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PolíticaHistoriaBiografía

Froilaz, Pedro (ca. 1070-ca. 1129).

Aristócrata español, conde de Traba y de Galicia, nacido hacia 1070 y fallecido hacia 1129. Fue el noble más importante de Galicia durante la minoría de edad de Alfonso VII, cuya causa secundó toda su vida.

Durante los últimos años del reinado de Alfonso VI de Castilla (muerto en 1109) el título condal tenía una doble lectura: por un lado conde podía ser una denominación de aquel señor a quien el rey había designado para ejercer en los distritos territoriales (tenencias) el poder judicial, militar y gubernativo; conde era además un título personal que no implicaba estar adscrito a un territorio y que gozaba de la máxima consideración dentro de la corte regia. Pedro Froilaz, cabeza de la dinastía Trastámara reunía ambas condiciones condales a finales del siglo XI y gozó de preeminencia política sobre los demás señores gallegos.

El conde de Traba tuvo una gran vinculación con Ramón de Borgoña y su esposa doña Urraca, padres de Alfonso Raimúndez (el futuro Alfonso VII) y fue designado su ayo. A la muerte de Ramón en 1107 Alfonso contaba sólo tres años de edad. En 1109 murió Alfonso VI de Castilla y en su testamento dejó su reino a su hija doña Urraca, con la condición de que no se volviese a casar, en cuyo caso Castilla pasaría a su nieto Alfonso Raimúndez. Doña Urraca nombró a Pedro Froilaz conde de Galicia; probablemente esta fue una medida urgente para resguardar el futuro de su hijo Alfonso. Pero la reina se casó con Alfonso I de Aragón, que por su matrimonio con doña Urraca pretendió titularse rey de Castilla. En 1109 el conde de Traba comenzó una revuelta en Galicia destinada a reivindicar los derechos dinásticos de su pupilo, e intentó que la nobleza renovase su juramento de fidelidad hacia el infante. A comienzos del año siguiente Froilaz consiguió dominar todo el norte de Galicia, pero a él se opusieron los vasallos del obispo Gelmírez (no se sabe si Gelmírez colaboró con ellos, pero no hizo nada por faciclitar el juramento a Alfonso Raimúndez), partidarios de doña Urraca y Alfonso el Batallador, que controlaban Compostela en nombre de la reina. El rey de Aragón inició una campaña en Galicia para someter a Froilaz, pero obtuvo resultados opuestos a sus objetivos: el partido de las hermandades, llamados comuneros, abandonaron el bando de Alfonso I por la brutalidad que mostraban las tropas aragonesas. A pesar de todo los comuneros fueron vencidos y duramente reprimidos. Tal brutalidad tuvo consecuencias funestas en el matrimonio de don Alfonso y doña Urraca, pues se produjo la primera de una serie de rupturas entre ellos. El conde de Traba trasladó al infante a León, donde también acudió Gelmírez, con el objetivo de proclamar rey a Alfonso VII, aunque no lo consiguió; esto ocurrió a finales del verano de 1110.

La Santa Sede declaró nulo por consanguinidad el matrimonio de Alfonso I y doña Urraca. Esto hizo alimentar las esperanzas de Pedro Frolilaz, que recibió una carta de doña Urraca en la que reina, aterrorizada por la excomunión lanzada sobre el matrimonio real por el arzobispo de Toledo, pedía al conde la inmediata coronación de Alfonso Raimúndez como rey de Galicia. Al mismo tiempo, la reina acudía a Sahagún, donde se humilló públicamente ante su esposo para eludir el anatema. La reconciliación fue una acción política que el conde de Traba consideró una traición y actuó encerrando al infante en la fortaleza de Santa María de Castrelo. Los comuneros, con Arias Pérez a la cabeza, conociendo el deseo de doña Urraca de proclamar rey al niño Alfonso, marcharon hacia la fortaleza del conde de Traba y se apoderaron del infante y de Gelmírez, que había acudido a poner paz. También fue apresada la condesa de Traba que, junto con el infante, fue llevada de una a otra de las fortalezas de Arias Pérez. Tras su liberación Gelmírez logró en Puentecesures que la facción de los comuneros se uniese a la del conde de Traba para la coronación de Alfonso Raimúndez, a la vez que ofrecía a doña Urraca, cercada en Carrión por los condes de Portugal, sus ejércitos si permitía la coronación de Alfonso. Alfonso VII fue proclamado rey de Galicia en Santiago el 17 de septiembre de 1111. Después, la reina autorizó su coronación en León y el conde de Traba se puso al frente de un pequeño ejército para trasladar allí a Alfonso. Por el camino se vieron obligados a someter la ciudad de Lugo, sublevada contra los Traba y Gelmírez. Y antes de llegar a León fueron sorprendidos por las tropas de Alfonso el Batallador, que había roto el cerco de Carrión y contaba de nuevo con la anuencia de su esposa. En un lugar llamado Viandangos, cerca de Astorga, el ejército aragonés derrotó a la pobre guarnición gallega, matando a la mayoría de los soldados y apresando al conde de Traba. Gelmírez pudo escapar y salvar al rey.

