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PeriodismoLiteraturaBiografía

Silva, Ludovico (1937-1988).

Poeta, ensayista y periodista venezolano, nacido en Caracas el 16 de febrero de 1937 y fallecido en su ciudad natal el 8 de diciembre de 1988. Humanista fecundo y polifacético, dejó impreso un valioso legado literario que -principalmente por la hondura, audacia y firmeza de sus escritos ensayísticos- le sitúa a la cabeza del pensamiento venezolano contemporáneo. El eje temático central de sus reflexiones es -tanto en sus ensayos políticos como en su abundante obra periodística e, incluso, en su producción poética- el conflicto entre la pasión espiritual y la razón materialista.

Vida

Autor tan precoz como prolijo, con tan sólo quince años de edad dio a conocer sus primeros poemas y relatos en diferentes rotativos y revistas de la capital venezolana, incursiones primerizas en la creación literaria que pusieron de manifiesto, a tan temprana edad, su excelente conocimiento de los clásicos españoles y, al mismo tiempo, su intuición en el seguimiento de los derroteros por los que se adentraba la literatura del momento. Tras haber cursado con singular provecho su formación secundaria en un colegio caraqueño regentado por jesuitas, obtuvo el grado de bachiller y emprendió un largo viaje por Europa, con la intención de realizar en el Viejo Continente sus estudios superiores. A los diecisiete años de edad (1954) llegó por vez primera a Madrid, en donde habría de permanecer durante un largo período, mientras cursaba la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad Complutense. Comenzó, por aquel entonces, a integrarse en los foros y corrillos de la bohemia juvenil madrileña, lo que le permitió compartir numerosas "noches de vino tinto" -licor que luego sería celebrado en sus versos dionisíacos- con algunos de los valores en ciernes de la poesía española de la segunda mitad del siglo XX, entre los que sobresalía en alicantino Carlos Sahagún, compañero suyo en las aulas universitarias. Esta temprana introducción en los foros y cenáculos literarios madrileños permitió al joven poeta venezolano dar a conocer sus versos primerizos en sendos recitales poéticos celebrados en el Ateneo de Madrid y en la Casa de la Tertulia Hispanoamericana, donde adquirió un cierto prestigio como escritor.

Marchó luego a París para seguir un curso sobre literatura francesa, y pasó a continuación a la universidad alemana de Friburgo de Brisgovia, donde amplió sus estudios de Filología Románica. A comienzos de los años sesenta, ya de nuevo en Venezuela, comenzó a ejercer con asiduidad el periodismo, primero como colaborador del rotativo Clarín (donde mantuvo una célebre columna bajo el encabezamiento de "Ludovico a pie"), luego en el prestigioso y muy difundido diario El Nacional y, años después, en calidad de director de la publicación cultural Papeles. En su incesante aspiración humanística, no cesó nunca de ampliar sus ya vastos conocimientos filológicos y filosóficos, como dejó bien patente a mediados de la década de los sesenta al matricularse en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela, de donde egresó en 1971 con el grado de doctor en Filosofía y la mención honorífica "Summa cum laude".

Emprendió, a partir de entonces, una fructífera andadura docente que le condujo de nuevo hasta las aulas de la recién citada Universidad Central, donde habría de dejar un elevado número de discípulos entre su heterogéneo alumnado. Conferenciante ameno y facundo, dotado de una eficaz capacidad para conmover y movilizar a su auditorio, recorrió las principales tribunas públicas de Venezuela y fue invitado a difundir sus ideas y sus conocimientos en diferentes foros internacionales. Al mismo tiempo, comenzó a desplegar una torrencial producción especulativa que, durante las décadas de los años setenta y ochenta, le convirtió en una de los nombres permanentes en los anaqueles de las librerías venezolanas; y, simultáneamente, se ocupó de su siempre enjundiosa y muy seguida actividad periodística, volcada en otras columnas suyas tan celebradas por los lectores como "Ludovico a pie" (“Belvedere”, “Letra y pólvora”, etc.). Además de dirigir la ya mencionada publicación Papeles (editada por el Ateneo de Caracas), fundó y dirigió la revista Lamigal, y colaboró asiduamente en la emisora Radio Nacional, donde alcanzó altas cotas de audiencia con su espacio titulado "La palabra libre".

