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EsculturaBiografía

Pereyra, Manuel (1614-1683).

Escultor español, aunque de origen portugués, nacido seguramente en Oporto en 1614 y muerto en Madrid hacia 1683. Su formación corrió a cargo de la escuela pucelana, pero pronto saltó a Madrid, donde se estableció y llevó a cabo la mayor parte de su obra, muy influido por Alonso Cano. Su producción, básicamente de temática religiosa, no está fechada ni documentada; la inmensa mayoría de las obras son imágenes destinadas a la decoración exterior de los templos, que se admiran en las fachadas de las iglesias madrileñas de San Plácido, San Andrés, y San Antonio de los Portugueses.

Una de sus más célebres esculturas es un San Bruno policromado, que en la actualidad está en la Academia de San Fernando, y que en principio se pensó para la antigua hospedería de la cartuja del Paular, así como, también del mismo santo, la talla de la Cartuja de Miraflores. Otras de las obras atribuidas a este notable escultor son el Crucifijo de los Loyola en la Catedral de Segovia, la imagen en piedra de la fachada de la iglesia de la Compañía de Jesús, en Alcalá de Henares, o un San Isidro, para la madrileña iglesia del santo titular.

El estilo del escultor se caracteriza por una mayor libertad en el movimiento que la otorgada a las figuras en el Renacimiento, lo que supone un notable avance hacia el estilo barroco, si bien conservó siempre el respeto por las reglas, y por dar primacía a la profundidad religiosa, que dota a sus obras de una serena espiritualidad religiosa.

Los últimos años de su vida estuvieron marcados por una casi completa ceguera, que no le impidió realizar a tientas el modelo para la estatua de San Juan de Dios, finalizada por su discípulo Manuel Delgado, y una talla del Santo Cristo de la Piedad para el oratorio de la calle del Olivar, también en la villa y corte. La muerte del tallista, considerado uno de los mejores del siglo XVI, fue muy sentida de todo el mundo, pues supo ganarse el aprecio y el respeto de sus contemporáneos. Dicen que el propio rey Felipe IV hacía que su cochero aminorase la marcha del caballo cuando pasaba por delante de la iglesia de San Bruno para poder deleitarse en la contemplación de la citada talla del santo.

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  • lu