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MúsicaBiografía

Strozzi, Barbara (1619-ca. 1664).

Compositora e intérprete italiana nacida en Venecia en el año 1619 y fallecida probablemente en la misma ciudad de Venecia, en algún momento posterior al año 1664.

A pesar de ser públicamente conocida como hija de Isabella Griega, fue adoptada por el poeta, dramaturgo y compositor de libretos Giulio Strozzi, de quien tomó el apellido. Lo más probable es que el músico fuera, efectivamente, padre natural de la que en un principio llevaba el nombre de Barbara Valle, y que pasó luego a ser conocida como Barbara Strozzi. De otro modo, solamente un rasgo de extraordinaria generosidad podría explicar el hecho de que un hombre de su prestigio hubiera decidido otorgar su apellido y, por último, también su herencia, a una hija ilegítima de su criada. Así, mientras que en su primer testamento, redactado en el año 1628, el músico habla de la niña como de Barbara Valle, hija de Isabella, ya en el segundo, el del año 1650, se refiere a ella como Barbara de Santa Sofía, mi hija electiva, pero comunmente llamada la Strozzi. Gracias a su padre adoptivo, Barbara Strozzi pudo tener acceso a un mundo que de otro modo habría estado cerrado para ella, no solamente por su procedencia humilde y, en principio, deshonrosa, sino también por su condición de mujer, en una época en la que una mujer casi nunca era apreciada en los círculos intelectuales más que como objeto sobre el que los artistas y hombres de letras proyectaban sus sueños de perfección y al que dedicaban sus obras. La autora siempre fue consciente de la deuda de gratitud que tenía con su padre adoptivo, como demuestran las palabras del Prólogo a su Primo Libro de´Madrigali a due, tre, quattro, e cinque voci, dedicado a otra gran dama de la época, la serenísima Gran Duquesa de Toscana, Vittoria della Rovere. En este prólogo, la autora se refiere a Giulio Strozzi, autor de los versos sobre los que se encuentran compuestos los madrigales, como aquel que desde que era una muchacha me ha dado el apellido y el bien estar.

Barbara Strozzi fue alumna del compositor Francesco Cavalli, el que fuera uno de los primeros y más importantes cultivadores del recién nacido género operístico en Italia, lo que, junto con las enseñanzas que pudiera recibir de otros maestros de su época, contribuyó a hacer de ella, ya desde su juventud, una compositora de música particularmente respetada y admirada. De hecho, su vida transcurrió dentro de los ambientes musicales más refinados de su época, como pudiera ser el de la Accademia degli Unisoni, la reunión de músicos y poetas que tenía su sede en la misma casa de Giulio Strozzi, cuyas reuniones estaban dedicadas tanto a la lectura de los diversas obras poéticas y discursos académicos presentados por los miembros de la sociedad, como a la interpretación de obras musicales. Precisamente, muchas de estas obras que se interpretaban dentro de las reuniones de la Accademia degli Unisoni eran a menudo composiciones de la misma Barbara Strozzi. En cualquier caso, la hija adoptiva de Giulio Strozzi no solamente destacaba entre sus contemporáneos gracias a su talento como compositora, sino también debido a que debió de poseer una bellísima voz, así como un gusto exquisito para la interpretación de la música, lo que la hizo merecedora de los elogios de sus contemporáneos.

Ya desde muy joven, Barbara se exhibe en la casa de su padre como una "cantante virtuosa", lo que da lugar a que uno de los miembros de la Accademia, el poeta Nicoló Fontei, le dedique dos libros de Bizzarrie Poetiche en los años 1635 y 1636 con palabras tan encendidas como estas: Si yo pudiese reflejar en el libro la osada y graciosa manera con la que esta púdica sirena suele explicar estas armonías... Otro contemporáneo, Francesco Loredano, quien ha pasado a la historia como fundador de otra reunión culta de la época, la Accademia degli Incogniti, se refiere a ella en una carta como la señorita Barbara Strozzi, quien, si hubiera nacido en otro siglo, sin duda habría usurpado el puesto a las musas, o lo habría elevado de categoría.

El primer libro en el que se encuentran compiladas las composiciones de Barbara Strozzi recoge una colección de obras en las que la autora puso música a diversos fragmentos poéticos elaborados por su padre adoptivo, como ya antes habían hecho, por otra parte, otros compositores contemporáneos. En esta colección, así como en otras que sucesivamente fueron saliendo a la luz, la autora da muestras no solamente de su dominio de todos los recursos que regían la composición musical de su tiempo, sino, muy especialmente, de su extraordinaria sensibilidad con respecto a los textos a los que ponía música, así como de una capacidad fuera de lo corriente para expresar por medio del lenguaje musical los diversos afectos (estados de ánimo, pasiones, sentimientos de cualquier especie) que pudieran encontrarse presentes en los textos (véase Teoría de los Afectos). De hecho, resulta frecuente entre las obras de Barbara Strozzi el que la autora presente cada una de ellas precedida por una breve explicación acerca del texto, lo que proporciona una muestra más de la sensibilidad de la hija de Giulio Strozzi, así como de lo intrínsecamente ligados que estaban en el Renacimiento los campos de la palabra y de la música.