No permaneció mucho tiempo en prisión el conde de Traba, que a finales de año acercaba sus posiciones a Teresa de Portugal, recién muerto el conde de Portugal, Enrique. Las relaciones entre los Traba y doña Teresa debieron de ser fluidas, como demuestra el hecho de que la condesa fue amante de dos de los hijos de Pedro Froilaz: Vermudo y Fernando. Teresa favoreció la emigración de nobles gallegos a Portugal. También acató el conde la autoridad de doña Urraca cuando ésta proclamó la unión de los gallegos bajo la causa del joven Alfonso y obtuvo por ello sustanciosas donaciones de la reina que, sin embargo, entregó el gobierno de Galicia a Gelmírez. Los comuneros se opusieron a la causa de doña Urraca y estalló una nueva guerra civil en Galicia, en la que las tropas de la reina eran sufragadas principalmente por las arcas del conde y del obispo Gelmírez y que terminó con la rendición de los comuneros al obispo. El conde de Traba volvió a luchar por doña Urraca en 1113, uniendo sus tropas a las de Gelmírez, cuando se reinició la guerra entre Alfonso I y la reina. La victoria, parcial, de los gallegos hizo que el Batallador tuviese que retrasar sus posiciones. Pero al poco tiempo se produjo una nueva reconciliación entre los reyes y doña Urraca trató de dividir a los gallegos, intentando comprar la fidelidad de Pedro Froilaz a cambio de la mitad del señorío de Gelmírez; el conde rehusó y lo mismo hizo el obispo cuando la reina trató de sobornarle.

El conde de Traba volvió a reclamar los derechos de Alfonso Raimúndez hacia 1116, pero doña Urraca tomó Compostela y la dejó dominada por los insurrectos que exigían la cabeza de Diego Gelmírez. Pedro Froilaz tuvo que regresar a Compostela desde la frontera, donde se encontraba, para enfrentarse a los revoltosos. La condesa de Traba debió abandonar Santiago con Alfonso Raimúndez y el conde perdió el apoyo del obispo, que, presionado por la reina, atacó las tierras de los Traba. Cuando el obispo pudo hacerse con las riendas de la ciudad se pasó de nuevo al bando del conde y, esta vez, también se unió la reina. Pero la unión de los poderosos volvió a incendiar a las masas, que, tratando de capturar al obispo, cercaron además al conde de Traba y a la reina en una torre de la catedral. La situación se calmó antes de 1117 gracias a la unión de doña Urraca y su hijo con el conde de Traba.

En 1120 Pedro Froilaz y Alfonso Raimúndez se volvieron a enfrentar a doña Urraca cuando ésta mandó prender al obispo Gelmírez y confiscó su señorío eclesiástico. En junio el conde y el infante marcharon sobre Compostela, cuya población se unió a ellos contra doña Urraca y la reina se vio obligada a liberar al obispo. Pero la reina, cuyos movimientos políticos estuvieron siempre condicionados por las circunstancias, nombró a Gelmírez gobernador de Galicia al año siguiente, ofendiendo gravemente a los Traba. El conde se alió con Teresa de Portugal; un hijo suyo, Fernando, vivía en Portugal como consorte de Teresa y era tenente de Oporto y Coimbra; doña Teresa, por su parte, casó a una hija suya con Vermudo, otro hijo del conde. Estos matrimonios consolidaron la alianza entre los condados de Portugal y Traba, pero molestaron mucho en Galicia, sobre todo en los círculos cercanos a Gelmírez. En 1123 doña Urraca ordenó prender a Froilaz y estalló de nuevo la guerra en Galicia. Fueron las tropas del infante Alfonso las que pudieron detenerla en 1124.

Pedro Froilaz se retiró de la política en 1123 y marchó a Mondoñedo, donde mantuvo amistad con su obispo, Munio Alfonso. Tras la muerte de doña Urraca en 1126 y la proclamación de su antiguo pupilo como Alfonso VII, Pedro Froilaz le juró fidelidad en Zamora junto con los principales nobles de Galicia. Murió poco después. De su matrimonio con doña Mayor Guntroda Rodríguez había dejado diez hijos, de los cuales destacaron Fernando y Vermudo por su vinculación con la casa condal de Portugal, que pronto se convirtió en reino.

Bibliografía

  • MURGUÍA, M. Don Diego Gelmírez: [Estudio histórico crítico de este insigne prelado]. Coruña, 1898.

  • PÉREZ DE URBEL, J. "Los comienzos de la Reconquista", en Historia de España Menéndez Pidal, vol. VI. Madrid, Espasa Calpe. 1994.

  • XAVIER, A. Diego Gelmírez. Reino de Galicia, siglos XI-XII. Barcelona, 1985.

JMMT

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero