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LiteraturaBiografía

Manrique, Jorge (1440-1479).

Aristócrata y poeta castellano, nacido en Paredes de Nava (Palencia) hacia 1440 y fallecido en Castillo de Garcimuñoz (Cuenca) el 24 de abril de 1479. Sin duda alguna, se trata del más acusado prototipo del caballero literato medieval: por su vida, dedicada al oficio militar, y por su obra poética, una de las cumbres de la poesía castellana de todos los tiempos. Por la fama imperecedera de sus coplas, resulta complejo aventurarse en desgranar el mito, la leyenda y la verdadera historia tejida alrededor de Jorge Manrique, quien, pese a todo, participa objetivamente de todas las características de la convulsa época en que se desarrolló su vida y su obra.

Jorge Manrique.

Vida

Según suposición comúnmente aceptada, Jorge Manrique nació hacia el año 1440 en la villa de Paredes de Nava (Palencia), aunque otras fuentes parecen apuntar a que su nacimiento se produjo en Segura de la Sierra (Jaén), donde residió durante largo tiempo su padre, Rodrigo Manrique, al ser beneficiado por la orden de Santiago con esta encomienda, fronteriza con los musulmanes granadinos. Fue Jorge el cuarto hijo de Rodrigo Manrique, conde de Paredes y maestre de la orden de Santiago, y de doña Mencía de Figueroa, prima del marqués de Santillana. Tal como era habitual durante toda la decimoquinta centuria, las luchas de bandos entre las diferentes familias de la aristocracia castellana también salpicaron, desde el principio de sus días y aun antes de su nacimiento, la vida de Jorge Manrique.

Tanto su abuelo (el adelantado Pedro Manrique) como su padre habían abrazado la causa de los hijos de Fernando de Antequera, los famosos infantes de Aragón, Juan y Enrique. Por esta razón, el linaje Manrique entabló una férrea enemistad con el que fuese el hombre más poderoso del reino: el condestable Álvaro de Luna, quien gobernaba de facto el reino desde su posición de favorito del rey Juan II de Castilla. De esta forma, la participación de Jorge Manrique en las cuestiones bélicas y políticas del reino quedó sometida a los intereses de su padre, enfrentado aún más con el condestable Luna al pugnar ambos por el maestrazgo de Santiago. De esta manera, Jorge Manrique, al igual que sus hermanos, comenzó a velar sus primeras armas junto a la frontera de Granada, pues su padre era comendador de Segura de la Sierra, desde donde partían muchas incursiones de castigo hacia el enemigo islámico.

Posteriormente, los Manrique se declararon firmes partidarios del infante Alfonso el Inocente y en contra del rey legítimo, su hermano Enrique IV de Castilla. Desde aproximadamente 1462 el poeta estuvo totalmente dedicado a su labor como comendador de Montizón, de la orden de Santiago, haciendo buena la carrera de armas a imagen y semejanza de su padre. Pese a ello, Jorge Manrique fue rechazado, entre el 1 y el 22 de octubre de ese mismo año, como candidato a una canonjía (rentas eclesiásticas) en el cabildo catedralicio de Palencia, tras el fallecimiento de uno de sus posesores, Gonzalo Díaz de Mata. Con casi total seguridad, el motivo del rechazo fue político, toda vez que, al menos en teoría, el obispo debía sancionar sin más intromisión la propuesta del cabildo. Sin embargo, el obispo palentino de entonces, Gutierre de la Cueva, era hermano de Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque, el poderoso favorito y privado de Enrique IV y, naturalmente, el presunto padre de la infanta Juana de Castillala Beltraneja. Pese a que en esta época los Manrique aún se mantenían fieles al hijo de Juan II, el enfrentamiento de ambos linajes por el poder político en Castilla tiene aquí, en la canonjía palentina, uno de sus primeros indicios, extensibles, si se quiere, a la guerra civil que tendría lugar posteriormente entre los partidarios de Isabel la Católicay la propia Beltraneja.

Poco antes de la insurrección de parte de la nobleza a favor del infante Alfonso, la conocida Farsa de Ávila de junio de 1465, el rey Enrique IV concedió a Jorge Manrique una buena cantidad de dinero, 22.500 maravedíes, en calidad de juro de heredad por los servicios militares que le había prestado, esperando con ello contar con su apoyo en la cada vez más inminente sublevación. Sin embargo, apenas un mes más tarde los Manrique, y con ellos Jorge, se aliaban con el infante insurrecto, que confirmó esa misma cantidad de dinero al comendador de Montizón a cambio de que prestase sus servicios militares. Y así fue: Manrique participó al lado de Alfonso de Ávila en la bicefalia castellana de la época, pero fue más allá: en la efímera mas brillante corte literaria creada alrededor del llamado Alfonso XII, Jorge Manrique fue uno de los más destacados miembros de la misma, junto con su tío, Gómez Manrique.

