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Durand, Oswald Alexis (1840-1906).

Poeta, periodista y político haitiano, nacido en Cap-Haïtien el 17 de septiembre de 1906, y fallecido en Port-au-Prince (Puerto Príncipe) el 22 de abril de 1906. Considerado como el primer gran poeta de las Letras haitianas, fue también pionero en la utilización del creole como lengua literaria.

Creció y se educó en la localidad de Ouanaminte, en casa de uno de sus abuelos, puesto que sus progenitores habían perecido cuando apenas contaba dos años de edad, víctimas de los efectos devastadores de terrible terremoto que asoló Cap-Haïtien en 1842. Pronto dio muestras de poseer una especial inclinación hacia el estudio de las Letras y, en especial, hacia la creación de textos poéticos, actividad a la que empezó a aficionarse en su adolescencia, mientras se ganaba la vida como forjador de hojalata.

Démesvar Delorme, destacado novelista y ensayista de Cap-Haïtiene que gozaba de una gran popularidad en el Haití de la segunda mitad del siglo XIX, descubrió la innata capacidad creativa que atesoraba el joven Durand y le alentó para que, por muchas dificultades que encontrase en su vida, no dejase nunca de cultivar la escritura poética. Fue así como, desde los dieciséis años de edad, el esforzado hojalatero empezó a ser conocido también como poeta.

Más adelante, Oswald Alexis Durand se vio obligado a ejercer otros muchos oficios, pues a pesar del prestigio y el reconocimiento internacional que alcanzó como escritor -fue, tal vez, el primer autor haitiano de renombre en los salones literarios de París-, no consiguió nunca vivir de las rentas conseguidas por sus obras literarias. Sí sobrevivió, merced a su pluma, ejerciendo el oficio de periodista, en el que logró un éxito insospechado con la fundación y dirección del rotativo Les Bigailles (voz que, en el habla popular haitiana, designa a cierta clase de mosquitos). Se trataba de una publicación humorística, de acusado tono satírico, en la que recibieron fuertes críticas algunas de las personalidades más destacadas de la vida pública de Haití.

Así, por medio del cultivo del periodismo político, Oswald Durand se introdujo en las altas esferas del poder, en una meteórica carrera que, en 1868, a sus cuarenta y ochos años de edad, había convertido al humilde hojalatero de su adolescencia en Secretario del Consejo de Ministros. Pero su peripecia política no siempre fue tan gratificante, pues en 1883, debido a los vaivenes del inestable régimen haitiano, conoció la cárcel durante un breve período de tiempo y, una vez puesto en libertad, se vio forzado a tomar el camino del exilio. No obstante, pronto pudo regresar a su isla natal y volver a ocupar un lugar preeminente en la vida pública, merced a su elección, en 1885, como diputado en la Asamblea Nacional (cargo para el que fue reelegido en otras seis ocasiones).

Ya era, por aquel entonces, un reputado escritor e intelectual no sólo en Haití -donde, además del ya mencionado rotativo satírico Les Bigailles, dirigió también el diario oficial Le Moniteur-, sino también en Francia, país en el que había causado un grato asombro su obra poética (y, en particular, su poema "Choucoune", escrito durante su período de privación de libertad, y aderezado de numerosos giros y vocablos del creole que daban al texto un característico sabor local). Así las cosas, en 1888 tuvo ocasión de cruzar el océano Atlántico y, en el transcurso de un viaje memorable, recibir numerosas muestras de admiración y respeto por parte de la clase intelectual francesa. El gran poeta y dramaturgo parisino François Coppé le introdujo en el seno de la Société des Gens de Lettres ("Sociedad de hombres de Letras"), y leyó, entusiasmado, en el transcurso de esta presentación, otro famoso poema de Durand, titulado "Idalina".

A su regreso a su isla natal, Oswald Alexis Durand pudo alardear, sin faltar a la verdad, de que en París se le consideraba como uno de los mejores poetas en lengua francesa de aquel momento. Por su parte, sus compatriotas jamás le negaron ese lugar de privilegio que había alcanzado no sólo en la cultura nacional, sino también en Europa (donde, por vez primera, se leían y citaban de memoria poemas de un autor haitiano). Y así, en 1905, cuando el laureado poeta de Cap-Haïtien cumplió los sesenta y cinco años de edad, el escritor Frédéric Marcelin, que a la sazón ejercía el cargo de ministro de Hacienda, elevó una propuesta personal al Parlamento haitiano, en la que demandaba la asignación vitalicia de una pensión para un poeta al que consideraba "Jefe de Estado del espíritu, la imaginación, la poesía y el pensamiento". El Tesoro haitiano no mermó mucho con esta asignación, pues Oswald Alexis Durand perdió la vida a los pocos meses.

