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MúsicaBiografía

Agricola, Alexander (ca. 1446-1506).

Nombre latinizado del compositor de origen neerlandés Alexander Ackermann, nacido en una fecha incierta en torno al año 1446 y fallecido en la ciudad española de Valladolid en 1506, víctima de uno de los frecuentes brotes de peste que asolaron regiones enteras de Europa de manera crónica a lo largo de toda la Edad Media y de la Edad Moderna. A pesar de la prematura su muerte, ésta tuvo lugar en el momento en que su técnica compositiva y sus obras formaban ya parte para siempre de la herencia de la música polifónica que los compositores flamencos legaron a europeos y, en el caso de Agricola, a los españoles.

Alexander Agricola fue uno de los numerosos compositores de origen franco-flamenco que pasaron buena parte de su vida fuera de su país de origen, empleados por alguna de las capillas musicales sacras o profanas que se multiplicaban ya en Europa entre los años finales del siglo XV y las primeras décadas del XVI. Según la clasificación tradicional de los compositores franco-flamencos de polifonía, la que distingue entre una primera generación a la que pertenecerían nombres como Gilles Binchois y Guillaume Dufay y, enseguida, los de Johannes Ockeghem y Antoine Busnois, seguida por una segunda generación de compositores que fallecerían en épocas posteriores a 1500, Alexander Agrigola pertenecería a esta última, junto con otros polifonistas célebres como Jacob Obrecht, Heinrich Isaac, Josquin Desprez, Johannes Tinctoris o Antoine Brumel.

Lo más probable es que, durante su etapa de formación, Agricola tuviera la oportunidad de recibir las lecciones del compositor Johannes Ockeghem. Más tarde pasó a formar parte del séquito de músicos del rey Carlos VIII de Francia y, poco después, en 1470, de la bulliciosa corte italiana de Lorenzo de Medici, un centro en el que todos se encontraban ya plenamente abiertos al espíritu del Humanismo renacentista italiano, que tantos logros permitiría alcanzar en el terreno de la música. Del servicio de los Medici, alrededor del año 1472, Agricola pasó a formar parte como cantor de la capilla musical de otra de las más significativas familias italianas de la época: la que patrocinaba en Milán Galeazzo Maria Sforza. Tras ocupar el puesto de petit vicaire en la catedral francesa de Cambrai, Agricola regresó a Bruselas alrededor del año 1491, para unirse a la capilla de Felipe, llamado El Hermoso, Duque de Austria y Señor de los Países Bajos (véase Felipe I, Rey de Castilla), quien en 1496 contraería matrimonio con doña Juana, Infanta de Castilla e hija de los Reyes Católicos Isabel y Fernando (véase Juana I, Reina de Castilla).

Entre las composiciones que se le atribuyen a Alexander Agricola, en nuestros días se conservan al menos ocho misas y veinticinco motetes, además de cerca de cien obras polifónicas compuestas a partir de textos flamencos e italianos, de las cuales algunas pertenecen de manera indiscutible al género de la chanson, con su característica pureza en la presentación de las líneas melódicas y en el tratamiento de éstas mediante las mismas técnicas del contrapunto imitativo en las que los polifonistas franco-flamencos habían alcanzado ya el reconocimiento pleno de sus colegas europeos, mientras que otras obras, las más cercanas a la estética italiana, resultan ya próximas al entonces recién nacido género del madrigal renacentista.

El ambiente musical en Flandes y en la corte de Borgoña.

