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LiteraturaPinturaBiografía

Soto Vergés, Rafael (1936-2004).

Poeta, dramaturgo, ensayista y crítico de teatro y de arte español, nacido en Cádiz el 24 de agosto de 1936 y fallecido en Madrid el 14 de julio de 2004. Autor de una brillante producción poética en la que intenta ofrecer nuevos cauces de renovación formal y temática de la corriente realista y social que dominó en la lírica española de los años cincuenta, dejó también alguna valiosa aportación a la literatura dramática española de la segunda mitad del siglo XX. Anque algunos críticos lo incluyeron en el grupo poético de los cincuenta (junto a autores como Ángel González o José Ángel Valente), él mismo se consideraba más afín a la generación del sesenta, a la que también pertenecen Félix Grande y Antonio Hernández.

Alentado desde su temprana juventud por una acusada vocación literaria, se dio a conocer como poeta en su ciudad natal, por medio de la publicación de algunos poemas primerizos en revistas locales. Su pasión por el Arte de Talía le llevó también a ejercer como crítico teatral en diferentes publicaciones estudiantiles, al tiempo que cursaba la carrera de perito mercantil y se integraba en algunos colectivos tan relevantes, dentro de la dramaturgia de su tiempo, como el Teatro Español Universitario.

En su faceta de ensayista y estudioso de la literatura dramática hispana, publicó algunos trabajos tan interesantes como La tradición en la Molinera de Arcos, de Casona y Teatro maravilloso o La moral ingenua, de Jules Supervielle. Pero su mayor aportación al teatro español contemporáneo fue la pieza original titulada El recovero de Uclés (1962), una brillante farsa poética estrenada con gran éxito de crítica y público el día 5 de febrero de 1962 en el Teatro Bellas Artes de Madrid, por parte del colectivo Teatro de Cámara (patrocinado por el prestigioso director escénico José Tamayo). En esta original obra dramática, Rafael Soto Vergés aborda el conocido argumento teatral del antihéroe pícaro y avaro que, sometido a un burlesco proceso judicial en el que el propio protagonista logra ser juez, testigo y parte acusada, resulta a la postre castigado por un pueblo animoso y luchador.

Años antes de haber alcanzado este relevante triunfo teatral, Rafael Soto Vergés, ya con el título de profesor mercantil en su haber, había abandonado su Cádiz natal y se había instalado en Madrid para matricularse, en 1958, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense. Recobró, en la capital de España, las viejas inquietudes líricas de su juventud gaditana, y hacia finales de la década de los cincuenta adquirió un merecido reconocimiento poético merced a su poemario titulado La agorera (1959), galardonado en 1958 con el Premio Adonais. Alentado por el prestigio de este premio -sin duda alguna, el más relevante en los foros y cenáculos poéticos de la España de la época-, continuó desplegando una intensa trayectoria creativa que, dentro del mismo ámbito genérico, habría de arrojar otros frutos tan sazonados como las colecciones de versos tituladas Epopeya sin héroe (1967), El gallo ciego (1970), Viento oscuro lejano (Madrid: Ediciones Libertarias, 1987), El discurso de yerba (Madrid: Ediciones Libertarias, 1994) -premio "Andalucía" de la Crítica 1994-, Rimado bajo el piélago (Cáceres: Ayuntamiento, 1994) -premio "Ciudad de Cáceres" 1993, Manual de prodigios (Madrid: Ed. Devenir, 1999) -premio "Ciudad de Valencia" 1997- y Pasto en llamas: poema (Soria: Diputación Provincial, 2000) -premio "Leonor de Poesía" 1999-. Una primera muestra antológica de su quehacer poético vio la luz a mediados de los años ochenta, bajo el título de Antología mágica (Madrid: Ediciones Libertarias, 1984). En 2003 ganó el Premio Aljabibe con su poemario Las deletéreas áreas.

En opinión de una de las grandes figuras de la crítica contemporánea, Rafael Soto Vergés -que, en su faceta de crítico de arte, dejó impresos centenares de artículos y ensayos en revistas especializadas- fue uno de los pioneros "en anticipar, mediante la potenciación simbólica, fórmulas renovadoras del realismo vigente a finales de los años cincuenta” (Ricardo Gullón, Diccionario de Literatura Española e Hispanoamericana). Algunas de estas fórmulas renovadoras se aprecian fácilmente en versos tan afortunados como éstos: "Para morir aquí, he vuelto, Bornos, / Cabeza de ataúd, madre de imágenes / Entre la incertidumbre de los lirios / Y la esfera mortal del heno en llamas. / Para llorar aquí, regreso, patria, / Ermitaña del fin de mi existencia, / Carro de yerbas hortelanas, mijo / De luz brizada por el aire de oro / Entre las narraciones de la infancia. / Para callar aquí, retorno ahora, / Y para devolverte tu palabra efímera, / Tu molino de agua entre las zarzas / Y tu oscuro licor de brumas moras. / Todo lo que me diste, el aire mágico / De oscuridad mojada por la yerba; / El pecho libre, colocado y puro / En las destilerías del romero, / Te entrego ahora, herido mortalmente / Por los verdes fragores de la grama. / Y por la triste lágrima que cae / Sobre la yerba última del pasto, / Aullante bajo el cielo, condenada" ("Vida en la grama", de El discurso de yerba).

Por su parte, el filólogo, profesor y crítico literario Pedro Felipe Sánchez Granados ofrece, en sus comentarios al poema recién transcrito, algunas de las principales señas de identidad de la deslumbrante producción poética del autor gaditano: "Instalado Soto Vergés en una trayectoria de fructífera independencia, que lo desliga de movimientos al uso, de clasificaciones y de escuelas, hay que destacar en este poema la magia de sus imágenes y el prodigioso dominio verbal, lo que, aliado a un cierto y luminoso surrealismo, dan como resultado una lírica de sugerente lectura y un delicioso atractivo para los sentidos".

Rafael Soto Vergés fue también durante toda su vida un gran aficionado a la magia, según sus propias palabras, "en la magia también funciona la retórica de la poesía".

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.