Consagrado, en los últimos tres lustros de su vida, como una de las voces más autorizadas, sugestivas e independientes de la cultura venezolana de la segunda mitad del siglo XX, asistió al éxito de sus escritos tanto dentro como fuera de las fronteras de su país natal, y vio traducidas algunas de sus obras al inglés, al alemán, al italiano y a otras lenguas vernáculas del Viejo Continente (como el serbocroata). Su vida íntima discurría por idénticos derroteros de felicidad al lado de Beatriz, su compañera de siempre, a la que dedicó todos sus libros e inmortalizó en numerosos poemas: “Estoy otra vez en mi certidumbre / de animal condenado. / Beatriz, pásame el whisky, / tráeme la ginebra pura. / Mátame de una vez / con mi propia daga, / anda chica, / vamos a escribir otra vez / in vino veritas” (de Piedras y campanas, 1976). Aunque la mayor parte de sus obras suscitó grandes polémicas entre los intelectuales venezolanos de su tiempo (debido, en buena medida, a su aproximación heterodoxa a la ideología marxista, que intentó enfocar siempre desde la perspectiva específica de la problemática hispanoamericana), gozó de tantos partidarios como detractores y consiguió, incluso, el respeto y la admiración de estos últimos (que, incapaces de negar la brillantez literaria con que envolvía sus mensajes, la hondura filosófico-existencial de su poesía, y el magisterio de que hizo gala a la hora de conciliar los modelos literarios tradicionales con las nuevas estéticas rupturistas, levantaron su voz contra el ideario o el enfoque metódico de las obras de Ludovico Silva, pero nunca contra sus evidentes dotes para la creación literaria y para el análisis especulativo de la realidad política, social y cultural). A su muerte, sobrevenida prematuramente cuando contaba poco más de cincuenta años de edad, el fecundo escritor caraqueño había dado a la imprenta cerca de treinta libros, entre los que destacan una veintena de ensayos y siete poemarios. Posteriormente vieron la luz otros cuatro ensayos y dos colecciones poemas que Ludovico Silva dejó inéditos en el momento de su desaparición.

Obra

La crítica especializada ha subrayado el excelente estilo literario exhibido por Ludovico Silva en sus ensayos, incluso en aquellos en los que aborda asuntos tan áridos como la alienación del ser humano o las teorías marxistas. Y es que esta manifiesta voluntad de estilo tal vez sea el mejor punto de partida para intentar reflejar, en esta breve semblanza bio-bibliográfica, la fructífera dualidad de un poeta intelectual que, como Ludovico Silva, se afana constantemente en la búsqueda de un espacio híbrido en el que puedan conciliarse las pasiones humanas -siempre volubles y vulnerables- y la férrea ortodoxia crítica y reflexiva que impone la praxis materialista. Su caso, como el de tantos otros intelectuales hispanoamericanos, es el del hombre vitalista, creativo y -¿por qué no decirlo?- empedernidamente romántico, que vive en permanente conflicto interior con la ortodoxia marxista oficial, pues, aunque conoce a la perfección el rechazo que muestra el materialismo hacia la tiranía de las pasiones, se sabe también incapaz de restringirse a un mundo carente de placeres, dolores, ideales, frustraciones, contradicciones y compromisos estéticos. De ahí que tanto sus versos como sus escritos reflexivos apunten en último término a un mismo objetivo: la superación de esa lucha dialéctica entre racionalismo y espiritualidad, o, lo que es lo mismo, el hallazgo de ese espacio híbrido donde puedan ir de la mano pasión e intelecto, especulación abstracta y razón material, conflicto estético y convicciones éticas.

Ensayo

Autor fecundo donde los haya, en su obra ensayística se centró fundamentalmente en los asuntos político-ideológicos y en la crítica literaria, con especial insistencia en el estudio del legado de los fundadores del marxismo. Trabajó arduamente en la elucidación de todas las cuestiones relativas a la ideología, la alineación y el método científico, siguiendo siempre un planteamiento heterodoxo -en relación al postulado por el marxismo oficialista- que se servía de una amplia libertad de conciencia y una radical independencia crítica, y recurría a la llaneza y sencillez de términos y conceptos con la intención de llegar directamente a un gran número de lectores, pero sin renunciar nunca al rigor analítico.