Durante los años que duró su matrimonio con la que se encontraba destinada a convertirse en reina de Castilla, el joven príncipe flamenco iba a llevar a cabo dos viajes hacia los reinos de su esposa: uno de ellos en el año 1502 y el segundo en 1506. Al igual que iba a hacer años después su hijo y heredero Carlos I, Felipe se haría acompañar en sus visitas a los territorios hispanos por su capilla musical, heredera de la que un día había prestado sus servicios en la corte borgoñona y compuesta por varios de los más sobresalientes intérpretes y compositores de toda la zona franco-flamenca. Tras las sucesivas llegadas a la Península Ibérica de las capillas procedentes de Flandes que un día habían acompañado al joven príncipe Habsburgo, estas escenas se repetirían en el momento en que Carlos de Gante, el heredero de Juana y Felipe, incluyera también entre la comitiva que lo acompañaría a España un séquito de músicos flamencos conocedores de las técnicas practicadas por los compositores de la generación inmediatamente anterior, a la que pertenecía Agricola. La fama de estos autores continuaría extendiéndose por el resto de Europa e incluso en lugares tan alejados de sus ciudades de origen como las distintas provincias italianas. Las más prestigiosas capillas musicales, tanto las sacras, dependientes de los cabildos de las catedrales, como las profanas, que patrocinaban los grandes señores de la casa de Este o la de los Gonzaga, continuarían preciándose de contar entre sus componentes con los músicos nacidos en Francia y Flandes.
Flandes era, en la época en la que Felipe el Hermoso partió desde allí para dirigirse a los reinos en los que había nacido su esposa, uno de los territorios de Europa en los que las artes formaban parte de la vida cotidiana de una manera más intensa y completamente asumida. En la corte de Borgoña y en el territorio flamenco, varios estamentos igualmente vigorosos colaboraban al servicio de la música o de la pintura: por una parte, una casa, la de los condes y los duques de Borgoña, exquisita en sus gustos y consciente de su responsabilidad de mantener un cierto nivel estético capaz de colocarla al mismo nivel o incluso por encima de otras casas gobernantes de la época que pudieran quizá aventajarla en otros aspectos como la extensión del territorio que regían; por otra parte, la cada día más próspera burguesía flamenca y borgoñona parecía querer imitar los gustos de sus soberanos cediendo a una tentación de “elitismo estético” que, inmediatamente, repercutía en el cultivo de las artes. En las pinturas de Jan van Eyck, en las miniaturas de libros de horas como el del duque Jean de Berry y, desde luego, en las composiciones musicales a varias voces de las primeras generaciones de polifonistas franco-flamencos, resulta fácil apreciar rasgos comunes como una tendencia a la pureza de líneas cercana a la severidad, aunque combinada de forma sorprendente con una sensualidad que es la que alienta la vida en las creaciones de todos estos artistas. Éste fue el ambiente en el que se educaron los músicos que iban a acompañar a Felipe el Hermoso hasta los reinos hispanos, el mismo en el que pasaría sus primeros años el futuro emperador Carlos V y la “patria perdida” que, un siglo después, intentaría recuperar el ya plenamente español Felipe II cuando ordenara la creación de jardines en torno a todos sus palacios, sustituyendo así a los antiguos huertos más propios del utilitarista espíritu castellano, o cuando dispusiera la construcción de su remotamente flamenco Monasterio de El Escorial.

La llegada a los reinos españoles de Alexander Agricola.

Alexander Agricola fue uno de estos artistas que acompañaron al hijo de María de Borgoña y Maximiliano de Habsburgo a la corte de los Reyes Católicos, junto con otros músicos como Pierre de la Rue. Aparte de su significado político, estas dos visitas de la corte flamenca a los reinos españoles tuvieron un gran efecto en la vida artística que se desarrollaba al sur de los Pirineos, al ofrecer a los compositores súbditos de los Reyes Católicos la oportunidad de conocer y estudiar las obras compuestas por sus colegas franco-flamencos, los grandes maestros en el terreno de la composición polifónica en la Europa del siglo XVI. Además, a los músicos peninsulares se les presentó así la oportunidad de conocer de primera mano la organización y los métodos que utilizaban las capillas musicales flamencas, formadas por los que habían alcanzado la fama de ser los más hábiles cantores de su época. Todas estas circunstancias explican que el nombre de Agricola aparezca presente en algunas de las colecciones de música manuscrita más significativas de la época, como el Cancionero de Segovia. En los años siguientes a la muerte del polifonista, iban a continuar abiertas y muy transitadas las vías por las que discurrían hacia España las influencias del mismo estilo de composición e interpretación musical en el que se había formado Agricola: el que se practicaba en el entorno de la catedral de Cambrai o alrededor de la corte de Borgoña.

