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LiteraturaPolíticaBiografía

Silva Leitão de Almeida, João Baptista da (1799-1854).

Poeta, dramaturgo, novelista y político portugués, más conocido como Almeida Garret. Nació el 4 de febrero de 1799 en Oporto, ciudad que también le vio morir, el 9 de diciembre de 1854. Fue el introductor del Romanticismo en Portugal, movimiento literario al que supo amoldar el drama histórico nacional. No en vano, a su pluma se debe una de las obras más importantes de la dramaturgia portuguesa moderna, Fray Luis de Sousa (1844), y a su gestión política, la renovación del Teatro en su país mediante la creación de un edificio señero que lo albergara, una academia que se preocupara de la formación de los alumnos y la composición de un nuevo repertorio dramático.

Vida

En el Portugal del Setecientos, la burguesía letrada y la burguesía que había prosperado a expensas del imperio brasileño conformaban dos tipos sociales muy característicos, por lo que se ha hecho notar que Almeida Garret, integrante de ambos de alguna manera -tanto por la actividad comercial de su familia como por su formación arcádica-, fue un hombre situado entre dos mundos.

En la familia, instalada en la Isla Terceira en 1811 a causa de las invasiones francesas de la península, se encargó la educación del pequeño João Baptista a un erudito tío suyo, obispo de Angra. En 1816, ante la perspectiva de seguir la carrera eclesiástica, optó por matricularse en Derecho en la Universidad de Coímbra, a la sazón centro cultural preferido de la burguesía portuguesa, y donde se interesó tempranamente por las actividades literarias, fruto de las cuales, e imbuidas de un clasicismo ortodoxo, nacieron sus primeras composiciones: odas, sonetos, fábulas y la tragedia Xerxes. Para entonces ya había adoptado el seudónimo Garret, apellido de un antepasado paterno.

Los aires revolucionarios de 1820 marcaron la senda por la que se encaminaría Garret definitivamente, idas y venidas políticas que compaginó a lo largo de su vida con su afición desmedida a la creación literaria.

Sumado a la Revolución, participó aquel año de 1820 en la organización secreta de algunos acontecimientos y en la composición del himno que abría las sesiones públicas de los revolucionarios. Garret ingresó en la Administración y durante unos años ocupó diversos puestos burocráticos. Su vena idealista y entusiasta la encauzaba creativamente produciendo tragedias de fondo doctrinario o pronunciando la oración fúnebre por Manuel Fernandes Tomás, héroe indiscutible de la revolución.

Pero sus ideales pronto se vinieron abajo. El golpe de Estado de 1823 abolió la Constitución; Garret emprendió una cruzada periodística de protesta, aunque el poco apoyo recibido y la consiguiente persecución que sufrió por parte de los absolutistas le obligaron a refugiarse en Inglaterra, al poco de haber contraído matrimonio. Si bien el exilio le brindó la posibilidad de conocer otra cultura y otro modo de vida -el Romanticismo y la incipiente industria capitalista respectivamente-, fueron tiempos difíciles para él, acuciado por las necesidades primarias, por lo que hubo de emplearse de agregado comercial en Le Havre, en Francia.

Muerto D. João VI, Garret pudo regresar a Portugal en 1826, pues su sucesor, D. Pedro IV, había otorgado la Carta Constitucional. Garret se entregó a la agitada vida política que bullía en su país. Así, redactó una Carta de guía para electores con motivo de las elecciones de ese año y escribió artículos de opinión política en los periódicos O Cronista y O Português. La censura cerró éste, y sus redactores, acusados de incitación a la rebeldía, permanecieron encarcelados durante tres meses. La instauración del antiguo régimen bajo el cetro de D. Miguel trajo consigo el segundo exilio de Garret, quien partió de nuevo hacia tierras inglesas. Se unió al grupo opositor de emigrados y de su pluma salieron numerosos artículos y panfletos para la campaña de oposición. Con motivo de la Revolución francesa, escribió Portugal na balança de Europa (1830), más artículos en el periódico O Precursor y el tratado pedagógico Da educação. Principia a verse en él una evolución ideológica, ya que, desencantado con la actitud de los nuevos-ricos de la burguesía portuguesa, entrevió la necesidad de poner el gobierno en manos de una cierta aristocracia de nuevo cuño. Al servicio de D. Pedro, jefe del ejército liberal que consiguió tomar por fin Lisboa, participó en diversas misiones diplomáticas, incluido el cargo de Cónsul general en Bruselas, lo cual le permitió iniciarse en la literatura alemana. De vuelta, fundó el periódico O Português Constitucional (1836), donde llevó a cabo una campaña que sirvió de caldo de cultivo a la Revolución de septiembre.