Obra

El poeta de Cap-Haïtien sólo publicó en vida dos volúmenes de versos. El primero y principal, que vio la luz bajo el título de Rires et pleures (Risas y llantos [París: Editions Crété, 1896]), es una recopilación bastante exhaustiva de los poemas que había compuesto hasta entonces, casi todos ellos dispersos en las páginas de los periódicos y revistas donde había trabajado o colaborado, en calidad de periodista, el propio Durand.

Este volumen, publicado en la capital gala cuando Durand había rebasado ya ampliamente los cincuenta años de edad, respondía la demanda surgida en París tras la estancia del escritor haitiano y los elogios que le habían dedicado algunos colegas (como el ya citado Coppé). Tan dada, como siempre, a la extensión del tópico literario más allá de las fronteras naturales del país, la sociedad literaria francesa llegó a colgar a Durand los remoquetes de "el Walt Whitman" o "el Paul Verlaine del Trópico", en una clara referencia a la natural inserción de su obra dentro de los cánones de la Literatura occidental.

En efecto, Durand -como, por otra parte, la mayor parte de los escritores haitiano anteriores a la gran toma de conciencia de una identidad cultural específica de la isla, que puede fijarse entre 1915 y 1930- no ocultó, en su obra, las huellas evidentes de los grandes maestros decimonónicos de la Literatura occidental, y en especial de algunos autores franceses como Alfred de Musset, Théophile Gautier y, por supuesto, Victor Hugo, cuyo poema "Sara la baigneuse", por ejemplo, dejó huellas notables en esa famosa composición de Durand ("Idalina") que tanto gustó a Coppé.

En Haití, en cambio, la clase intelectual, sin dejar por ello de valorar esta adscripción de la obra de uno de los suyos a la mejor tradición cultural europea (e incluso norteamericana, si tenemos en cuenta la comparación de Durand con Whitman), insistió siempre en la idea de que el escritor de Cap-Haïtien era, ante todo, un poeta criollo. De hecho, él había sido quien, en su celebérrima composición "Choucoune", había introducido por vez primera abundantes giros y vocablos del creole que alcanzaban así la misma categoría de lengua literaria que el francés en el que estaba escrito el resto del poema. Durand, pues, fue capaz de demostrar, con esta interesante -aunque ciertamente tópica, en lo que a temas y motivos se refiere- balada de amor frustrado que dirigió a una criolla mestiza, algo que, por aquella época, parecía inconcebible no sólo en Francia, sino en la misma isla de Haití: que el creole podía ser empleado para componer versos -y, en general, obras literarias de cualquier género- de excelente calidad, y que algunos de sus rasgos específicos (la oralidad, el ritmo, el colorido...) podían ser utilizados no como meras notas exóticas de ambientación tropical, sino como claves que daban paso a la singularidad cultural y los valores específicos de su pueblo.

Tras la aparición de Rires et pleures (1896) -donde, como ya se ha apuntado más arriba, quedaban recopilados los principales poemas escritos hasta entonces por Durand-, el autor de Cap-Haïtien apenas volvió a escribir. Sólo compuso y dio a la imprenta cuatro nuevos poemas, que aparecieron en su ciudad natal en una especie de plaquette titulada Quattre nouveaux poèmes (Cap-Haïtien: Librairie La Conscience, 1900). Transcurridos casi sesenta años desde la fecha de su desaparición, vio la luz en la capital haitiana una interesante selección de su poesía, precedida de valioso estudio a cargo de Pradel Pompilus. Se trata del volumen titulado Oswald Durand. poèsies choisies, avec un étude bibliographique (Port-au-Prince: Imp. des Antilles, 1964).

Bibliografía

  • DOUYON, Ernest. L'anné d'Oswald Durand (Port-au-Prince: Imp. de l'Abeille, 1905).

  • FLEISCHMANN, Ulrich. "El ambiguo amor por 'Choucoune', en rev. Anales del Caribe (La Habana), ns. 7-8 (1987-1988), págs. 240-256.

  • LAROCHE, Maximilien. "L’universalité de Choucoune", en rev. Conjonction, nº 206 (2001), págs. 29-34.

  • VICTOR, René. Choucoune ou le destin d’un beau poème (Port-au-Prince: Fardin, 1976).

J. R. Fernández de Cano

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.