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AstronomíaBiografía

Kuiper, Gerard Pieter (1905-1973).

Astrónomo estadounidense, de origen neerlandés, nacido en Harenkarspel el 17 de Julio de 1905 y fallecido en Ciudad de México (México) el 23 de diciembre de 1973. Entre sus numerosos descubrimientos figuran el hallazgo de la quinta luna de Urano (Miranda) y la segunda luna de Neptuno (Nereida), así como la existencia de atmósfera en el principal satélite de Saturno (Titán). Por estas y otras aportaciones al conocimiento del Sistema Solar, se bautizó con el nombre de Cinturón de Kuiper a la zona externa a las órbitas de Neptuno y Plutón que contiene unos mil millones de cuerpos pequeños -como asteroides y cometas-, todos ellos de una edad inferior a los quinientos años.

Interesado desde su juventud por el estudio del espacio, cursó estudios superiores de Astronomía en la Universidad de Leiden, donde se doctoró en 1933. Tras colaborar durante algún tiempo con prestigiosos astrónomos holandeses, su trabajo empezó a ser valorado en los Estados Unidos de América, país al que fue invitado a desplazarse con una beca que le permitió desarrollar sus investigaciones, entre 1933 y 1935, en el Lick Observatory de Mount Hamilton (en Sta. Clara, California).

Pasó, en 1936, a la Universidad de Chicago, en cuyo observatorio astronómico obtuvo un puesto docente. Un año después, convencido de las ventajas de que disponía en los Estados Unidos para ampliar sus conocimientos, adoptó la nacionalidad norteamericana.

Primero en el observatorio de Lick y, poco después, en el de Chicago, Kuiper se dedicó al estudio del Sistema Solar y formuló la teoría de que sus planetas se habían formado por condensación. Uno de sus primeros descubrimientos de gran calado fue la constatación, en 1945, de la existencia de metano en la atmósfera de Titán, el mayo satélite de Saturno.

Gracias a éste y otros hallazgos, en 1947 Gerard Pieter Kuiper fue elevado al rango de director del observatorio de Yerkes, perteneciente a esa Universidad de Chicago en la que seguía impartiendo clases. Allí realizó otro notable descubrimiento: la presencia de gas carbónico (dióxido de carbono) como componente esencial de la atmósfera de Marte. Este hallazgo de Kuiper tuvo lugar en 1947, año en el que el astrónomo de origen holandés se vio obligado a tomar parte en un apasionante debate que acababa de abrirse, centrado en la posible naturaleza de los objetos voladores no identificados (el fenómeno OVNI) que se estaban detectando por aquellas fechas. Tras un minucioso estudio de los casos que se le presentaron, Kuiper declaró que se trataba de objetos fabricados por algún ser vivo (terrestre o extraterrestre), y que en modo alguno cabía la posibilidad de que los objetos avistados fueran meteoros u otros cuerpos celestes mal identificados.

Pero, al margen de este asunto de candente actualidad, tan vinculado a su disciplina científica como a los profesionales de la fabulación, Kuiper seguía desplegando una intensa labor de investigación que le permitió, en 1948, detectar las huellas de la existencia de hielo en los casquetes polares de Marte y en los anillos de Saturno. En el transcurso de aquel mismo año, descubrió el quinto satélite de Urano, bautizado con el nombre de Miranda.

Un año después (1949), logró calcular el diámetro de Neptuno y descubrió su segundo satélite, al que llamaron Nereida. Su siguiente aportación al conocimiento del Sistema Solar tuvo lugar en 1950, cuando calculó el diámetro de Plutón. Seguía, entretanto, elaborando una compleja teoría sobre la posible formación de nuestro sistema planetario, lo que le permitió anunciar, en 1951, la existencia de una zona con forma de anillo, dominada por cuerpos helados de tamaño similar al de los asteroides, y ubicada entre las atmósferas de Neptuno y Plutón. En 1992, casi veinte años después de su muerte, se pudo demostrar fehacientemente la existencia de esta zona, que fue bautizada con el nombre de Cinturón de Kuiper. En la actualidad, se cree que en ella pueden tener su origen los cometas más recientes (o cometas de ciclo corto).

