Sosa, Pedro J. (1851-1898).
Ingeniero y humanista panameño, nacido en 1851 y fallecido trágicamente el 4 de julio de 1898, a consecuencia del naufragio del vapor "La Bourgogne", en el que viajaba con rumbo a Francia acompañado de su hijo mayor. Poseedor de una vasta cultura y una acusada sensibilidad artística, destacó tanto por su maestría en la aplicación práctica de sus amplios conocimientos científicos y tecnológicos como por su refinamiento estético en el cultivo de las más diversas parcelas de la creatividad humana (la fotografía, el dibujo, la escritura, etc.), hasta convertirse en una de las figuras más sobresalientes de la intelectualidad istmeña de la segunda mitad del siglo XIX. Pero en la actualidad es recordado fundamentalmente por haber consagrado la mayor parte de sus afanes científico-técnicos a la gran obra de ingeniería que habría de otorgar fama universal a su nación, el gran canal interoceánico, en cuya concepción y realización estuvo presente Pedo J. Sosa desde sus primeros compases (véase Canal de Panamá).
En efecto, el ilustre ingeniero fue uno de los más entusiastas defensores del proyecto de unir, por medio de un gran canal artificial trazado por la mano del hombre, el océano Atlántico con el Pacífico. En su condición de pionero, tomó parte activa en el diseño de los primeros planos del proyecto y pronto fue contratado por la empresa encargada de la realización de las obras, la Compañía del Canal, a cuya sede en Francia se dirigía Pedro J. Sosa cuando el fatal hundimiento de la nave en que viajaba acabó con su vida, sin permitirle llegar a conocer otro adelanto en su anhelado proyecto que las primeras excavaciones, realizadas a partir de 1881 por la empresa privada de Ferdinand de Lesseps, autor también de los planos del Canal de Suez. Tras la muerte de Sosa, esta empresa francesa fracasó, por lo que el proyecto de construcción del gran canal interoceánico quedó en suspenso hasta 1904, cuando fue de nuevo emprendido gracias a una aportación de capital estatal norteamericano.
Según el testimonio de quienes lo conocieron a fondo, Pedro J. Sosa fue uno de los hombres más cultos y sensibles de su tiempo, y su sueño de ver unidos los dos grandes océanos obedecía tanto a la visión poética del artista como a la mentalidad práctica del hombre de ciencia. El doctor Ricardo J. Alfaro, unido a él por vía del parentesco, dejó un magnífico retrato de las virtudes que le adornaban: "Fue Sosa además hombre de temperamento estético refinado, como lo demostraban sus nutridas colecciones de fotografías de las grandes obras de arte, donde a un lado de las obras técnicas campeaban las obras maestras de la literatura de cuatro lenguas vivas. Dibujaba y modelaba con perfección y ponía esmero en la propiedad y elegancia del lenguaje. Aprovechaba todas las ocasiones para explicar los fenómenos de la naturaleza y las verdades de la ciencia".
JRF.
