A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
EsculturaLiteraturaPinturaBiografía

Jiménez Huete, Max (1900-1947).

Poeta, narrador, pintor y escultor costarricense, nacido en San José en 1900 y fallecido en Buenos Aires en 1947. Artista fecundo y polifacético, abierto a cualquier innovación que pudiera abrir la cultura de su pueblo a las corrientes más originales y rupturistas que florecían en el extranjero, está considerado -junto a su compañero de generación, el narrador, dramaturgo y ensayista José Marín Cañas- como el gran fundador de la Vanguardia en las Letras y las Artes costarriqueñas.

Nacido en el seno de una familia acomodada, recibió desde niño una esmerada formación académica que fomentó su innata inclinación hacia el estudio de las humanidades y el cultivo de la creación literaria. Ya en su juventud, la buena posición económica de que gozaba desde su venida al mundo le permitió ampliar saberes y horizontes en diferentes capitales de Europa (como París y Madrid), así como viajar con asiduidad a otros focos culturales hispanoamericanos de acreditado prestigio en todo el mundo, como La Habana, Santiago de Chile y Buenos Aires. La mayor parte de su relativamente corta existencia -no llegó a cumplir los cincuenta años de edad- la pasó en continuos desplazamientos entre todas estas ciudades, en las que dio a conocer casi toda su obra -tanto la literaria como la plástica- y fue asimilando los postulados vanguardistas que luego hicieron eclosión en su propia creación. Su vida interior, siempre agitada y atormentada, configuró en torno a su figura esa imagen del artista enajenado que vive permanentemente al borde del abismo, y cuyas inquietudes y preocupaciones estéticas parecen marcar también la intensidad de sus propias vivencias; no es de extrañar, por ende, que tanto en sus escritos como en sus cuadros y esculturas asome, por un lado, el legado innegable de los surrealistas europeos y, por otro lado, la huella incólume de esa corriente expresionista que, en las primeras décadas del siglo XX, impuso sus criterios estilísticos e ideológicos en casi todos los foros y cenáculos artísticos preocupados por superar los modelos desfasados de la creación tradicional.

En su faceta de escritor, Max Jiménez Huete dejó impresa una breve producción literaria compuesta por cinco volúmenes de versos, tres narraciones y dos recopilaciones de aforismos y reflexiones ensayísticas de diversa índole. En general, tanto la crítica como los lectores han valorado sobre todo su producción narrativa, en la que resulta fácil apreciar esa inclinación hacia el expresionismo y el surrealismo, con la intención de crear un universo ficticio caracterizado por su grotesca deformidad. Así, la propia vida interior del escritor de San José, desde su permanente estado de agitación y desasosiego, crea un mundo a su imagen y semejanza, en el que todo parece estar envuelto por la soledad y la angustia, y donde los personajes que lo pueblan viven en un permanente estado de enajenación muy similar al que aqueja al autor. Sólo el humor, logrado a través de la ironía, la sátira y la parodia, consigue rebajar a veces el grado de desolación del mundo y degradación del ser humano que presenta Max Jiménez en su obra.

Su primera novela, publicada a finales de los años veinte bajo el título de Unos fantoches (San José: Imprenta Alsina, 1928), anunciaba ya bien a las claras esa intención burlesca y paródica que habría de animar el resto de su obra. En esta opera prima, Jiménez Huete ridiculiza las convenciones que regulan el panorama literario y, de forma mucho más amplia, toda la sociedad, por medio de la presentación de un protagonista que pasa de ser autor de comedias a convertirse en el personaje de una comedia forzada por la realidad; es decir, a protagonizar en la vida real una situación similar a las creadas por él mismo como dramaturgo. Se diría, pues, que la propia vida se complace en "castigar" a este autor haciéndole protagonista de una de sus creaciones, en medio de una exageración paródica en la que todos los sujetos relacionados con el hecho literario -o, dicho de otro modo, todos los miembros de esa sociedad a escala, como el propio autor, el público y los lectores- se entremezclan con los personajes y manipulan constantemente la construcción y el progreso de la trama argumental con sus constantes críticas y comentarios.

Tras la publicación de esta interesante visión grotesca y deformada de la creación literaria, Max Jiménez Huete se centró sobre todo en el cultivo de la poesía, dedicación que arrojó por fruto diversos poemarios publicados en las capitales de Francia, España y Chile; entre estos títulos de su corpus poético, caber recordar aquí Gleba (París: Le Livre Libre, 1929), Sonaja (Madrid: Imprenta Argis, 1930), Quijongo (Madrid: Espasa Calpe, 1933) y Revenar (Santiago de Chile: Nascimento, 1937) (su quinto poemario apareció, a los treinta y cinco años de la muerte del poeta costarricense, entre las páginas del volumen titulado Obra literaria de Max Jiménez [San José: Studium, 1982]).

A mediados de los años treinta, el vanguardista de San José dio a la imprenta su segunda narración extensa, titulada El domador de pulgas (La Habana: Hermes, 1936), en la que la sátira amarga y despiadada que caracterizaba su obra narrativa cobraba tintes sacrílegos. En ella, Max Jiménez cuenta la patética y grotesca historia de un domador de pulgas amaestradas que, arrebatado por un impulso mesiánico, se empeña en redimirlas con su propia sangre; pero las pulgas, en lugar de recibir con tan "salvífico" elixir la esperada redención, reciben con la sangre del domador todos los vicios y defectos inherentes a la condición humana, lo que a la postre acabará constándole la vida al atribulado redentor, que perece devorado por los mismos seres a los que había pretendido salvar.

Un año después, Max Jiménez Huete volvió a los anaqueles de las librerías con su tercera novela, El jaúl (Santiago de Chile: Nascimento, 1937), en la que de nuevo aplicaba los mecanismos de la sátira y la parodia para burlarse de la creación literaria (en este caso, de los tópicos manidos y trasnochados que lastraban la narración costumbrista practicada aún por muchos de sus compatriotas). El vitriólico escritor de San José arremetía ahora, con una ferocidad no exenta de fuertes dosis de humor, contra uno de los modelos idílicos de ese universo de ficción costumbrista: el campesino feliz y contento con su vida en el agro y su pertenencia a un modelo patriarcal de familia que parece asegurar los principios de orden y autoridad.

Bibliografía

  • BACIU, Stefan: "Max Jiménez: un moralista feroz" y "César Vallejo en el atelier de Max Jiménez", en Costa Rica en seis espejos, San José: Ministerio de Cultura, 1976, pp. 29-81.

  • CHASE, Alfonso: Max Jiménez, San José: Ministerio de Cultura, 1973.

  • DURÁN LUZIO, Juan: "Max Jiménez o la metáfora irreverente", en Letras (Heredia [Costa Rica]), 15-16-17 (1985-1986), pp. 373-384.

  • MACAYA LAHMANN, Enrique: "Max Jiménez como poeta", en Repertorio Americano (San José), XLIV, 4 (1948), p. 56.

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.