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HistoriaPolíticaBiografía

Luis XVI, Rey de Francia (1754-1793).

Luis XVI, rey de Francia. Calvet, A. (1783)

Rey de Francia, tercer hijo del Delfín Luis y de María Josefa de Sajonia; y nieto de Luis XV. Nació en Versalles en 1754 y murió en París el 21 de enero de 1793.

Sucedió a su abuelo en el trono en 1774, tras la muerte de su padre y de sus hermanos mayores. En 1770 contrajo matrimonio con María Antonieta de Austria, hija del emperador Francisco I de Austria. La reina fue siempre enormemente impopular, ya que a su condición de extranjera unía su extravagante modo de vida, a menudo escandaloso, y toda una corte de reaccionarios conspiradores y privilegiados opuestos a todo tipo de medidas modernizadoras. Por si esto fuera poco, la reina ejercía una poderosa influencia en su voluble esposo, que a ojos del pueblo no era más que un "pelele" en manos de una cruel reina.

La primera medida de Luis XVI fue, no obstante, muy popular, ya que consistió en eliminar el triunvirato que gobernaba el país desde los últimos años del reinado de su abuelo. Pero el rey estaba más interesado en la marquetería, la geografía, la caza y los placeres de la mesa que en los asuntos de gobierno, que dejó siempre en manos de terceras personas.

Su reinado se inició con la subida al poder de Maurepas, que vino a sustituir al triunvirato. También restituyó el Parlamento de París y nombró un nuevo gabinete de gobierno en el que destacaban las figuras de Malesherbes, Sartines, Saint-Germain y Turgot. Este último impuso medidas económicas tendentes a la liberalización del mercado económico, fundamentalmente el de granos y la radicalización del sistema impositivo. Esto le enfrentó a la aristocracia más tradicional, agrupada en torno a la reina, y a las masas populares, indignadas por la subida de los precios de los productos básicos. Debido a esta oposición, el rey sustituyó a su ministro en 1776 por Necker, que se mantuvo en el cargo hasta 1781.

A pesar de la política de facilidades presupuestarias iniciada por Necker, éste pronto entró en conflicto con las clases privilegiadas, que se negaban a aceptar cualquier tipo de cambio en sus privilegios. La difícil situación económica acabó de deteriorarse debido a los gastos extraordinarios de la intervención francesa en la Guerra de la Independencia Americana (véase Independencia de los Estados Unidos)entre 1778 y 1783, que finalizó con la paz de Versalles, por la que Francia obtuvo la devolución del Senegal, Tobago y Santa Lucía. La intervención estuvo propugnada por Vergennes, responsable de la política exterior francesa, y pese al éxito de la campaña, los resultados para la economía fueron terribles. Necker expuso la desesperada situación al rey en 1781, lo que provocó la indignación de éste y la inmediata destitución del ministro de Hacienda. Fue sustituido por Calonne, que hizo un último esfuerzo por salvar a Francia del marasmo económico en el que se hallaba, pero al igual que los anteriores ministros chocó con los grupos privilegiados y fue destituido en 1787.

Desde comienzos de la década de 1780 había surgido en Francia una corriente de pensamiento liberal, que, proveniente de los ideales de la Ilustración, iba adquiriendo fuerza entre los intelectuales y las clases medias, que tenían como ejemplo la joven democracia norteamericana; este autodenominado partido patriótico criticaba la ineptitud de la monarquía ante los problemas de la Hacienda pública, por no ser capaz de acabar con los privilegios de la época feudal.

La crisis total en la economía, unida a la situación política, obligó al rey, en 1788, a convocar los Estados Generales y a hacer regresar a Necket al frente de las finanzas del Estado. En los Estados Generales el rey adquirió cierta popularidad para con el pueblo gracias al decreto por el que concedía el voto doble al Tercer Estado, pero no supo aprovecharla. El partido patriótico se erigió en los Estados como representante de la ciudadanía y asumió la potestad de reformar el Estado en aras del beneficio común. Esta decisión, adoptada en 1789, supuso el inicio de la Revolución Francesa.

Ante la obstinación del rey y de los privilegiados de asumir los cambios por los que clamaba la Nación, los miembros del Tercer Estado se conjuraron y aprovecharon la movilización popular de las calles parisinas (movimiento que en su origen no pasaba de ser una más de las revueltas por los alimentos), acontecimientos que concluyeron en la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789. Ante estos sucesos el rey se vio obligado a aceptar las reformas planteadas por el Tercer estado.

El Tercer Estado transformó los Estado Generales en Asamblea Nacional Constituyente. La negativa regia a sancionar la declaración de los Derechos del Hombre y los decretos que abolían el régimen señorial, provocaron el levantamiento del mes de octubre y obligó al rey a instalarse en París. El 14 de junio de 1790 el monarca juró la Constitución revolucionaria, por lo que se ganó el favor del pueblo, pero incapaz de aceptar el nuevo orden. Luis XVI pidió ayuda a las potencias europeas. Temiendo por su seguridad, Luis XVI decidió abandonar París para hacer un llamamiento a su ejército y llevar a cabo una contrarrevolución, pero fue detenido en Varennes y conducido de nuevo a París en junio de 1791. Desde entonces los poderes del monarca fueron mínimos, por lo que Luis XVI intentó degradar la situación hasta que se llegara a la anarquía, pensando en que esto haría que el pueblo volviese su confianza hacia él. Con este fin, intrigó contra los moderados al tiempo que alentaba a los partidarios de la guerra, mientras que esperaba que el ejército francés fuese derrotado. La situación llegó a un extremo insostenible, que acabó por provocar un nuevo estallido revolucionario. El 10 de agosto de 1792, grupos extremistas asaltaron el palacio de las Tullerías y Luis XVI fue encerrado con su familia en la iglesia del Temple, de donde salió para comparecer ante la Convención. Sentenciado a muerte por el pueblo, fue guillotinado el 21 de enero de 1793. Esto causó una gran impresión en toda Europa y fue el motivo último para que las distintas potencias absolutistas del continente formaran una gran coalición contra Francia (véase Guerras de la Convención).

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez