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PolíticaHistoriaBiografía

Ravines, Eudocio (1897-1979).

Político peruano, nacido en Cajamarca el 9 de mayo de 1897, y muerto en México el 25 de enero de 1979. Hijo de Víctor Ravines Perales y Leonor Pérez Manzanares, sufrió la ausencia del padre, como muchos niños de entonces, cuando éste, atraído por la fiebre del caucho, partió hacia el oriente peruano. Aunque ayudó eventualmente a su madre con diversos trabajos, logró culminar sus estudios escolares en el Colegio Nacional de Cajamarca. Posteriormente decidió viajar a Lima para estudiar en la Escuela Militar, pero no logró este propósito. Obtuvo un trabajo como empleado de comercio, y durante sus horas libres aprovechaba para ir a leer a la Biblioteca Nacional y llevar cursos en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos. Desde allí, participó en las actividades de las Universidades Populares González Prada y en las protestas en contra de la Consagración del Perú al Corazón de Jesús del 23 mayo de 1923, razón por la cual sería detenido y enviado a la isla penal de San Lorenzo, primero, y deportado a Chile después. Desde allí se trasladó a Buenos Aires, en donde se hallaba un importante grupo de exiliados peruanos. Allí conoció a José Ingenieros e inició contactos con los dirigentes comunistas encargados de organizar el Buró Sudamericano de la Tercera Internacional o Comintern, entre ellos Vittorio Codovilla.

En 1926 partió hacia París con el fin de conocer Europa. Allí tomó contacto con los exiliados peruanos y se incorporó a las tareas de organización de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), impulsada por Víctor Raúl Haya de la Torre. A principios de 1927 participó al lado de Haya de la Torre en el Congreso Antimperialista de Bruselas, impulsado por la Tercera Internacional. Junto con Luis Heysen, Armando Bazán, Jacinto Paiva, César Vallejo y otros, formó parte de la célula aprista de París y del Centro de Estudios Antimperialistas, que ésta impulsaba. Asimismo, por intermedio de José Carlos Mariátegui, conoció a Henri Barbusse, quien lo adoctrinó con respecto al marxismo. Además de matricularse en la Universidad de la Sorbona, publicó artículos diversos en Le Monde y consiguió trabajo en L´Internacionale des Travailleurs de l´Enseignement o Internacional de la Enseñanza. Al producirse la ruptura entre Haya y Mariátegui en 1928, Ravines se adhirió a los planteamientos del segundo y al naciente Partido Socialista. Su ruptura definitiva con Haya de la Torre se produjo tras el Segundo Congreso Antimperialista de Francfurt, en 1929, en donde participó como delegado del Partido Socialista de Mariátegui. Junto con Bazán, Paiva y Vallejo, estuvo de acuerdo con la disolución de la célula aprista de París. A instancias de los líderes soviéticos, Ravines viajó a Moscú, en donde concertó volver a Perú y apoyar el trabajo de Mariátegui y del Partido Socialista, pero, sobre todo, convencer a Mariátegui de cambiar el nombre del partido por el de Partido Comunista. De regreso a París, y con el apoyo de Mariátegui, Ravines inició su viaje a Perú clandestinamente, y llegó en febrero de 1930. Mariátegui, que ya había preparado su viaje hacia Buenos Aires, lo propuso como el nuevo secretario general del partido. Sin embargo, Mariátegui murió repentinamente en abril de 1930, y el 20 de mayo el Partido Socialista pasó a convertirse en Partido Comunista, con lo cual se constituyó formalmente la sección peruana de la Tercera Internacional.

A pesar de respetar la estructura orgánica y el programa del partido, Ravines se dedicó a divulgar la ortodoxia marxista y los nuevos planteamientos de la Tercera Internacional. Descubierto por la policía de Leguía, fue detenido y nuevamente deportado a Chile. Con la caída del gobierno a fines de agosto de 1930, Ravines regresó legalmente al país. En octubre inició una campaña pública de presentación del Partido Comunista a través del Plenum de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) recién fundada. Asimismo, comenzó a aplicar la táctica de lucha de clase contra clase, acordada en el VI Congreso de la Internacional Comunista de 1928. Ante algunas resistencias de los colaboradores de Mariátegui, inició una campaña de “desmariateguización” del partido. También se continuó con la organización de los obreros mineros de la sierra central, que culminaría con la represión del movimiento y la masacre de Malpaso en noviembre de 1930, razón por la cual la CGTP fue disuelta y los comunistas perseguidos. Durante las elecciones de 1931, lanzó la candidatura simbólica del dirigente campesino Quispe Quispe. En diciembre de 1932 fue detenido y enviado al Castillo del Real Felipe. Seis meses después, a instancias de la Tercera Internacional, se fugó del hospital de Guadalupe del Callao y salió clandestinamente del país; tras un largo periplo, llegó a Moscú, en donde participó en el VII Congreso de la Tercera Internacional, en donde se aprobó la política del Frente Popular frente al fascismo. Recibió el encargo de aplicar dicha política en Chile, ya que en ese país el Partido Comunista todavía mantenía su fuerza. A pesar de ello, mantuvo formalmente su cargo de Secretario General del Partido Comunista Peruano, con el cual mantuvo lazos a través de una “troika” conformada por sus más cercanos colaboradores: Julio Portocarrero, Jacobo Hurwitz y Antonio Navarro Madrid.

Con el seudónimo de Jorge Montero, asumió la práctica dirección del Partido Comunista Chileno y gracias a sus dotes organizativas logró importantes victorias electorales. Sin embargo, en el interior del Partido Comunista Chileno un sector no estaba contento con las directrices de Ravines; en concreto, los dirigentes comunistas Carlos Contreras y Elías Lafertte, que en ese momento se hallaban en el exilio.

