Held, Heinz (1918-1990).
Fotógrafo alemán nacido en Zeitz (distrito de Sajonia-Anhalt) en 1918 y fallecido en Colonia en 1990.
Held empezó su actividad profesional como director comercial de una galería de arte de Colonia, pasando después a trabajar como periodista independiente, influido por el trabajo de Otto Steinert y su corriente de “fotografía subjetiva”. Dicha corriente abogaba por la importancia del proceso previo a la creación fotográfica en el que la elección del motivo y su aislamiento lo libera de su tridimensionalidad y, por tanto, de su existencia real para pasar a ser otra cosa, una fotografía (subjetiva). Esta filosofía fotográfica, desarrollada en los años de entreguerras en Alemania, tuvo tan poderosa influencia en Held que será a partir de este momento cuando la fotografía pase a ser, junto con la literatura, su actividad principal.
Como fotógrafo independiente trabajó para gran cantidad de publicaciones, no sólo alemanas sino del resto de Europa, al tiempo que editó un buen número de guías de viaje especializadas en arte de numerosos países de Europa, África, América y Asia Menor. Entre 1960 y 1963 dirigió la primera galería fotográfica privada de la República Federal alemana, donde hizo un importante foro de exposición en el que exhibió fundamentalmente material foto-periodístico.
Held manifestó su concepción de la fotografía en gran cantidad de ensayos y en la obra publicada en 1960 titulada La magia de lo banal. Consciente del conflicto ético que presenta el propio acto de fotografiar, sus retratados aparecen desde una respetuosa distancia; dicha distancia se transforma en la imágenes en un estudio formal en el que intervienen tanto objetos como personas distribuidos en ingeniosas composiciones, como la que muestra su imagen de Willy Fleckhaus colocado detrás de una escultura de Henry Moore (1953). En ella, el personaje aparece en la zona central del encuadre en un primerísimo primer plano, oculto tras la escultura de una mujer que yace con el brazo colocado en su rodilla; el hueco que deja la postura es el que permite que el espectador observe al retratado, su mirada, único elemento enfocado de toda la imagen.
Se observa, pues, cómo Held huía del característico momento decisivo descrito por Cartier-Bresson para buscar la expresión de lo humano sin inferir en el dramatismo, aunque la influencia de la fotografía subjetiva se manifiesta en el tono melancólico con el que atrapa situaciones y acontecimientos cotidianos, carentes de espectacularidad alguna. Es la elección del motivo y su aislamiento, en los términos precisamente definidos por Steinert, lo que hace que sus imágenes sean “espectaculares”.
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