Entre 1957 y 1960, el astrónomo de origen neerlandés dirigió el Observatorio McDonald, perteneciente a la Universidad de Texas.

En 1960, Gerard Pieter Kuiper fundó el Laboratorio Planetario de la Universidad de Arizona, cuya dirección asumió desde el primer momento. Allí empezó a centrar sus investigaciones astronómicas en un punto muy concreto del Sistema Solar: la Luna. Vinculado, a partir de entonces, a la moderna industria aeronáutica, fue uno de los responsables del desarrollo del vehículo lunar Ranger, que permitió verificar la solidez de la superficie lunar con vistas a los primeros alunizajes, y señaló aquellos lugares más idóneos para hacerlo.

Es digno de mención su empeño en contribuir a la aplicación de los infrarrojos a los estudios astronómicos. En 1967, colaboró con la NASA en el proyecto del jet Convair 990, a bordo del cual se instaló un potente telescopio capaz de realizar estudios con infrarrojos a una altitud de cuarenta mil pies. Gracias a este telescopio, Kuiper pudo obtener datos espectroscópicos del Sol y los planetas, así como de otras estrellas, lo que le permitió dar forma definitiva a su hipótesis del origen del sistema solar.

Se trata una teoría basada en las antiguas hipótesis monísticas, que afirmaban que los planetas se formaron por la contracción de una nube de gas y polvo acumulada alrededor del Sol. Según Kuiper, el Sol, como tantos otros astros de naturaleza idéntica, estaba destinado a convertirse en una estrella doble, cuya segunda componente tendría que haber sido Júpiter; pero -siempre de acuerdo con la hipótesis del astrónomo de Harenkarspel-, este proceso normal no llegó a completarse debido a la escasa masa disponible. Gracias a esta teoría de Kuiper, las hipótesis monísticas, desechadas durante muchos años, fueron nuevamente tenidas en consideración.

Además, Kuiper realizó un valioso atlas de la Luna para la NASA y las Fuerza Aéreas norteamericanas, que fue indispensable para llevar a cabo el programa de alunizaje del proyecto Apolo. Y se sumó a la teoría que cifraba el origen de los cráteres lunares en violentos impactos (frente a los que defendían su naturaleza de origen volcánico). Para honrar su memoria, el primer cráter descubierto en la superficie de Mercurio por la sonda Mariner 10, de grandes dimensiones y muy accidentado, fue bautizado con su nombre.

El astrónomo de origen holandés dio cuenta de sus saberes y descubrimientos en un valioso material impreso. Entre sus obras más notables, cabe recordar las tituladas Atmospheres of the Earth and planets (1949); The Solar System, en cuatro volúmenes: The Sun (1953), The Earth as a planet (1954), Planets and satellites, escrito en colaboración con B. M. Middlehurst (1961), y The Moon, meteorites, and comets, también en colaboración con B. M. Middlehurst (1963); Photographic atlas of the Moon, en colaboración con D. W. G. Arthur, E. Moore, J. W. Tapscott y E. A. Whitaker (1959); Telescopes astronomiques (1960), Stars and stellar systems (1960), en nuevo volúmenes; Orthographic Atlas of the Moon, en colaboración con D. W. G. Arthur y E. A. Whitaker (1961); Rectified Lunar Atlas. Supplement No. 2 to Photographic Lunar Atlas, en colaboración con E. A. Whitaker, W. K. Hartmann y L. H. Spradley (1963); Consolidated Lunar Atlas, en colaboración con E. A. Whitaker, R. G. Strom, J. W. Fountain y S. M. Larson (1967); "Présentation à la réunion de l'Académie des Sciences de l'Arizona", Anexo C del Informe Condon (29 Avril 1967); e "Interstellar Contact in an Evolving Universe", artículo incluido en la obra Our Extraterrestrial Heritage: From UFO's to Space Colonies (1978).

JRF

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.