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HistoriaPolíticaBiografía

Hisham I (757-796).

Segundo emir omeya de al-Andalus (788-796), nacido en el año 757 en Córdoba y muerto el 28 de abril del 796 en la misma ciudad, que fue hijo y sucesor del fundador del emirato Abd al-Rahman I (756-788). Para reforzar su posición en el trono, llevó a cabo con éxito varias aceifas contra los reinos cristianos del norte peninsular, en cuyo avance llegó hasta los muros de Carcasona (Francia). Impulsó el embellecimiento de la capital del emirato con célebres monumentos, entre los que destaca la Mezquita Aljama, en la que llevó a cabo una gran reforma. Hombre muy religioso, fue el introductor en al-Andalus de la escuela coránica más ortodoxa, la malikí, cuyo iniciador, Malik ibn Anas, enseñaba por entonces en Oriente.

Guerra civil por el trono

Hijo segundo de Abd al-Rahman I y de la esclava llamada Halal, a la muerte de su padre ocupó el trono cordobés por designación de su padre en detrimento del primogénito Sulayman y del tercer hermano Abd Allah. La falta de reglas de primogenitura en el Derecho musulmán fue motivo más que suficiente para que surgieran los conflictos dinásticos entre los tres hermanos. Hisham I tuvo que hacer frente a las pretensiones de ambos hermanos al trono hasta que, después de un año largo de sangrienta guerra civil, los pudo derrotar con contundencia, tras de cual los mandó al exilio norteafricano perdonándoles la vida.

El reinado de Hisham I

Los siete años del reinado de Hisham I fueron relativamente tranquilos si los comparamos con el tumultuoso reinado de su padre, quien se encargó de transmitir a su sucesor un reino pacificado y asegurado ante cualquier tipo de pretensiones de rebeldía o secesionistas y contra el avance de los reinos cristianos de la Marca Superior. Así pues, Hisham I pudo reinar en un emirato pacificado y con el prestigio del linaje omeya en todo lo alto.

La rebelión más significativa con la que se enfrentó el monarca cordobés en realidad fueron dos consecutivas, ambas de signo yemení y ubicadas en la parte oriental de la Marca Superior. La primera estuvo acaudillada por Said, un hijo del célebre al-Husayn ben Yahya al-Ansari (el que cerró las puertas de Zaragoza a Carlomagno), y la segunda por Matruh ben Sulayman al-Arabi, un supuesto participante en la gloriosa batalla de Roncesvalles que diezmó a la caballería franca de Carlomagno. Hisham I pudo reprimir con facilidad ambas tentativas con el envío de algunos contingentes de tropas y gracias, sobre todo, al apoyo de los Banu Qasi, potente familia muladí del valle del Ebro que ya empezaban a tener por esos tiempos un papel importante en una región de tanta importancia estratégica.

Las campañas militares contra los reinos cristianos

Después de reprimir con una inusitada violencia un conato de rebelión por parte de la etnia de los beréberes en la región de la serranía de Ronda, hasta el punto de que la región no volvió a recuperarse hasta bien entrado el siglo IX, Hisham I pudo dedicar todos sus esfuerzos en llevar la guerra santa contra los reinos del norte, los cuales se habían aprovechado de la situación momentánea de desconcierto por la guerra civil fratricida surgida entre los tres hermanos por el trono para ampliar considerablemente sus territorios.

La capital del reino astur había sido trasladada de Cangas de Onís a Oviedo por orden de Alfonso I (739-757), con lo que el reino astur inició una política expansiva con el objeto de ocupar el valle del Duero, intención que fue contestada convenientemente por las tropas cordobesas. La primera aceifa la realizaron dos cuerpos de castigo en el verano del año 791, al mando de Ubayd Allah ben Uthman y Yusuf ben Bujt. El primero ascendió por el valle del Ebro hasta llegar a Álava, ciudad que tomó por las armas infligiendo una severa derrota a los cristianos, mientras que el segundo se dirigió a Astorga para enfrentarse y derrotar al rey astur Vermudo I (788-791).