En muchas de las obras de Barbara Strozzi, particularmente en sus cantatas, cabe apreciar la deuda de estilo que mantiene la compositora con respecto a su maestro Pier Francesco Cavalli, así como también las influencias de otros compositores célebres en la época, como Claudio Monteverdi, con quien, tanto Cavalli como Giulio Strozzi habían colaborado en diversas ocasiones. Pero no toda la inspiración presente en las obras de Barbara Strozzi puede ser atribuida al evidente gusto musical y a la habilidad compositiva que debieron de serle inculcados por sus maestros, sino que, ya sea dentro de sus cantatas, o bien en sus colecciones de pequeñas y aparentemente simples ariettas destinadas a ser interpretadas por una voz solista, la autora da muestras de su capacidad para la innovación en los recursos expresivos, así como de una libertad y soltura poco frecuentes en lo que se refiere a la combinación de ritmos y a la invención de melodías.

A finales de la época renacentista y comienzos del barroco, la práctica y la aplicación de la retórica musical se encuentra en pleno momento de desarrollo. Los compositores dedican todo el esfuerzo de su imaginación y de su técnica a procurar reflejar por medio de la música cualquier concepto al que pudieran hacer alusión las palabras que sirven como pretexto a una determinada composición. Cualquier recurso resulta válido cuando lo que se pretende es trascender el poder comunicativo del lenguaje para llegar así a provocar en el oyente una sensación de identificación absoluta con la obra musical que se interpreta o se representa. Así pues, pocas veces a lo largo la historia de la música tiene tanto sentido como en esta época la consideración de la voz humana como el instrumento privilegiado, al ser el único capaz de reunir en su capacidad de comunicación el poder referencial de las palabras, las posibilidades expresivas del lenguaje musical y, desde luego, la variedad de timbres y de entonaciones que los cantantes más expertos, más sensibles y más apreciados de la época dominaban. No resulta extraño que fuera precisamente dentro del campo de la música vocal donde el concepto de la retórica llegara a alcanzar sus mejores frutos. La tradición de la expresividad madrigalística llega a trascender, a lo largo del siglo XVII, el campo de la música profana para inundar también el repertorio religioso, y continúa a lo largo del barroco explotando e inventando unos recursos, tanto armónicos como rítmicos, que cada vez alcanzan una mayor codificación y que los compositores llegan a dominar como un lenguaje cotidiano. Precisamente, la época en la que Barbara Strozzi desarrolla su actividad como compositora resulta ser un momento privilegiado de asimilación de la tradición expresiva de las épocas precedentes, así como para la invención de este tipo de efectos. Tanto en sus cantatas como en sus más breves ariettas, destinadas a ser interpretadas por parte de una voz solista que, a menudo en el seno de las veladas que tenían lugar en la Accademia degli Unisoni, debió de ser la de la misma autora, Barbara Strozzi da muestras de una considerable imaginación para la elaboración de melodías, así como para la mezcla de unos patrones rítmicos que se caracterizan en general por su vivacidad. Pero si brillantes resultan las melodías de sus arias, el ingenio, la sensibilidad y la cultura de la compositora y cantante se manifiestan muy especialmente en los recitativos, ajenos por completo a toda posibilidad de monotonía y, muy al contrario, ágiles e inspirados, tanto en lo que se refiere a la expresión de los afectos como a su función de engarce entre las diversas arias presentes en sus cantatas.

Producción musical de Barbara Strozzi.

La producción musical de Barbara Strozzi que ha llegado hasta nosotros consiste en seis libros de cantatas y arias, un libro de Sacri musicali Affetti y un libro de madrigales a dos, tres, cuatro y cinco voces. Por otra parte, la cantante y compositora disfrutó de un honor que solamente se le había dispensado hasta entonces a Francesca Caccini, hija del compositor del mismo nombre: el de ver publicadas algunas de sus obras junto con las compuestas por músicos de la talla de Rovetta, Cavalli, Ziani, Tarditi y Cazzatti, como sucede en las colecciones tituladas Sacra Corona, de 1656, que reúne motetes a dos y tres voces, y la Arie a voce sola, del mismo año. La obra de Barbara Strozzi fue, como la de muchos otros compositores contemporáneos, publicada en ediciones salidas de los talleres de los más prestigiosos editores italianos, como Vicenti, Gardano o Magni. Gracias a estas ediciones impresas, sus composiciones pudieron ser interpretadas no solamente en las reuniones de la Accademia degli Unisoni, sino también en otros salones en los que tenían lugar las reuniones cortesanas de la época. Entre su producción destacan cantatas como la titulada Lagrime mie, así como diversas recopilaciones de arias y canciones para voz solista, sin olvidar sus incursiones en el género del madrigal, que tanta aceptación había alcanzado en los ambientes cortesanos de la Italia del siglo XVI y que, incluso entrado el siglo XVII, seguía disfrutando de una considerable popularidad.

Bibliografía

  • BONAVENTURA, A.: "Le donne italiane e la musica", en Rivista Musicale Italiana, XXXII (1925), 522.

  • ROSAND, E.: "Barbara Strozzi, virtuosissima cantatrice: The Composer´s Voice", en Journal of the American Musicological Society, XXXI (1978), 241-81.

  • FONTEI, N.: Prólogo a su obra Bizarrie Poetiche, 1936.

Discografía

STROZZI, B.: Primo Libro de´Madrigali (1644). Por el conjunto La Venexiana. Cantus. 1997.

Autor

  • Lucía Díaz Marroquín