Lugo-Viña y Massieu, Sebastián de (1774-1852).
Político español nacido en Santa Cruz de la Palma, el 20 de enero de 1774, y muerto en Madrid en 1852.
Sobrino de José de Lugo-Viña y Molina, hijo del teniente capitán Francisco Estanislao Timoteo de Lugo-Viña y Molina, de la nobleza tinerfeña, y de María de las Nieves Massieu y Fierro, la cual murió a los siete días de sobreparto. Probablemente estudió en la Orotava, adonde se trasladó a vivir su padre, y hacia 1793 se trasladó a Madrid, para formarse en los Reales Estudios. No fue un estudiante muy aventajado, aunque se hizo íntimo amigo de Juan Escoiquiz, lo que le valió la persecución por parte de Godoy con motivo de la Causa del Escorial. Más tarde optó por marcharse a Francia, en donde residió desde octubre de 1807 hasta mayo de 1808, primero en París y luego en el sur. En Bayona se entrevistó con Fernando VII, quien había requerido su presencia. En junio de 1808 llegó a Madrid, y permaneció en la capital bajo la ocupación francesa, quizás en la casa de su tío Estanislao, afrancesado notorio.
Sopesó interiormente cuál de los dos bandos daría más pronta satisfacción a sus ambiciones, y a fines de 1808 decidió irse a Sevilla. Detenido por sospechoso, no solamente por la inclinación política de sus parientes, sino porque expresaba sin pudor sus ideas en público y, además, llevaba papeles comprometedores en el momento de su detención. El Tribunal de Seguridad Pública de Sevilla, el 28 de febrero de 1809, decretó su confinamiento en Medina Sidonia. Lugo recurrió esta sentencia y, frente a todo lo esperable, el 12 de marzo de 1810, se le declaró buen patriota y acreedor a la proyección del gobierno. En agosto fue destinado, según su vieja pretensión, a la legación de España en Filadelfia, adonde llegó, procedente de Lisboa, en octubre de 1810. A los pocos meses se había hecho indeseable para sus jefes y compañeros de la legación, y don Luis de Onís solicitó que se le destinase a otra parte; no lo logró, sin embargo, hasta junio de 1815, cuando fue nombrado secretario en Hamburgo.
En la ciudad alemana siguió con sus intrigas, contra Onís y contra otros, al mismo tiempo que aprendió alemán. El 11 de abril de 1820 marchó con la misma categoría a Viena, a las órdenes de Mariano de Carnerero. Cesó en el cargo en 1823, y en agosto de ese mismo año se hallaba en Cádiz; no obstante, al no solucionarse su situación personal, regresó a Canarias. Pretendió optar a una nueva plaza, aunque tuvo que volver inmediatamente a Madrid para lograr su purificación, la cual no llegó hasta 1827. Sin embargo, parece que no se le volvió a dar empleo, y sólo en 1830 se le reconocieron sus servicios pasados, con una dotación de cuatro mil reales anuales. Anduvo, pues, en adelante escaso de dinero. En 1833 falleció su tío Estanislao, y la testamentaría dio lugar a un larguísimo pleito entre Sebastián y su otro tío, José de Lugo-Viña y Molina, pleito que duró dieciséis años.
Sebastián Lugo-Viña ha pasado a la Historia por haber redactado una Colección de vozes y frases provinciales de Canarias, fechada en 1846, que no se sabe cómo pasó a manos de Gallardo, y fue publicada por el conde de la Viñaza en junio de 1920. Murió soltero.
A. GIL NOVALES.
