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Ocio y entretenimientoBiografía

Rodríguez, Joaquín, "Costillares" (1748-1800).

Matador de toros español, nacido en Sevilla el 20 de julio de1729, y muerto en Madrid el 27 de enero de 1800. En el planeta de los toros, es conocido por el sobrenombre de "Costillares". Hay muchas dudas acerca de la fecha exacta de su venida al mundo, ya que existe una partida de bautismo -probablemente falsa- que retrasa su nacimiento hasta el 6 de agosto de 1748, mientras que otros estudiosos de la Tauromaquia lo sitúan en el día 23 de marzo de 1740. Las fechas del nacimiento en 1729 y la muerte en 1800 tienen visos de ser las más fiables, ya que aparecen en la inscripción que acompaña a su más célebre retrato.

El genial Joaquín Rodríguez ("Costillares").

Natural del sevillano barrio de San Bernardo, que tantos y tan buenos toreros ha criado entre sus calles, Joaquín Rodríguez entró a trabajar desde que era un muchacho en el matadero que abastecía de carne a la ciudad hispalense. Es muy posible que su sobrenombre taurino, por alusión al costillar de una res, le viniera de aquella juvenil ocupación de jifero, heredada de la profesión de su padre. El trato continuo con ganaderos y lidiadores, y el roce permanente con el ganado vacuno le permitieron ejercitarse en faenas propias del toreo de aficionado (quiebros, recortes, saltos, etc.), pues es bien sabido que entre las reses que iban a ser sacrificadas salían ejemplares cuya bravura facilitaba el aprendizaje de los que hoy llamaríamos maletillas. En efecto, los mataderos cumplían por aquel entonces las funciones que luego desempeñaron las tientas, las capeas y las escuelas de Tauromaquia, y fueron muchos los chavales que acudieron a sus pequeñas plazas para aprender en ellas el abecé del arte del toreo. Andando el tiempo, el propio "Costillares", ya consagrado como uno de los principales matadores de toros de su época, descubriría en el mismo matadero en el que él había dado sus primeras carreras a un muchacho llamado José Delgado Guerra, a quien llevó en su cuadrilla hasta que el aventajado alumno comenzó a triunfar por su cuenta bajo el apodo de "Pepe-Hillo".

Esta marcada vocación, unida a sus excepcionales dotes atléticas, propiciaron que Joaquín Rodríguez se dedicara al toreo desde muy temprana edad. Aún no había cumplido dieciséis años, cuando ya había pisado el ruedo de la plaza de Sevilla, yendo de banderillero en la cuadrilla de Pedro Palomo. Pronto emprendió su carrera en solitario, pero no hay noticias fechadas de sus actuaciones en cosos relevantes hasta las temporadas de 1762 y 1763, en las que mató toros en la Real Maestranza de Sevilla. Consta también que en 1777 tenía residencia fija en la Corte, donde vivía muy halagado por los madrileños, atentos a impedirle que estuviese ausente durante mucho tiempo de su plaza. Tal vez el temor naciera de la negativa a torear en Madrid que, tiempo atrás, ya había dado "Costillares", muy celoso de sus derechos profesionales y del justo estipendio que, al parecer, no quería abonarle la Junta de Hospitales de Madrid, a la sazón gestora del coso capitalino.

Las novedades introducidas por su conocimiento natural del toreo y su carácter reivindicativo dieron un nuevo rumbo a la fiesta de los toros, hasta el punto de que se puede afirmar que el toreo moderno, tal y como hoy lo concebimos, tiene su origen en "Costillares" y en sus dos grandes rivales dentro del ruedo: Pedro Romero, y el susodicho "Pepe-Hillo". Joaquín Rodríguez estipuló la existencia de las cuadrillas organizadas, pues cuando él llegó al mundo de los toros se encontró con que éstas no estaban constituidas como tales, y que era el empresario quien, a su antojo, contrataba a los picadores y a los banderilleros.

Creó también varios lances de capa, y estableció reglas para que los capotazos tuvieran la utilidad de probar al toro y corregir sus posibles defectos, ya que hasta entonces sólo se empleaban con la finalidad de disponer al toro para la suerte suprema. Entre estos lances que ideó "Costillares", la bellísima verónica tuvo tal aceptación que en la actualidad, al cabo de doscientos años de su muerte, sigue siendo la base del toreo de capa. Y fue también él quien puso de moda una indumentaria que poco a poco iría perfilando el actual traje de luces: cambió el coleto de ante por una vistosa chaquetilla bordada, mudó el calzón en taleguilla, y trocó la correa por una faja de color encendido.

Pero su mayor aportación al toreo moderno fue la invención del vuelapiés (hoy llamado volapié), la suerte que permitía entrar a matar a los toros que no se arrancaban para ser recibidos. Por desgracia, lo que nació como un recurso de alivio para abreviar el duro y peligroso trance de matar a un toro parado, acabó por extenderse entre todos sus colegas (a excepción del genial Pedro Romero) y por convertirse en la forma más habitual de ejecutar la suerte suprema, ya que entrañaba menos riesgos que matar recibiendo.

"Costillares" toreó en Sevilla y Madrid hasta una edad muy avanzada, pues llegó a matar un toro en 1794, cuando ya hacía varios años que un carbunclo o tumor nacido en una de sus manos le había mermado considerablemente. En 1795 quiso dar muerte a un toro que le cedió Pedro Romero en la plaza de la Puerta de Alcalá, en presencia del rey Carlos IV; pero su avanzada edad y su lesión en la mano le impidieron hacerlo. Joaquín Rodríguez, "Costillares", el primer torero moderno, innovador en tantas parcelas de la Tauromaquia, sufrió el vejamen de ver que era su mayor rival, Pedro Romero, quien daba muerte al astado que a él se le escapaba vivo. Por si esto fuera poco, el propio monarca reconvino públicamente este fracaso, diciéndole que no debería pedir licencia para matar toros cuando sabía que ya no podía hacerlo. Parece ser que esta fue la última vez que vieron torear a "Costillares". Viejo y enfermo, murió en la Corte durante el frío invierno de 1800.

Autor

  • JR.