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LiteraturaBiografía

Fedro, Gayo Julio (ca. 20/15 a.C.-ca. 50 d.C.).

[Literatura] Poeta latino de época imperial, autor de cinco libros de fábulas en verso.

Es difícil esbozar una biografía de Fedro. Apenas contamos con unos cuantos datos sobre su vida, extraídos de la propia obra. Nació durante el principado de Augusto (entre los años 20 y 15 a.C.), en la provincia romana de Macedonia, posiblemente en Pieria, según se lee en el prólogo al libro III, vv. 17-20, donde el poeta se muestra orgulloso de haber nacido en la tierra patria de las Musas (en el monte Pierio). Aunque su origen era esclavo, recibió una esmerada educación desde joven (sobre todo en latín, puesto que su lengua natal era el griego). Esto hace suponer a los críticos que fue llevado a Roma siendo todavía niño y que allí entró a formar parte del número de esclavos de Augusto, del que luego fue liberto. Este dato se encuentra en el título del principal manuscrito de Fedro (Codex Pith?anus, del siglo IX), que lo presenta como “liberto de Augusto”. Su pertenencia a la familia de esclavos del emperador explica que recibiera una educación esmerada. Tras su manumisión, entabló amistad con otros libertos mejor situados, a los que dedica su obra con el fin de recabar protección y mecenazgo (así, el libro III está dedicado a Eutico, el libro IV a Particulo, etc.). Bajo Tiberio (14-37 d.C.) ofendió al prefecto del pretorio, el poderoso L. Aelio Sejano. Fue acusado y condenado. No conocemos el motivo de la ofensa, mencionada en los libros I y II, y tampoco la dimensión del castigo, pero Fedro no sería rehabilitado hasta la caída de este ministro en el año 31 d.C. Debió de morir el poeta latino en época del emperador Claudio (41- 54 a.C.) o, en todo caso, del emperador Nerón (54- 58 a. C), si bien se ignora el año exacto.

Obra

De Fedro se conserva más de un centenar de fábulas en verso (122 aproximadamente), agrupadas en cinco libros. Estas breves historias de animales se expresan en senarios yámbicos (el verso usado en la comedia palliata de época republicana). Algunos de los libros son especialmente breves; así, el libro II consta sólo de ocho fábulas; y el libro V, de diez. A estos cinco libros hay que añadir 30 nuevas fábulas, conocidas como Appendix Perottina en las ediciones modernas, que fueron publicadas por el humanista italiano Niccolò Perotti en su edición de la obra fedriana (ca. 1465).

El contenido de las fábulas de Fedro obedece a una doble intención: instruir a su público y deleitarle a un tiempo (cf. I pról. 3.4). El carácter moralizante se manifiesta expresamente en una sentencia ético-filosófica, o moraleja, emplazada bien al principio de la historia (promithyon), bien al final de la misma (epimithyon). Por otra parte, a esta intención explícita de divertir y enseñar se une la crítica sociopolítica. En efecto, Fedro imprime a sus obras un carácter satírico que pone en evidencia los vicios y defectos de la sociedad de su tiempo, aunque siempre de manera general y sin citar casos específicos ni a personas concretas. Gracias a esto a menudo su obra se convirtió en el blanco perfecto para los reproches de sus detractores.

El estilo de Fedro es simple y claro. Se caracteriza por la brevedad, la variedad y el cuidado de la expresión. Mediante la brevedad consigue acercar el contenido moral a su público; con la variedad evita la monotonía y el aburrimiento. A pesar de las expresiones cultas, también refleja Fedro intencionadamente en sus composiciones elementos del lenguaje hablado. Así simpatiza con las clases populares y el mundo marginal en el que creció. Todos estos elementos explican la popularidad de su obra. Aún en nuestros días, es difícil no conocer las fábulas de El lobo y el cordero, La zorra y las uvas o La zorra y el cuervo.

