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AstronomíaBiografía

Cassini, Jacques-Dominique. Conde de (1748-1845).

Astrónomo, geodesta y cartógrafo francés, nacido en París el 30 de junio de 1748 y fallecido en Thury (cerca de Clermont, en el departamento de Oise) el 18 de octubre de 1845. Miembro de una de las más ilustres dinastías científicas de Europa, fue honrado con el título nobiliario de conde y recibió el nombre de Cassini IV, para distinguirlo de sus antepasados.

Era hijo de Cesar-François Cassini (1714-1784), autor de la Carte de Cassini ("Mapa de Cassini"), una obra cartográfica de proporciones mayúsculas. Cassini IV, que colaboró en este trabajo durante diez años, fue quien lo dio por finalizado, pues su progenitor pereció cuando aún faltaban por completar dos de las ciento ochenta y dos láminas que lo conforman.

Además, entre sus conspicuos antepasados cabe recordar a su abuelo Jacques Cassini (1677-1756), conocido como Cassini II, que había presentado ante la Academia de las Ciencias de Francia importantes conclusiones acerca de la inclinación de la órbita de los satélites y del anillo de Saturno; y a su bisabuelo Jean-Dominique Cassini (1625-1712), de origen italiano -aunque nacionalizado francés- y fundador de la dinastía, que sobresalió por sus investigaciones astronómicas sobre Saturno (especialmente, por las que luego habría de completar su hijo, el recién citado Cassini II). Otro acreditado científico de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, Jacques Philippe Maraldi (1669-1729), estaba ligado por lazos familiares los Cassini (era sobrino de Jean-Dominique y primo de Jacques, y había sido el principal instructor científico de Cesar-François, padre de Cassini IV).

Jacques-Dominique Cassini vino al mundo en las dependencias del Observatorio de París ocupadas por su familia desde que, a mediados del siglo XVII, el rey Luis XIV (1638-1715) nombrara director de dicho centro a su famoso bisabuelo. Dicho cargo fue heredado por todos los descendientes del gran astrónomo italo-francés, incluido el propio Cassini IV.

Éste recibió una esmerada educación en los mejores colegios franceses de su tiempo, como el Collège des Plessis (de París) y la prestigiosa escuela que los padres oratorianos tenían en Juilly. Pronto demostró poseer esas buenas aptitudes para la Ciencia de que habían hecho gala sus mayores, por lo que en 1768, a los veinte años de edad, viajó al Atlántico, comisionado por la Academia de las Ciencias, para probar los instrumentos de medición marina diseñados por Pierre Le Roy. A su regreso a Francia, fue elegido miembro adjunto a la Academia de las Ciencias en 1770, y al cabo de quince años se convirtió en socio de pleno de derecho de dicha institución (1785). Sólo un año antes, a raíz de la muerte de su progenitor, había alcanzado el mencionado cargo de director del Observatorio de París.

Además de colaborar activamente con su padre en la elaboración de la famosa Carte de Cassini, realizó importantes trabajos relacionados con las conexiones geodésicas establecidas entre los meridianos de París y Greenwich. Ya era un científico sumamente acreditado cuando, al comienzo de la Revolución Francesa (1789-1799), asumió distintos cargos de responsabilidad política y, siguiendo la voluntad de los revolucionarios, formó parte de la comisión de la Academia encargada de elaborar el sistema métrico decimal.

Pero, apegado firmemente a la monarquía, renunció a todas sus atribuciones públicas en 1793, tras el ajusticiamiento del rey Luis XVI (1754-1793). Durante aquel turbulento período, su vida, como la de tantos otros monárquicos, corrió un serio peligro; finalmente, fue capturado y encarcelado en el convento parisino de los Benedictinos, donde pasó más de seis meses. Tras su puesta en libertad, no quiso hacerse cargo de sus obligaciones en la Oficina de Medidas ni en el nuevo Instituto Nacional de la Ciencia; y, atemorizado por los sucesos revolucionarios, se retiró a las posesiones que su familia tenía en Thury.

Allí, en el mismo castillo donde su padre había venido al mundo, permaneció refugiado hasta 1799, cuando, tras el apaciguamiento del fervor revolucionario, aceptó de nuevo la invitación de la Academia de las Ciencias y regresó a París. Pero durante el resto de su longeva existencia (sólo le faltaron tres años para alcanzar la condición de centenario) renunció a sus investigaciones científicas y se consagró a la redacción de obras en las que defendía el prestigio científico de su familia, como la titulada Mémoires pour servir à l'histoire des sciences et à celle de l'Observatoire royal de Paris (Memorias al servicio de la historia de las ciencias y a la del Observatorio real de París, 1810).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.