz crea al intentar traspasar la fragilidad del cristal que viste el producto. Estos trabajos en forma de naturalezas muertas, planas y luminosas, se presentan como fotografías de la realidad caracterizadas por una sinceridad que proclama la supuesta objetividad de la imagen pese a ser la realidad proyectada por una compañía publicitaria con una imperativa necesidad de venta.

Es el estilo de una autor que está más allá del esteticismo formal y que puede imponer sus criterios personales con la seguridad del éxito, un éxito que le acompaña desde hace ya más de sesenta años.

Bibliografía

  • SOUGEZ, Marie-Loup. Historia de la fotografía. (Madrid: Cátedra, 1985).

  • VV.AA. La fotografía del siglo XX. (Colonia: Taschen, 1997).

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Autor

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