Después de la muerte de Alfonso el Inocente (1468), y una vez ratificado en su encomienda de Montizón, en 1470 tuvieron lugar dos de los hechos más destacados de la vida de Jorge Manrique. En primer lugar, y en el campo de batalla, la restitución del priorato de San Juan a favor de su primo, Álvaro de Estúñiga, desplazado de tal dignidad por Juan de Palenzuela, quien se había hecho cargo de la situación merced al apoyo de Enrique IV. La lid se dirimió en la toledana villa de Ajofrín, resultando vencedoras las tropas de ambos primos y quedando el usurpador con la fuga como único remedio. También en este año de 1470, Jorge Manrique contrajo matrimonio con doña Guiomar de Meneses, tía suya por ser, a la sazón, hermana de la tercera esposa de su padre, doña Elvira de Castañeda. El matrimonio tendría dos hijos, Luisa Manrique y Luis Manrique de Lara, heredando el varón la encomienda de su padre a la muerte de éste. Por otra parte, Luisa Manrique se casó con un miembro de la nobleza sevillana, Manuel de Benavides el Bueno, señor de Jabalquinto. De este matrimonio descendería, en época posterior, la rama de los marqueses de Orellana.

1474 fue un año importante en la vida del reino de Castilla y, por ende, también en la del poeta Jorge Manrique. El deceso del monarca Enrique IV en el citado año procuró el inicio de toda clase de intrigas para la sucesión al trono. Los Manrique, con el maestre Rodrigo a la cabeza, se mostraron firmes partidarios de la hermana del fallecido, la princesa Isabel (futura Reina Católica), lo que produjo que se entablaran, entonces, nuevas intrigas políticas y escaramuzas militares entre éstos y los partidarios de la supuesta hija de Enrique, Juana la Beltraneja, quien siempre vivió bajo la sospecha de ser, en realidad, hija de Beltrán de la Cueva, privado del rey y conocido amante de la reina. En efecto, de nuevo la guerra civil asoló Castilla durante largos años, deparando el destino a Jorge Manrique la participación en varios destacados acontecimientos de la contienda. Un año después de la muerte del rey Enrique,el poeta combatió con crudeza contra los más firmes partidarios de la Beltraneja: el poderoso marqués de Villena, Juan Pacheco, y Alfonso V de Portugal.

La lucha tuvo como escenario el campo de Calatrava, en el que las tropas dirigidas por el poeta intentaron parar la invasión de los contingentes filolusos. Remediada la situación en el sur, Jorge corrió en ayuda de su padre, que se encontraba asediado en el castillo de Uclés por el arzobispo Alonso Carrillo. Como quiera que la llegada del poeta coincidió también con la de las tropas del marqués de Villena, partidario de la invasión portuguesa, ambos caminaron paralelos hacia la batalla que, finalmente, acabó por decantarse a favor de los Manrique. Pocos meses más tarde, en noviembre de ese mismo año de 1474, el maestre Rodrigo Manrique falleció, al parecer, debido a una enfermedad cancerígena que le tuvo sumido en un estado lamentable durante sus últimos días. No hace falta explicar el lamento de Jorge por la muerte del maestre, uno de los más hábiles guerreros e intrigantes políticos del siglo XV castellano. Por fortuna, podemos disponer de sus sentimientos gracias a las singulares Coplas.

Pero las luchas de bandos aún no habían acabado. Un año más tarde de la muerte de su padre, en 1475, Jorge Manrique comandó un saqueo en Bailén contra el conde de Cabra. Otro posterior episodio de su itinerario militar fue su participación, en el año 1477, en la lucha acontecida en Baeza entre Juan de Benavides, a quien le ligaban intereses de linaje, y Diego Fernández de Córdoba, mariscal de Baena y quien tenía encomendado el regimiento de la ciudad en ausencia de su padre, el conde de Cabra. Seguramente fue duro para Jorge Manrique tener que elegir entre el obligado servicio a su linaje y la desobediencia a los Reyes Católicos. Como mínimo, resultó tan duro como el castigo que recibió ya que fue hecho prisionero en la lucha y conducido a la villa de Baena, y posteriormente, fue declarado culpable de desacato a la monarquía, tal como relata el cronista Alonso de Palencia:

Jorge Manrique, guerrero esforzado, perito en la ciencia militar y muy afortunado en los combates [...] se acarreó nota de perfidia [...] para venir al cabo a atentar contra el honor y la vida de los antiguos amigos, movido por el nuevo parentesco con Juan de Benavides [...] Alegó éste [i.e., Jorge Manrique] algunas excusas inadmisibles, pero, en consideración a los méritos de su padre, túvosele mayor que a los demás prisioneros.
(Palencia, Crónica de Enrique IV, III, pp. 34-35).