Fuentes

El fabulista latino reconoce a Esopo como “inventor” del género literario de la fábula y se considera heredero de los temas que las colecciones helenísticas habían transmitido en prosa desde el s. IV a.C. Así, admite su dependencia respecto a Esopo en cuanto a los temas, ya que en lo referente a la forma literaria (en especial, el uso del senario yámbico) reivindica su originalidad. Otros grandes poetas desde Hesíodo a Calímaco y desde Ennio a Horacio (cf. Horacio, Sat. II 6) habían incluido alguna fábula, de manera esporádica y asistemática, en sus obras en verso, pero Fedro fue el primero en darle sistematicidad al género, componiendo por primera vez una colección de fábulas en verso.

Pervivencia

Al principio, durante el siglo I a.C., Fedro fue ignorado completamente. Séneca habla de la fábula, pero Fedro no es nombrado (Ad Polybium VIII 3). Tampoco hace mención de él Quintiliano cuando trata la fábula en su repaso por la literatura griega y latina (inst. I 9, 2). El primer autor que lo cita es Marcial, en III 20, 5 (“Los juegos del malicioso Fedro”), aunque no es seguro que este Fedro sea el fabulista. Ya en el siglo V (en torno al año 400) Aviano (o Avieno) compone una colección de fábulas en verso, y en su dedicatoria al emperador Teodosio cita los cinco libros de Fedro. No obstante, algunos autores medievales conocen directa o indirectamente a Fedro. De entre los primeros sobresale Ademaro de Chabannes; entre los segundos, Alejandro Neckam y Walter el Inglés. Durante la Edad Media se conoció más un libro con prosificaciones de las fábulas de Fedro, que circuló con el nombre de Romulus.

En el Medievo Aviano era más conocido que Fedro, del que, con todo, no dejaban de circular códices. En la segunda mitad del s. XV, en los albores del Humanismo, Nicolò Perotti reúne los cinco libros de fábulas, así como unas 30 inéditas (el llamado Appendix Perottina) de un manuscrito hoy perdido. En 1596 Fedro abandona definitivamente el anonimato, al publicar Pierre Pithou la edición príncipe; y a partir de entonces encuentra un lugar junto a Esopo en las grandes antologías, como, por ejemplo, la reunida por Isaac Nevelet, Mythologia Aesopica, en 1610.

Desde el s. XVII las fábulas de Fedro suscitan mayor interés. El movimiento neoclásico apreció el carácter edificante del género. Se imitan en las lenguas vernáculas, en prosa y en verso, y se usan, como solía hacerse en la Antigüedad y en la Edad Media, como texto escolar. Por otra parte, en este siglo nace el más fiel imitador de Fedro de todos los tiempos, el francés Jean de La Fontaine, que publicó sus Fables en 1668. En el siglo siguiente (s. XVIII) la fábula adquiere una gran importancia en toda Europa. En Alemania sobresale un nutrido grupo de teóricos del género y fabulistas: Ch. Wolf, J.J. Breitinger, C.F. Gellert y, sobre todo, G.E. Lessing, el más influyente en el desarrollo de la teoría sobre el género. Al siglo XVIII pertenecen igualmente insignes fabulistas españoles, como Samaniego e Iriarte, que, aunque imitando directamente a La Fontaine, recogen la herencia literaria de Fedro. Ambos autores inauguraron un camino que fue seguido por numerosos escritores españoles e hispanoamericanos durante los siglos XIX y XX.

En nuestro siglo también descubrimos la sátira política en la fábula de G. Orwell Rebelión en la granja (Animal Farm, de 1945), una manifestación de la vitalidad del género fabulístico a lo largo de los tiempos.

Bibliografía

  • Currie, H. Macl., “Phaedrus the Fabulist”, en H. Temporini - H. Haase (edd.), Aufstieg und Niedergang der römischen Welt II 32.1, Berlin - New York: Walter der Gruyter, 1984, 497-513.

  • Chaparro, C., “Aportación a la estética de la fábula greco-latina: análisis y valoración de la ‘brevitas’ fedriana”, Emerita 54 (1986), 123-150.

  • Duarte, A. Mª, Fedro y fábulas latinas de todos los tiempos, Reus: Avesta, 1982.

C. Guerrero Contreras

Autor

  • Enciclonet