La aceifa del año siguiente tuvo como objetivo el penetrar hasta el mismísimo corazón del reino franco. La expedición la dirigió uno de los mejores generales de al-Andalus, Abd al-Malik ben Abd al-Wahib, el cual volvió a atacar Álava por segunda vez, desde donde se dirigió, al año siguiente, al reino franco de Aquitania, donde atacó con éxito las plazas de Gerona y Narbona. También infligió una derrota sin precedentes a Guillén, duque de Tolosa, en la orilla del río Orbien. El avance musulmán fue frenado finalmente ante los muros de Carcasona, faltos de aprovisionamiento y de capacidad militar para seguir avanzando más al norte, muy lejos de Córdoba.

Hisham I siguió con su hostigamiento militar contra los cristianos todo el período de su reinado, organizando cada verano la consiguiente aceifa de castigo por los terrenos colindantes de la Marca Superior. La última campaña de Hisham I, en el año 795, consiguió arrebatar a los cristianos la población de Astorga y a punto estuvo de hacer prisionero al rey Alfonso II (791-842) en los montes de Asturias, al que obligó a huir precipitadamente tras sostener un batalla a orillas del río Nalón. Al año siguiente, Hisham I murió prematuramente a la edad de treinta y un años. Antes de morir se había preocupado de nombrar sucesor a su hijo al-Hakam I (796-822), para evitar el mismo problema con el que se tuvo que enfrentar cuando asumió el trono cordobés, lo que no pudo evitar que se reabriera la guerra civil por el trono. Los dos tíos del heredero, Sulayman y Abd Allah, que nunca habían tenido intención de renunciar al trono, se apresuraron en regresar de su exilio africano con el fin de suscitar conflictos en al-Andalus.

Otros aspectos del reinado

Preocupado, como casi todos los emires cordobeses, por el bienestar de sus súbditos, Hisham I dedicó gran parte del fabuloso botín que conquistó en sus correrías por Narbona en la fundación de dos mezquitas gemelas que elevó junto a los pies del Alcázar. También realizó un buen número de construcciones en la capital, convirtiendo a Córdoba en la ciudad más bella de toda la Península por aquella época, como la construcción del gran puente de Córdoba, soberbio para la época. También continuó con la ampliación de la Mezquita Aljama, en la que erigió el primer alminar de la misma, así como una dependencia destinada a las abluciones unida al muro oriental del templo.

Probablemente fue de todos los emires el que más celo religioso mostró, pues inculcó a sus súbditos su propia religiosidad y proselitismo al introducir en al-Andalus la escuela coránica malikí, la más ortodoxa y radical de las cuatro existentes, a la que elevó a rango oficial. Hisham I divulgó la doctrina personalmente otorgando cargos y prebendas a los alfaqíes de esta escuela jurídica, principalmente al cordobés Yahya ibn Yahya, discípulo directo de Malik ibn Anas. Su religiosidad le valió el sobrenombre de al-Rida ('aquél de quien se está satisfecho').

Bibliografía

  • CHEJNE, Anwar G. Historia de España musulmana. (Madrid: Ed. Cátedra. 1980).

  • GLICK, Thomas F. Cristianos y musulmanes en la España medieval (711-1250). (Madrid: Ed. Alianza Editorial. 1991).

  • GUICHARD, Pierre. La España musulmana: al-Andalus omeya (siglos VIII-XI). (Madrid: Ed. Grupo 16. 1995).

  • LEVI PROVENÇAL, E. España musulmana hasta la caída del califato de Córdoba (711-1031). Volumen nº 4 de Historia de España de Menéndez Pelayo. (Madrid: Ed. Espasa-Calpe. 1992).

Carlos Herráiz García.

Autor

  • Carlos Herraiz Garcia