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PolíticaHistoriaBiografía

Fleury, André Hercule de (1653-1743).

Cardenal y político francés, nacido en 1653 en Lodève y muerto en 1743 en París, que durante casi una veintena de años dirigió la política francesa por delegación del rey Luis XV.

Vida

De familia humilde -su padre era recaudador de diezmos-, se le destinó desde niño a la carrera eclesiástica. Realizó sus estudios en un colegio de jesuitas, y más tarde se ordenó sacerdote. En 1679 fue nombrado limosnero de la reina María Teresa de Austria, para suceder a un protector suyo, el cardenal de Bonzi. Muerta la reina en 1683, pasó a serlo de Luis XIV hasta que en 1698 fue designado obispo de Fréjus, pequeña ciudad en la costa provenzal. En 1715, con más de sesenta años, se le encomendó la educación del bisnieto de Luis XIV, el futuro Luis XV, gracias al favor de Madame de Maintenon -segunda esposa de Luis XIV-. Fleury buscó los mejores profesores para su tutelado, al que interesaron especialmente la geografía y las ciencias; la estrecha relación creada entre ambos no se rompería nunca. Posteriormente, esta confianza le valió al eclesiástico las máximas posiciones; así, considerado mayor de edad en 1723, el rey sustituyó en 1726 al duque de Borbón por el propio Fleury como principal cabeza de gobierno del reino. Desde ese mismo año, el nuevo ministro fue también cardenal.

Fue un hombre extraordinariamente longevo; cuando asumió su cargo tenía ya setenta y tres años y lo desempeñó durante diecisiete más. Este período fue, en líneas generales, de tranquilidad para Francia, acorde con la personalidad prudente y pacifista -y con autoridad bajo una apariencia modesta- de Fleury; no obstante, no gozó de gran popularidad. Ayudado por Chauvelin (Exterior), Le Pelletier des Forts y Orry (Finanzas), y otros (Saint-Florentin, Maurepas), su mayor éxito fue “mantener”: supo asegurar la autoridad regia y la paz interior, y también equilibrar el presupuesto del estado mediante la estabilización de la moneda (fijación del valor de la libra tornesa), la efectividad de los impuestos directos -arrendados a empresarios por una cantidad fija y segura-, mayores aportaciones eclesiásticas, la buena contabilidad de Philibert Orry, el incremento del comercio con las colonias americanas (Canadá, Luisiana, Antillas) y asiáticas (India) y la organización de los caminos reales. Así, en 1739, el déficit había desaparecido; sin embargo, mucha de esta bonanza económica se debía a la situación de paz generalizada en Europa y, por otra parte, Fleury no acometió una necesaria reforma económica estructural (censo de población y mejor reparto fiscal -sin eximidos de pago-, inventario de las riquezas con que se contaba). Se trató, pues, de una recuperación coyuntural. El cardenal tampoco propició grandes cambios administrativos o jurídicos, sino que mantuvo los ministerios heredados de Luis XIV. Se impuso a los restos del jansenismo (condenado por la bula Unigenitus de 1713), al tiempo que depuso y luego encerró al obispo de Senez y otros clérigos, cerrando el cementerio de Saint-Médard (1732), donde se reunía el diácono Pâris con sus seguidores.

Tuvo cierta enemistad con los Parlamentos regionales, pues se oponía a su deseo legislador y a su galicanismo religioso, y además se negaban a juzgar a los clérigos jansenistas; hacia 1732, sin embargo, hubo cierto acercamiento entre el cardenal y los parlamentarios. En plena época del equilibrio europeo, Fleury trató de apaciguar tensiones entre las distintas potencias, pero tuvo que intervenir en las guerras de Sucesión polaca (1733-1735) y austriaca (desde 1740). En 1733, Austria y Rusia trataron de imponer a Augusto III de Sajonia como rey de Polonia, a lo que se opuso militarmente Francia en defensa de su candidato, el antiguo monarca Estanislao I Leczinski (depuesto en 1714 y suegro de Luis XV). Fleury logró la ayuda española por la firma del Primer Pacto de Familia con Felipe V (noviembre de 1733). Aunque el candidato francés no obtuvo el trono, el tratado de Viena en 1738 le concedió como compensación el ducado de Lorena; el mismo tratado estipuló también que a su muerte ese territorio pasaría a Francia. El cardenal no había tenido que realizar un gran esfuerzo ni en hombres ni en medios. El nuevo equilibrio, del que Fleury fue uno de los principales responsables y nuevo árbitro, no fue duradero: poco después, en 1740, Francia -en contra de la opinión del cardenal- apoyó las reivindicaciones de Prusia sobre el territorio de Silesia, y de Sajonia y Baviera sobre el trono austriaco contra Maria Teresa de Austria. Auténtica guerra europea -pues posteriormente se fueron añadiendo otras potencias (España, Gran Bretaña, Saboya…)-, Fleury no la vio acabar, ya que murió en su casa de Issy-les-Moulineaux -en las afueras de París- en 1743, cinco años antes de la paz de Aquisgrán que puso fin a la contienda.

Bibliografía

  • BAUDRILLART, A. Philippe V et la Cour de France. Tomo III: “Philippe V, le duc de Bourbon et le Cardinal de Fleury”. (París: Maison Didot, 1950).

  • CAMPBELL, P. R. Power and politics in old regime France, 1720-1745. (Londres: Routledge, 1996).

  • CRYSTAL, D. (ed.). The Cambridge Biographical Encylopedia. (Cambridge: University Press, 1994).

  • GRIMAL, P. Dictionnaire de Biographies. Vol. I. (París: Presses Universitaires de France, 1958).

  • SARS, M de. Le cardinal de Fleury, apôtre de la paix. (París: 1942).

BGA

Autor

  • FRAN