La primera difusión de las obras polifónicas de los franco-flamencos.

En el territorio italiano, la música compuesta por Alexander Agricola y otros compositores de su época iba a contar con un nuevo medio de difusión además del ya tradicional de la copia manuscrita: tras varios intentos fallidos de conseguir adaptar los métodos de impresión de textos mediante tipos móviles a la edición de obras musicales, en el año 1501 salió a la luz la primera publicación de este tipo del taller que el impresor Ottaviano de Petrucci había establecido en Venecia: su Harmonice Musices Odhecaton, un volumen compuesto de ciento tres folios cuyo título en griego se refería a las cerca de cien obras a tres y cuatro voces (concretamente noventa y seis) que contenía. Como resultaba habitual en los primeros tiempos de la edición impresa, el volumen se encontraba dedicado al patrón del impresor, el noble veneciano Girolamo Donato. Muchas de las composiciones que en él aparecían resultaban ser creaciones de los polifonistas franco-flamencos que servían como modelo entonces para los autores de música polifónica italianos. Entre ellos se encontraba, precisamente, el nombre de Alexander Agricola. El resto de las firmas correspondían a otros músicos aproximadamente contemporáneos, como Heinrich Isaac, Josquin Desprez, Antoine Busnois, Loyset Compère o Hayne van Ghizeghem. El volumen contenía también obras de compositores italianos, españoles y alemanes.

La difusión por medio de la imprenta de la obra de Alexander Agricola y del resto de sus compatriotas que Petrucci incluyó no sólo en la primera colección de música polifónica salida de su taller, sino también en las colecciones de música impresa que publicaría en los años sucesivos, dio lugar a que la influencia de las técnicas practicadas por los autores franco-flamencos alcanzaran un nivel que probablemente ninguno de estos compositores se hubiera atrevido a imaginar en el momento en que copiaron por primera vez sus obras. Esta influencia vino a acrecentar los resultados de la labor que llevaron a cabo otros polifonistas nacidos también en el norte de Europa quienes, como Adrian Willaert, pasaron buena parte de su vida al servicio de las capillas musicales italianas

La técnica del contrapunto imitativo característica de la polifonía franco-flamenca se imbricó así con la estética italiana y quedó fijada en un repertorio de composiciones, ya fueran éstas manuscritas o impresas, con el que contó para su formación toda una generación de futuros músicos que a lo largo de su carrera aprovecharían de diversas maneras las enseñanzas que habían obtenido del estudio de estas obras en su juventud.

Bibliografía.

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Discografía.

Alexander Agricola: De tous bien plaine (Diferencias instrumentales sobre el tema de la popular canción de Hayne van Ghizeghem) ; intérpretes: Guillemette Laurens, Katelijne van Laethem, Jan Caals, Jan van Elsacker, Erik van Nevel, Job Boswinkel, Currende Consort, Capella Sancti Michaelis, Concerto Palatino; director: Erik van Nevel. Cantus, C 9607.
Alexander Agricola: Fortuna desperata, A la mignonne, Andermaken al op den rijn, Cecus non iudicat de coloribus, De tous bien playne, Dictes moi toutes, En attendant, Gardez voz bien, Helas madame, In mijnen sin, Jam fulsit sol de sidere, Je n’ay dueil, Pater meus Agricola est, Revenez tous regetz, Virgo sub ethereis; intérpretes: Ensemble Ferrara; director: Young; RCA RD 77 038 QA.

L. Díaz Marroquín

Autor

  • LDM