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GeologíaBiografía

Romé de L’Isle, Jean-Baptiste-Louis (1736-1790).

Critalógrafo francés nacido el 29 de agosto de 1736 en Gray y muerto el 7 de marzo de 1790 en París.

Fue hijo de un teniente de caballería. Estudió humanidades en el Colegio de Ste. Barbe en París. A los veinte años entró en el Real Cuerpo de Artillería e Ingeniería, y partió hacia las Indias francesas, permaneciendo en Pondicherry desde 1758 hasta 1761. En esta última fecha fue tomado prisionero por los ingleses y llevado a China, donde estuvo tres años.

A regresar a París, en 1764, se dedicó al estudio de las ciencias naturales y publicó dos años más tarde un trabajo sobre pólipos de agua dulce. Pero Romé pronto se aficionó más a los temas de mineralogía. Había conocido y asistido a los cursos de química impartidos por el químico y mineralista B. G. Sage. Por recomendación de éste, Romé se encargó de confeccionar en 1767 el catálogo de las colecciones de Pedro Franco Dávila. Este trabajo, titulado Catálogo sistemático y razonado de curiosidades de la naturaleza y del arte, publicado en París en ese mismo año, contenía junto con el texto de los tres tomos, que lo componen, treinta láminas referentes a crustáceos, moluscos y otros animales, pero también de rocas, pues Dávila, acorde con la concepción de los gabinetes de la época, coleccionó minerales, medallas, monedas y otros muchos objetos. Todos fueron a parar al Gabinete de Historia Natural de Madrid, del cual Dávila sería nombrado posteriormente director. En el tomo segundo, siguiendo a Linneo, Romé destacó la importancia de la forma cristalina de los minerales.

Posiblemente a través de esta labor y de las relaciones con Dávila que había viajado por Francia, Italia e Inglaterra y visitado muchos museos y gabinetes, se fortaleció el interés y se amplió el conocimiento de Romé sobre estos temas, al tiempo que entró en contacto con otros coleccionistas, como Michelet d'Ennery, un amante de monedas y medallas, a quien conoció mientras trabajaba en el proyecto de Dávila. Romé vivió a partir de entonces en su casa, catalogando sus colecciones, pero también las suyas propias de minerales, al tiempo que escribía sus obras.

La primera de estas obras fue su Essai de cristallographie, que se editó en 1772 y que aumentó con los años hasta convertirse en tres volúmenes, publicados once años después con el título de Cristallographie ou Description des formes propres a tous les corpes du Règne Mineral... Romé llamó cristalografía a la morfología o anatomía de los cristales presentes en las sustancias minerales.

Antes que él diversos autores se habían percatado de que los minerales poseían determinadas formas de cristal, entre ellos Linneo, que ya había identificado cuarenta formas, y quien pensaba que eran los principios salinos de los minerales los que imprimían su propia forma geométrica sobre la constitución terrosa de cada mineral. Para Linneo la forma geométrica era la característica fundamental para clasificar a los minerales. Estas ideas las asumió Romé, que identificó en su primer trabajo una decena de formas. Al propio tiempo dividió a los minerales en sales, piedras, piritas y minerales metálicos. De algunos de estos, los oros metálicos, describió su origen, metamorfosis y otros aspectos.

Pero en su trabajo mayor (siguiendo las clasificaciones de Linneo y Domenico Guglielmini) describió más de 450 formas de cristales, según las formas primarias de los cristales (tetraedro regular, cubo, octaedro regular, paralelipípedo, etc.). Aunque Romé midió los ángulos de los lados correspondientes de los cristales (ángulos interfaciales) no se percató en un primer momento de que existía entre ellos una determinada constancia. Esta constancia fue observada por un asistente y discípulo suyo, Arnoult Carangeot, mientras medía los minerales identificados por Romé, utilizando un goniómetro. Esto se conoce como la primera ley de la cristalografía, de Romé-Carangeot, o "ley fundamental de la constancia de los ángulos interfaciales", que considera que las caras de un cristal pueden variar en sus dimensiones relativas, pero la inclinación respectiva o ángulos de esas caras es constante e invariable, o dicho más simplemente, que los ángulos entre las caras correspondientes de un cristal son siempre iguales. Esta fue una de las mayores contribuciones de Romé al estudio de la cristalografía, en la que se apoyaron diversos discípulos y estudiosos posteriores.

Romé pensó además que esa constancia era válida también para las formas secundarias de los cristales que se formaban a partir de las formas primitivas o primarias. Dicha formación se producía mediante la llamada "truncación", término que ya habían acuñado algunos estudiosos antes que él. La idea de esta truncación de los bordes sólidos de los ángulos, la fundamentaba vagamente Romé, en su creencia de que el ordenamiento molecular de las formas primitivas era diferente al de las secundarias. Sin embargo, dio mayor peso para la clasificación de los minerales a la geometría y constancia de los cristales, en lugar de la composición química característica de cada cristal. Por tanto, cometió errores al clasificar algunos de ellos que tienen la misma forma (isomorfismo) pero diferente composición química. Romé explicó por tanto erróneamente que este isomorfismo era análogo al que se producía cuando en los fósiles la materia orgánica era sustituida por pirita, adquiriendo los cristales una forma accidental que no correspondía a sus moléculas constituyentes.

Además de las formas geométricas de los cristales, eran importantes también para la clasificación otras características como la densidad y la dureza.

Las ideas químicas de Romé no fueron muy adelantadas y de hecho asumió varias erróneas como la aceptación del flogisto y la negación de la teoría de la combustión desarrollada por Lavoisier. Por otra parte defendió que el calor central de la Tierra no provenía de su calor interno, sino del Sol, pues simpatizaba con la teoría neptuniana. En torno a varias de estas cuestiones polemizó con diferentes hombres de ciencia de su época, entre ellos con el célebre Buffon.

A Romé se deben otros trabajos y colaboraciones; entre los primeros puede mencionarse uno sobre pesos y medidas, que bajo el título de Métrologie, publicó en 1789.

Sostuvo relaciones científicas con diversos corresponsales en varias partes del mundo. Sus obras fueron citadas y seguidas por distintos cultivadores de las ciencias naturales, no sólo de la cristalografía. Perteneció a importantes corporaciones científicas, como las Academias de Mainz, Estocolmo, Berlín y San Petersburgo.

Bibliografía

  • Calatayud, M. A., Pedro Franco Dávila y el Real Gabinete de Historia Natural, Madrid: CSIC, Museo Nacional de Ciencias Naturales, 1988.

  • Dictionary of Scientific Biography, New York: Charles Scribner's, s. a.

  • Dávila, P.F., Catalogue systematique et raisone des curiosités de la nature et de l'art, qui composent le gabinet de M. Davila, Paris, 1767; 3 vols.

  • Hooykaas, R., La naissance de la cristallaographie en France, Paris, 1953.

  • Romé de L'isle, J.B., Description methodique de una collection de Mineraux du cabinet de M. D. E. D. L., Paris: Didot jeume Libraire, Knafer Libraire, 1773.

  • -----: Cristallographie ou Description des formes propres a tous les corpes du Règne Mineral..., Paris: De L'Imprimere de Monsieur, 1783.

AGG

Autor

  • 0305 Armando García González