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HistoriaPolíticaBiografía

Berenguer de Marquina, Félix (1738-1826).

Militar y administrador colonial español, nacido en Alicante en 1738 y fallecido en la misma ciudad en 1826. Fue gobernador de Filipinas entre 1788 y 1793 -un periodo caracterizado por la continuación de la política ilustrada iniciada por su antecesor, José Basco y Vargas- y virrey de Nueva España de 1800 a 1803.

Oficial de la Marina de guerra, Félix Berenguer Marquina tuvo su primer destino a bordo del jabeque Ibicenco, que participaba en tareas de corso en las costas marroquíes, y después embarcó en el navío Astuto de la flota del Mediterráneo. Fue nombrado gobernador general de las Filipinas en marzo de 1787 a petición propia, ya que aspiraba a ocupar un cargo de mayor relevancia que el desempeñado hasta entonces como profesor de la Academia de Guardiamarinas. Llegado a Manila en junio de 1788, el nuevo gobernador pronto se mostró proclive a ejercer el poder de forma omnímoda, circunstancia que le llevó a tener disensiones con los oidores de la Audiencia. En su ánimo estaba gobernar sin interferencias como ya hiciera su antecesor Basco y Vargas, pero a diferencia de este último Berenguer buscó al parecer más el enriquecimiento personal que el progreso de la colonia; buena prueba de ello fue la acusación vertida sobre su persona por haber vendido cargos públicos. Además, su gestión se caracterizó por el aumento del gasto, resultado del despilfarro de grandes sumas en la construcción de navíos de guerra y la organización de costosas expediciones a las islas aún no colonizadas.

Durante su mandato se abrió el puerto de Manila a las mercancías europeas (decreto de 15 de agosto de 1789) y llegaron a las islas los buques de la célebre expedición científica comandada por Alejandro Malaspina (marzo de 1792). La política de reformas ilustradas tuvo continuismo en una orden para la creación de nuevas escuelas (diciembre de 1792) y diversas medidas para la mejora del gobierno colonial; asimismo, en esta época fue impresa la colosal Historia general de las Islas Filipinas (1788), de Fray Juan de la Concepción. En 1792 Manila sufrió una epidemia de viruela que obligó al gobernador Berenguer a dictar medidas extraordinarias de asistencia sanitaria.

Relevado del cargo por Rafael Mª de Aguilar (agosto de 1793), Félix Berenguer partió de inmediato hacia España sin esperar a ser sometido al preceptivo juicio de residencia, razón por la que fue multado con dos mil pesos.

Regresó a España a ocupar cargos en la administración de la Marina; ascendió a teniente general de la Armada española y, en 1799, Carlos IV le nombró virrey de la Nueva España. En 1800, al hacer la travesía de Cuba a Veracruz, fue hecho prisionero por los ingleses que lo mandaron a Jamaica. Finalmente, consiguió llegar a México a finales de abril de 1800.

Durante su mandato reforzó las guarniciones de San Juan de Ulúa y el puerto de Veracruz, así como los presidios o fortalezas de los territorios del norte, ya que por entonces se produjeron algunos intentos de incursión, en especial el que protagonizó Philip Nolan, cuya intervención ocurrió a finales de 1800. Nolan y sus seguidores acamparon el 23 de marzo de 1801 en un afluente del Río Colorado, donde fueron atacados por una compañía de soldados españoles al mando del capitán Múzquiz. Nolan murió y Múzquiz envió sus orejas al jefe militar de la zona norte, el brigadier Félix María Calleja, como prueba de que había cumplido sus órdenes fielmente.

En 1801 se opuso a la petición de la Casa de la Moneda, la Real Hacienda y el Tribunal de Cuentas, que recomendaban tomar alguna medida en auxilio de los mineros de plata, que vieron declinar su producción a causa del bloqueo naval inglés. Con el apoyo del fiscal Lorenzo Hernández de Alba, se negó a cualquier reducción, ya que la Corona en guerra con Gran Bretaña necesitaba hasta el último peso que pudiera obtenerse a través de los impuestos.

Sin embargo, la Junta Superior de la Real Hacienda, cuerpo consultivo del virreinato, cedió a la fuerte presión de los mineros y otorgó una reducción del 50% sobre la plata que se presentaba a la Real Hacienda. Esta rebaja duró seis meses y costó a la corona medio millón de pesos que dejó de ingresar. Desde Madrid, el Ministro de Hacienda censuró enérgicamente, tanto al virrey como a la Junta Superior, por esta violación de las prerrogativas reales, al entender que esa dispensación era propia de la autoridad soberana. Conviene destacar que la mayoría de los miembros de la Junta Suprema eran criollos. El rey aceptó la pérdida y la consideró como un regalo a los mineros, en su mayoría españoles americanos con títulos nobiliarios.

De la Torre señala que "el suyo fue un gobierno mediocre, debido no sólo a su carácter sino también a las circunstancias políticas y al pésimo estado de la economía, que agravaba la situación social". Su actuación quedó para la posteridad en una inscripción que la malicia popular añadió a la que estaba grabada en una obra pública: “Para perpetua memoria construyó el virrey Marquina esta pila”; el vulgo escribió: “en que se orina y aquí acabó su historia”.

En 1802 se firmó la paz con Inglaterra, de lo que se benefició el comercio de ultramar con la península y otras naciones pero Marquina, que tenía que seguir soportando el malestar ocasionado por sus medidas y la desaprobación real a sus disposiciones, renunció al cargo a mediados de 1802. Entregó el bastón de mando a su sucesor José J. Iturrigaray en enero del año siguiente.

De regreso a España, tomó parte en la guerra de la Independencia y murió en Alicante en 1826.

Bibliografía

  • BRADING, D. A. Mineros y comerciantes en el México borbónico. 2a ed. FCE. México, 1985.

  • ENRIQUE RÍOS, E. “El insurgente don Pedro Elías Beanen Anales del Museo Nacional de Arqueología. México, 1934. Tomo 1. Quinta época. Nº 3.

  • TORRE VILLAR, E. La Independencia de México. Editorial Mapfre. Madrid, 1992.

M. Ortuño / MAH

Autor

  • 0106 M. Ortuño ; MAH 0303 (Filipinas)