Domínguez, Delia (1931-VVVV).
Poetisa chilena, nacida en Osorno (al sur del país andino) en 1931. Tras completar su formación secundaria, inició unos estudios superiores de Derecho que dejó incompletos porque, ya por aquel entonces, era consciente de que su verdadera vocación no eran las Leyes, sino la Literatura. Comenzó entonces a trabajar en la administración de la explotación agrícola de la que era propietaria su familia, actividad que pudo compaginar con su dedicación al cultivo de la poesía.
Así las cosas, se dio a conocer en el ámbito cultural de su nación merced a las colaboraciones que fue enviando a diversas publicaciones periódicas, hasta que, en 1955, irrumpió en el panorama literario chileno con un extraordinario libro de poesía, titulado Símbolo retorno. La excepcional acogida deparada a este libro por lectores y críticos especializados animó a Delia Domínguez a continuar su andadura poética, que al cabo de tres años se vio enriquecida por la aparición de un segundo poemario de factura tan rematada como el primero, La tierra nace al canto (1958), obra en la que quedaban bien patentes algunas de las características que habrían de ser dominantes en el conjunto de su producción literaria: su marcado apego a la vida rural, la originalidad de su voz poética y el uso poderoso de un lenguaje plenamente enraizado en el pueblo.
En esta misma línea estilística, Delia Domínguez volvió a los anaqueles de las librerías con una tercera entrega poética titulada Obertura siglo XX (1960), obra a la que siguieron otros volúmenes tan relevantes en la poesía chilena de esta centuria como Parlamentos del hombre claro (1963), Contracanto (1968), El sol mira para atrás (1977), Pido que vuelva mi ángel (1982) y La gallina castellana y otros huevos (1995), título por el que fue galardonada con el prestigioso premio "Fondo Nacional del Libro y la Lectura".
Reconocida, por el conjunto de esta interesante producción poética, como una de las voces más originales de la poesía chilena actual, Delia Domínguez ha desempeñado cargos tan relevantes como la dirección de la Sociedad de Escritores de Chile, al frente de la cual permaneció durante ocho años. Además, en 1992 fue nombrada miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua.