Passos Manuel le pidió su colaboración en la reforma cultural que quería llevar a cabo en Portugal. Garret se encargó de la fundación y organización de un "teatro nacional"; redactó para ello un decreto-ley, promulgado poco después, y se le nombró Inspector general de teatros, cargo desde el que consiguió consumar el renacimiento del teatro nacional, que asentó en tres pilares fundamentales: un edificio construido para el caso que lo albergara (el actual Teatro de doña María II, en Lisboa), una academia que formara artistas y la creación de un repertorio dramático portugués. La literatura lusa, y en concreto su dramaturgia, debe a este último objetivo que el propio Garret retomara su carrera literaria y compusiera, a partir de entonces, algunas de las obras más importantes de la escena portuguesa.

No en vano, Garret vivió en este periodo sus días más fecundos y apasionados; nuevos amores y una nueva sensibilidad artística, desconocida hasta entonces en él, que siempre estuvo entregado a fregados más prosaicos, descubrieron al mundo un nuevo Almeida Garret. Tal fertilidad literaria la plasmó en sus mejores obras, ya sea en prosa, en verso o para ser representadas: Frei Luís de Sousa (1844), Viagens na Minha Terra ('Viajes por mi tierra', 1846), Flores sem fruto (1845), A Sobrinha do Marquês (1848), O Arco de Santa Ana (1850) y Folhas Caídas (publicada en 1853 pero escrita años atrás).

Mas conviene advertir que Garret no dejó de lado en esta fase vital y radiante de su obra las implicaciones político-sociales; de hecho, algún que otro drama estuvo censurado durante un tiempo dado el apresto anticlerical que en ellas subyace, o, además, como en el caso de Frei Luís de Sousa, cierto sentimiento antiespañol. Es más, aun entregado a su quehacer literario, Garret continuó metido en labores políticas, unas veces con el viento gobernante a favor y otras desde el banco de la oposición. Con la Regeneración de 1851, se le nombró vizconde y par del Reino, y al año siguiente aceptó el ministerio de Negocios Extranjeros. Las críticas por su paradójica situación, liberal de voz mas noble de hecho, no se hicieron esperar, y en 1853 se apartó de la vida pública para refugiarse en la literatura. Inmerso en ella, aún no había terminado la novela Helena cuando murió, solo y retirado.

Obra

Si la obra de Garret Camões (1825) supone el comienzo taxativo e incuestionable del Romanticismo portugués, en cambio la adscripción romántica de Garret participa de un eclecticismo muy particular del autor y su formación académica se asienta en pilares fundamentalmente clásicos. Se da, pues, una evolución paulatina en el Romanticismo de Garret, equilibrado por diversas pautas teóricas y estilísticas, sin olvidar que, a excepción de Folhas caídas, nunca dejó de aprovechar la oportunidad de verter en su obra consideraciones cívicas e instructivas.

Las primeras y más importantes lecturas del joven Garret, las que condicionaron su educación y forjaron su sedimento literario, fueron los poetas latinos -Horacio a la cabeza-, griegos, franceses (Racine, Corneille, Voltaire) y nacionales (Luís de Camões, sobre todo, y António Ferreira). Entre los modelos contemporáneos, Garret escogió a Filinto Elísio, postrer representante de la arcadia lusitana, al que llegó a imitar sin rebozo en sus albores poéticos: Lírica de João Mínimo y Fábulas (publicadas en 1835). A esta primera época pertenecen las tragedias doctrinarias y filosóficas Catão (glosa del aliento renovador de su tiempo: "Libertad o muerte"), Lucrécia y Mérope.