Poco duró la prisión, ya que el 28 de octubre del mismo año fue públicamente excusado de tan ingrato hecho, después de que, a la típica manera caballeresca, Manrique redactase un cartel de desafío a todos aquellos que osasen acusarle de culpable. Una vez ocurrida la reconciliación con los monarcas, Jorge Manrique fue nombrado uno de los ocho capitanes de la Hermandad. Concretamente, ostentó la capitanía de Toledo. El 30 de septiembre de 1478 fue enviado a combatir contra el más férreo de todos los resistentes al nuevo gobierno: de nuevo, el viejo enemigo de Jorge y de la familia Manrique, el marqués de Villena. Resistía éste en abierta rebeldía contra el gobierno real desde las posesiones cercanas al marquesado de Villena, especialmente las fortalezas de Garcimuñoz, Belmonte y Chinchilla. Precisamente en una escaramuza acontecida en el primero de ellos, Jorge Manrique fue herido de muerte, tal y como narra otro cronista contemporáneo de los hechos, Hernando del Pulgar:

El capitán don Jorge Manrique se metió con tanta osadía entre los enemigos que, por no ser visto de los suyos para que fuera socorrido, le firieron muchos golpes, e murió peleando cerca de las puertas del castillo de Garcimuñoz.
(Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos, p. 339).

Como ya se ha indicado al principio de esta biografía, la razonada y razonable suposición de Derek W. Lomax acerca de la muerte del poeta es admitida por todos los estudiosos, fijándose la datación en el día 24 de abril de 1479. Aunque se ignora la existencia de un documento testamentario, es cierto que, seguramente siguiendo las indicaciones de su último deseo, Jorge Manrique fue transportado hasta la villa de Uclés, donde descansaron sus restos mortales en el iglesia de Santiago hasta que ciertas remodelaciones perdieron su sepulcro y el de su hermano Pedro. Otro cronista, Alonso de Palencia, le dedica un epitafio más lírico que sirve para finalizar este recorrido biográfico antes de pasar a analizar su obra literaria:

Vuela inmediatamente Jorge con un pequeño pelotón de caballería en persecución de los que ya se iban en retirada con los prisioneros; y puestos en fuga los contrarios, libera a los amigos y recupera el botín recogido por el enemigo. Llega el marqués -a quien el tumulto poco antes había soliviantado- con el fin de prestar socorro a los suyos desde la guarnición más cercana. Se entabla un nuevo combate entre Jorge y el marqués. El resultado final no fue otro que la consabida victoria, pues Jorge con un pequeño contingente contra una multitud pudo obtener el triunfo con la dispersión y fuga de las tropas del marqués. Pero el vencedor perdió la vida en la batalla. Desangrándose por una herida en la ingle expiró aquel mismo día, con grande luto de todos los fernandinos y de toda clase de amigos de probada caballerosidad. Fue singular imitador de la fortaleza y talento de su padre, altamente elogiado por todos los suyos, y adivino de su desgracia, puesto que aquel día, hablando con sus camaradas de milicia -antes que se produjesen los alborotos- profirió algunas frases que indicaban la proximidad del peligro; además de que poco antes había compuesto en castellano unos versos de sentido más profundo que su educación y años requerían, llenos de maravillosa suavidad, en los cuales disertaba extensamente acerca de la vida bienaventurada y de la inmortalidad del alma, con profunda admiración y pena de todos aquellos que amaban a tan excelente varón y se dolían de aquella repentina y desoladora tempestad.
(Palencia, Cuarta década, II, pp. 133-134).