En 1937, se casó con Delia de la Fuente Smith, y casi de inmediato fue convocado a España por la Tercera Internacional. Allí fue testigo de las luchas intestinas en el interior del Frente Popular y de los medios por los cuales los dirigentes comunistas buscaban controlar los mandos políticos y militares, por lo que comenzó a manifestar discrepancias con la Tercera Internacional. Convocado a Moscú en 1938, sufrió los efectos de las purgas estalinistas que le hicieron temer por su vida. Logró regresar a Chile, en donde ya no contaba con la influencia anterior. Sin embargo, desde allí siguió dirigiendo al Partido Comunista Peruano. Buscó establecer una alianza con el Partido Aprista Peruano con el fin de establecer un Frente Popular en Perú, pero los apristas rechazaron la propuesta. A pesar de ello, impulsó el apoyo de la candidatura de Manuel Pardo a la presidencia en las elecciones de 1939, gracias a lo cual el Partido Comunista obtuvo un diputado, Juan P. Luna, y consiguió gozar de ciertas libertades políticas.

En este nuevo contexto, que permitía el desarrollo de actividades públicas de parte de los militantes comunistas, surgió un descontento por la forma en que Ravines manejaba al partido desde Chile, ya que hasta entonces no se había realizado ningún congreso del Partido Comunista Peruano. Así se comenzó a gestar una alianza entre un sector de los comunistas peruanos y chilenos, que buscaban la expulsión de Ravines, quien ya había caído en desgracia. Ante las supuestas denuncias de los comunistas chilenos, una delegación de peruanos visitó a Ravines en Chile, en 1941, y como consecuencia fueron expulsados Ravines y sus principales colaboradores. Con la realización del Primer Congreso del Partido Comunista Peruano en setiembre de 1942, que contó con la presencia de delegados chilenos, se formalizó la expulsión de Ravines y los “ravinistas”. A pesar de ello, Ravines continuaría en Chile por tres años más, trabajando bajo el amparo de la Embajada de los Estados Unidos de Santiago en una campaña periodística antifascista y de apoyo a los aliados.

Finalizada la guerra y a instancias del presidente Prado, regresó a Perú en mayo de 1945, después de más de 12 años de exilio. Reagrupó a sus más cercanos colaboradores, la mayoría de ellos expulsados del Partido Comunista, y editó y dirigió el bisemanario Vanguardia, publicación antiaprista que apareció por primera vez en agosto de dicho año, en donde todavía se manifestaban sus simpatías por el marxismo y la Unión Soviética. Para lograr presencia política, se incorporó al Partido Socialista del abogado Luciano Castillo, pero fue expulsado cuando intentaba controlar el Comité Regional de Lima con una línea política distinta a la de la dirección nacional. Su antiaprismo y el asesinato del director del diario La Prensa, Francisco Graña Garland, en enero de 1947, llevó a Ravines a incorporarse a la Alianza Nacional, organismo político representativo de los intereses de la oligarquía, y a aceptar la dirección del diario La Prensa, desde donde continuó su campaña antiaprista y de oposición al gobierno del presidente Bustamante y Rivero. Por dicha posición, Ravines sería deportado a México días después del levantamiento aprista del 3 de octubre de 1948. Con el golpe del general Odría, el 27 de octubre, que contó con el apoyo de la Alianza Nacional, Ravines regresó a Perú. Asumió la dirección de un nuevo vespertino, Última Hora, desde el cual se opuso a que Odría fuera elegido presidente constitucional, por lo que nuevamente sería deportado a México en abril de 1950.

En 1951, y a instancias de Pedro Beltrán, Ravines publicó en Nueva York The Yenan Way, cuya edición en español apareció en México al año siguiente con el título de La Gran Estafa. La Penetración del Kremlin en Hispanoamérica. Con la elección de Prado para un segundo período presidencial, Ravines regresó a Perú y se incorporó al régimen de La Convivencia, basada en el apoyo del Partido Aprista Peruano al gobierno. De esta manera, Ravines había culminado su viraje ideológico, al apoyar la alianza entre sus antiguos enemigos políticos: la oligarquía (Beltrán), el Partido Aprista Peruano (Haya de la Torre) y, los militares (Odría). Vanguardia reaparecería y se publicaría hasta julio de 1963, cuando fue reemplazado por un programa televisivo con el mismo nombre. Durante este período, Ravines era ya un ferviente anticomunista y un fiero opositor al gobierno del presidente Belaúnde. Tras el golpe militar del general Velasco Alvarado el 3 de octubre de 1968, Ravines fue deportado nuevamente a México en febrero de 1969 por sus críticas a las medidas reformistas del gobierno. Por continuar su campaña de crítica desde el extranjero, el gobierno del general Velasco decide declararlo “traidor a la patria” y privarlo de la nacionalidad peruana en junio de 1970. A pesar de los cambios políticos ocurridos tras la caída del general Velasco en agosto de 1975 y del regreso de los exiliados, Ravines jamás volvería al país ni se le devolvería la nacionalidad peruana. Moriría en el exilio, apátrida, como consecuencia de un accidente automovilístico el 25 de enero de 1979.

Entre las publicaciones de su autoría se cuentan: Ante la Octava Conferencia Panamericana (1938), El momento político (1945), La gran estafa (1952), América Latina. Un continente en erupción (1956), Estrategia y táctica comunista para América Latina (1963), La gran promesa (1963), El rescate de Chile (1974), Capitalismo o comunismo (1976).

Autor

  • RICARDO PORTOCARRERO