En medio de la polémica generada por unos ensayos en los que hacia gala de sus métodos originales y renovadores para incorporar el análisis marxista a la problemática específica de las naciones hispanoamericanas, dejó a la postre una extensa bibliografía compuesta por títulos tan relevantes como La plusvalía ideológica (Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1970), Sobre el socialismo y los intelectuales (Caracas: Ediciones Bárbara, 1970), Teoría y práctica de la ideología (México: Editorial Nuestro Tiempo, 1971), El estilo literario de Marx (México: Ed. Siglo XXI, 1971), Vicente Gerbasi y la modernidad poética (Valencia [Venezuela]: Universidad de Carabobo, 1974), Marx y la alienación (Caracas: Monte Ávila, 1974), Anti-manual para uso de marxistas, marxólogos y marxianos (Caracas: Monte Ávila, 1975), De lo uno a lo otro: Ensayos filosófico-literarios (Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1975), El mundo poético de Alfredo Coronil Hartmann (Caracas: Banco Nacional de Descuento, 1977), Belleza y revolución: Ensayos temporales (Valencia [Venezuela]: Vadell Hnos., 1979), Teoría del socialismo (Caracas: Ateneo de Caracas, 1980), Contracultura (Valencia [Venezuela]: Vadell Hnos., 1980), Humanismo clásico y humanismo marxista (Caracas: Monte Ávila, 1982), La alienación como sistema: la teoría de la alienación en la obra de Marx (Caracas: Alfadil Ediciones, 1983), Ensayos temporales: poesía y teoría social (Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1983), Ensayos sobre Vicente Gerbasi (Caracas: Fundarte, 1985), Los astros esperan: poesía y mito en "Myesis" de Juan Liscano (Caracas: Alfadil, 1985), Filosofía de la ociosidad (Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1987), La interpretación femenina de la Historia (Caracas: Centauro, 1987) y Dos poetas contrapuestos de la generación del 58 (Maracay [Venezuela]: Casa de la Cultura, 1988). En el momento de su desaparición, trabajaba en otro ensayo que habría de titularse "Teoría poética de la cultura occidental".

Poesía

Poseedor de vastos conocimientos sobre la literatura románica clásica, Ludovico Silva mostró en obra lírica su perfil más emotivo y pasional, sin renunciar por ello a esa temática filosófico-existencial que recorre toda su producción literaria. Supo reflejar como pocos la problemática social e individual del ser humano, y, en particular, de los pobladores del subcontinente americano, generalmente dominado por un apasionado vitalismo que entraba en colisión con la racionalidad fría y objetiva que requiere el análisis marxista de la realidad. De ahí que su actitud frente al hecho poético sea la del luchador que se agita entre sus hondas inquietudes intelectuales y su romántico anhelo de plenitud, en medio de la vehemencia expresiva y las fijaciones obsesivas, y muchas veces frustrado en su intención de superar las dudas, vacilaciones y ambigüedades de su espíritu y, en general, de cualquier hombre y mujer de su tiempo.

Otros contenidos temáticos recurrentes en la producción lírica de Ludovico Silva hablan de la soledad y el desarraigo propios de quien ha vivido muchos años lejos de los suyos; el compromiso activo del agitador político y social; la costosa superación de la voluble naturaleza humana, sujeta a los vaivenes del placer y el dolor; la celebración dionisíaca (tema en el que era una auténtica autoridad universal, como dejó bien patente en el proceso de elaboración de su poemario In vino veritas, que escribió en tres semanas bajo los efectos permanentes de los más variados licores de alta graduación); la esperanza en un porvenir mejor y más humano, en el que el hombre haya alcanzado la lucidez y madurez necesarias para conciliar su hondura espiritual y su capacidad intelectual; y la exaltación gozosa del erotismo, con el motivo del cuerpo femenino como símbolo de plenitud al mismo tiempo individual y universal. Todo ello quedó transformado en material poético en su intensa bibliografía lírica, compuesta por los siguiente poemarios: Tenebra (México: Ediciones de El Corno Emplumado, 1964), Boom!!! (Caracas: Talleres Policrom, 1966), In vino veritas (Caracas: Contexto, 1977), Cuaderno de la noche (Caracas: Ed. Arte, 1979), Piedras y campanas (Caracas/Bogotá: Ed. Rayuela/Ed. Pluma, 1979), Cadáveres circunstanciales (Caracas: Fundarte, 1979) y La soledad de Orfeo (Caracas: Gráficas Montoya, 1980). El mismo año de la muerte de Ludovico Silva, salió a la luz una recopilación de su poesía completa, bajo el título de Ópera poética (Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1988).

Bibliografía

  • LISCANO, J. Panorama de la literatura venezolana actual (Caracas: Publicaciones Españolas, 1973), págs. 362-366.

  • MORÓN, G. "Los libros de Ludovico Silva", en El Nacional (Caracas), 21 de septiembre de 1979, pág. 5.

  • RAMÍREZ, R. La intelectualidad impotente: crítica de la obra de Ludovico Silva (Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1981).

  • VERA, E. Flor y canto. 25 años de poesía venezolana 1958-1983 (Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1985), págs. 90-92.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.