Poesías amorosas

De Jorge Manrique se conservan unas cincuenta poesías, la mayoría de las cuales siguen la tradición amatoria cortés, propia de los cancioneros castellanos. Estas composiciones fueron muy apreciadas por sus contemporáneos y todavía fueron elogiadas por Baltasar Gracián en su Agudeza y arte de ingenio a mediados del siglo XVII. La obra de Manrique se nos ha trasmitido fundamentalmente a través de impresos de época incunable y posincunable. Tan rica y compleja tradición textual da una clara idea del aprecio que Manrique mereció entre los lectores de los siglos XV, XVI y XVII. Para el público de esas centurias, la poesía amatoria de Manrique no valía menos que sus sublimes Coplas. Merece la pena destacar las composiciones que comienzan: Es una muerte escondida; Con dolorido cuidado. Además, compuso poemas de carácter burlesco siguiendo la tradición de las cantigas de escarnio y de maldecir, muy sencillas en cuanto a expresión se refiere.

Coplas

Manrique debe su fama a sus cuarenta coplas octosilábicas de pie quebrado -o coplas manriqueñas-, parejas de sextillas constituidas a su vez por una doble serie de octosílabos más un tetrasílabo, con rima abc, abc, tituladas Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre, el Maestre don Rodrigo, conocidas como Coplas a la muerte de su padre (1476), y publicadas en Sevilla en 1494. Es una dolorosa elegía en la que meditó sobre la brevedad de la vida y la vanidad de los placeres mundanales. Manrique expresó sus ideas con gracia y precisión y evitó la acumulación de adjetivos y las digresiones teológicas o morales. Las trece primeras coplas hablan de lo breve de la vida, lo deprisa que pasa y de lo atentos que debemos estar, dada nuestra condición de mortales. En la segunda parte pone ejemplos concretos de la caducidad de las cosas, y a partir de la estrofa XXV hasta el final aparece la figura de don Rodrigo, el verdadero protagonista de la obra. Manrique se sirvió de la tradición literaria previa, con una rica literatura funeraria, y le dio nueva vida al remozar unos tópicos y superar otros por completo. Frente al pesimismo que destilan otros textos, Manrique, en una especie de arte de bien morir, se refiere a la bondad de una vida ejemplar y al premio que suponen la vida eterna y la fama entre las generaciones futuras.

Fortuna de las Coplas de Jorge Manrique

Jorge Manrique fue el poeta modélico para quienes escribieron versos en los años de los Reyes Católicos y todavía lo sería en la primera mitad del siglo XVI. A diferencia de lo ocurrido con el resto de la poesía de cancionero, las Coplas a la muerte de su padre consiguieron sobreponerse a cualquier cambio en la estética. De hecho, el verso solemne de Jorge Manrique ha sobrecogido y emocionado a los lectores de todos los tiempos, incluidos los del momento presente.

Jorge Manrique: Coplas a la muerte de su padre.

Bibliografía

Ediciones de sus obras

MANRIQUE, J. Poesía. Ed. Manuel Alda Tesán, Madrid, Cátedra, 19773.
MANRIQUE, J. Poesía. Ed. Vicenç Beltrán, Barcelona, Crítica, 1993.
MANRIQUE, J. Poesía. Ed. Giovanni Caravaggi, Madrid, Taurus, 1984.
MANRIQUE, J. Cancionero. Ed. Augusto Cortina, Madrid, Espasa-Calpe, 19665.
MANRIQUE, J. Poesía completa. Ed. Ángel Gómez Moreno, Madrid, Alianza, 2000)
MANRIQUE, J. Poesías completas. Ed. Miguel Ángel Pérez Priego, Madrid, Espasa-Calpe, 1999.
MANRIQUE, J. Obras. Ed. Antonio Serrano de Haro, Madrid, Alhambra, 1986.

Estudios y fuentes

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KINKADE, R. P. "The historical date of the Coplas and the death of Jorge Manrique". Speculum, Cambridge [Mass.], XLV [1970], pp. 216-224.
LIDA DE MALKIEL, Mª R. La idea de la fama en la Edad Media castellana. México, Fondo de Cultura Económica, 1983.
LOMAX, D. W. "¿Cuándo murió Jorge Manrique?" Revista de Filología Española, LV [1972], pp. 61-62.
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PALENCIA, A. DE Crónica de Enrique IV. Ed. Antonio Paz y Melia, Madrid, Atlas, 1973-1975, 3 vols.
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PULGAR, H. DEL Crónica de los Reyes Católicos. Ed. Juan de Mata Carriazo, Madrid, Espasa-Calpe, 1943, 2 vols.
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SERRANO DE HARO, A. Personalidad y destino de Jorge Manrique. Madrid, Gredos, 1968.

Autor

  • Ángel Gómez Moreno; Óscar Perea Rodríguez