Mas su idealismo extremo fue cediendo terreno poco a poco, en pro de sentimientos más próximos a la realidad, eminentemente románticos, como la inestabilidad pasional, la angustia existencial, el tedio y la desilusión, que le condujeron gradualmente hacia una desconfianza por los ideales liberales. Y en 1823 se produjo su madurez literaria en su exilio inglés, punto de inflexión clave para la evolución garretiana. Inglaterra le dio la oportunidad de conocer una sociedad nueva, fascinante, que se interesaba por los ambientes medievales, las ruinas góticas y el folclore patrio, moda popular que abanderaba el escritor Walter Scott con sus novelas históricas. Supo también de Byron, a quien admiró por su inconformismo y rebeldía social, y allí le surgió la idea de crear una literatura nacional que rescatase las tradiciones lusas.

Atendiendo a este propósito, no tardó en componer Camões (1825), poema narrativo que supuso el jalón primerizo del Romanticismo portugués, pues en él declara no seguir ninguna regla ni nigún patrón clásico, y D. Branca (1826), títulos ambos que no dejan lugar a dudas de su intención "nacionalizadora".

Con idéntico fin de renovar y nacionalizar el teatro portugués se esforzó en la producción dramática, la de mayor calidad artística en el conjunto de su obra. Inmerso en avatares políticos y entregado al periodismo de combate, Garret había dejado de lado el teatro desde la creación de Catão (1820), labor que retomó años más tarde con Um auto de Gil Vicente (1828), tras el cual vendría un largo paréntesis. En 1842, época clave para el teatro portugués, se empeña en el oficio de dramaturgo y compone O Alfageme de Santarém ('El armero de Santarém'), obra basada en la Crónica de D. Juan I de Fernão Lopes y a la cual, si bien los personajes no muestran demasiada hondura psicológica, Garret le confirió un significado cívico-político, características ambas que se repitieron en otras piezas suyas, D. Filipa de Vilhena y A sobrinha do Marquês ('La sobrina del marqués').

El hito culminante de la producción garretiana aconteció en 1844 con la pieza teatral Fray Luis de Sousa, obra impar tanto en el teatro portugués como en su propia trayectoria literaria. Se trata de un drama histórico ambientado en el siglo XVII, que, además de la recreación de una época, pretende a su vez denunciar la injerencia de España e Inglaterra en la vida política portuguesa. Literariamente, Fray Luis de Sousa se aleja un tanto de la fórmula del teatro romántico, pues no contiene escenas costumbristas y el tiempo y el espacio de la acción se aproximan mucho al teatro clásico.

Almeida Garret escribió dos novelas y dejó una inconclusa (Helena, publicada póstumamente). O Arco de Sant'Ana es una novela histórica y la segunda se halla inserta en la obra Viagens na Minha Terra ('Viajes por mi tierra'). Almeida Garret trazó una prosa más familiar, la liberó de su encorsetamiento cortés y eclesiástico y la agilizó introduciendo extranjerismos inéditos hasta entonces.

En poesía, As flores sem fruto ('Las flores sin fruto') -poemario de transición- y, sobre todo, Folhas caídas ('Hojas caídas') fueron la manifestación de una segunda fase poética de Almeida Garret, ajena a sus comienzos arcádicos. El poeta se muestra aquí apasionado, sus versos, hijos de una intensa experiencia amorosa, vibran y desnudan su corazón, en un exacerbado ejercicio de individualismo romántico.

Enlaces en Internet

http://alfarrabio.um.geira.pt/vercial/garrett.htm

JUAN LÁZARO

Autor

  • Juan Lázaro.